La primera vez que tuve que sacrificar a un animal, me eché a llorar. Siempre he tenido una especial devoción por los animales, por lo que tener que hacer eso me sobrepasaba. Pero lo hice. Y lo he seguido haciendo hasta hoy.

Es algo complicado, simplemente intentas hacerlo causando el menor sufrimiento posible y teniendo siempre en mente cuál es la finalidad: mejorar la calidad de vida tanto de los seres humanos como de otros animales.

La experimentación animal, como su nombre indica, es un procedimiento científico que tiene como objetivo el uso de animales en la investigación. Sin esta práctica, todo el conocimiento que tenemos sobre los seres vivos sería mucho más limitado.

El desarrollo de la mayoría de los medicamentos y las vacunas eficaces frente a muchísimas enfermedades se basan en investigaciones realizadas en animales de experimentación (figura 1). Por ejemplo, el descubrimiento de la insulina en 1923 gracias a la realización de experimentos en perros ha permitido salvar la vida de millones de personas diabéticas.

Todo lo que conocemos a día de hoy sobre la naturaleza del cáncer y muchos de los fármacos de los que disponemos se han obtenido principalmente a partir de la experimentación con roedores, entre otros animales.

Esta técnica no solo ha contribuido al desarrollo de tratamientos, sino también a establecer las bases biológicas del rechazo de órganos durante un trasplante y cómo evitarlo.

Incluso todas las técnicas de reproducción asistida con las que contamos hoy en día, que mejoran la calidad de vida de muchos seres humanos, están fundamentadas en la experimentación con animales.

Figura 1. Descubrimientos científicos obtenidos gracias a la experimentación animal. / Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular. CC BY

 

Una práctica polémica pero extremadamente regulada

 

Sin embargo, la experimentación animal, o más concretamente su uso como modelo de experimentación, sigue siendo un tema polémico y muy controvertido. Los grupos en contra defienden que se trata de un acto de extrema crueldad no justificado. Entienden que los animales y los humanos son diferentes y no se pueden trasladar los resultados obtenidos de unos a otros.

Además, también afirman que existen métodos alternativos que permitirían obtener los mismos resultados pero sin el uso de animales. Sin embargo, se trata de mitos, es decir, de afirmaciones sin base científica que distan mucho de la realidad. No obstante, noticias tan recientes como el caso de Vivotecnia hacen que aumente el rechazo a estas prácticas.

Sin embargo, este evento no refleja la realidad actual de la experimentación animal. Se trata de un caso muy puntual que fue notificado inmediatamente a las autoridades, las cuales ordenaron la clausura de las instalaciones.

La realidad es que, en los últimos 20 años, la manera en la que se lleva a cabo la experimentación con animales ha sufrido un cambio drástico. Actualmente, esta práctica científica está extremadamente regulada.

Cualquier experimento que se quiera realizar con animales debe detallarse (protocolo) y ser aprobado por, al menos, tres comités éticos: el del propio centro de investigación, uno independiente externo y, finalmente, por la autoridad competente (en el caso de España, las consejerías de Medio Ambiente, Agricultura o Sanidad de las comunidades autónomas).

Por último, hay que tener en cuenta que el número de animales con fines de investigación o docentes se ha reducido considerablemente en los últimos años.

Además, estas cifras contrastan claramente con las relacionadas con la industria alimentaria. Por ejemplo, en España durante 2017, el número de ratones (el animal más utilizado en investigación) usados en experimentación animal fue de 523 000, mientras que solo en diciembre de ese mismo año se destinaron un total de 30 millones de cerdos a la alimentación.

 

¿Cómo debe tratarse a los animales de experimentación?

 

Tanto en España como en el resto de Europa, toda la legislación alrededor de la experimentación animal se ha desarrollado siguiendo el principio de las tres erres: reemplazo, reducción y refinamiento.

El principio de reemplazo obliga a usar otras alternativas siempre que sea posible. Por ejemplo, modelos computacionales, cultivos celulares u otros procedimientos in vitro.

Sin embargo, en muchos casos resulta complicado poder reproducir la enorme complejidad de un ser vivo mediante otros modelos. Es el caso de las enfermedades genéticas, pues es casi imposible estudiarlas sin ratones, los cuales comparten el 95 % de los genes con los humanos.

Lo mismo sucede con las vacunas (como la del covid-19), cuyo desarrollo o efecto no se puede predecir mediante un programa informático debido a la complejidad del sistema inmunitario.

Por otro lado, el principio de reducción consiste en disminuir al mínimo posible el número de animales utilizados. Actualmente, se han desarrollado programas estadísticos que estiman el número mínimo necesario de animales para obtener resultados fiables.

Por último, el refinamiento se refiere a garantizar el bienestar animal tanto durante el experimento como en el día a día. Esto incluye minimizar cualquier dolor o angustia que el animal pueda sentir.

Por ejemplo, algunas formas de mejorar la calidad de vida de estos animales son proporcionándoles jaulas grandes con papel u objetos con los que jugar o estabularlos en grupos en lugar de aislados.

Rata del laboratorio. / Claudia Esposito. Author provided

 

Supervisión y formación para evitar el sufrimiento animal

 

Todos los animalarios cuentan con la supervisión de un veterinario o veterinaria y otros profesionales que vigilan y garantizan el bienestar de los animales. Los investigadores e investigadoras que trabajen con animales deben estar correctamente acreditados por el organismo competente para poder desarrollar sus funciones.

Además, es necesario renovar periódicamente esta acreditación. Para ello, se realizan cursos que mantienen actualizados a los investigadores e investigadoras sobre las últimas novedades con el fin de mejorar la calidad de la experimentación con animales.

En muchas ocasiones, este trabajo supone una carga emocional que pasa inadvertida, pues científicas y científicos también entendemos la polémica que genera este trabajo.

Sin embargo, también somos conscientes de que sería imposible ampliar nuestro conocimiento o desarrollar nuevos medicamentos sin esta práctica, ya que a día de hoy todavía no disponemos de modelos igual de fiables y predictivos.

Por todo ello, es necesario que investigadoras e investigadores mostremos la realidad de la experimentación animal, cómo se lleva a cabo y cuál es su finalidad. Esta es la única manera de que la sociedad pueda comprender los beneficios que nos aporta y que apoye lo trabajos de experimentación con animales.The Conversation