Cuando el naturalista Charles Darwin desembarcó en las Galápagos, en 1835, en su vuelta al mundo a bordo del Beagle, se dio cuenta de que había llegado a unas islas con un espectacular paisaje volcánico y una fauna endémica que le inspiraría años más tarde su revolucionaria teoría de la evolución.

Sumario

 

Hoy en día las Galápagos siguen siendo unas islas lejanas del océano Pacífico, situadas a unos 1.000 kilómetros de la costa de Ecuador, que merece la pena visitar.

Las Islas Galápagos ante el cambio climático / Mapa: EA Las Islas Galápagos ante el cambio climático / Mapa: EA

Las iguanas, las tortugas gigantes, los leones marinos, los pingüinos, los albatros y una gran variedad de aves siguen haciendo de estas islas un lugar muy extraordinario que, sin embargo, está amenazado por el cambio climático

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Las iguanas, las tortugas gigantes, los leones marinos, los pingüinos, los albatros y una gran variedad de aves siguen haciendo de estas islas un lugar muy extraordinario que, sin embargo, está amenazado por el cambio climático.

Desembarcar hoy en las Galápagos produce desde el primer momento una emoción inevitable. Cuando el avión procedente de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil aterriza en la pequeña isla de Baltra, después de una hora y tres cuartos sobrevolando el océano, el paisaje volcánico, los cactus gigantes y las iguanas de aspecto antediluviano ya advierten que estas islas no se parecen a nada.

En la terminal, el pago de cien dólares como entrada a las islas, también advierte que las Galápagos no son un destino barato.

Ejemplar macho de Fragata Magnífica de las Galápagos. Su característico buche rojo es tremendamente llamativo. Son conocidos como piratas del mar ya que roban el alimento a otras aves / Foto: Alfons Rodríguez Ejemplar macho de Fragata Magnífica de las Galápagos. Su característico buche rojo es tremendamente llamativo. Son conocidos como piratas del mar ya que roban el alimento a otras aves / Foto: Alfons Rodríguez

A partir de aquí, tienes dos opciones: o bien instalarte en uno de los hoteles de Puerto Baquerizo Moreno o Puerto Ayora, o embarcarte para visitar las distintas islas del archipiélago: trece de grandes, doce de tamaño mediano y muchísimos islotes.

Poder pasear entre leones marinos, tortugas gigantes, iguanas y albatros es, en resumen, lo que hace de las Galápagos un destino único

En cualquier caso, es en las islas deshabitadas donde te percatas de que la ausencia de grandes depredadores es la causante de que la fauna de las Galápagos no se asuste por nada. Poder pasear entre leones marinos, tortugas gigantes, iguanas y albatros es, en resumen, lo que hace de las Galápagos un destino único.

 

Límites al turismo

 

Cría de galápagos de la Isla Floreana del 2022 en la Estación De Charles Darwin. Se llevan a cabo programas de reproducción de todas y cada una de las islas / Foto: Alfons Rodríguez Cría de galápagos de la Isla Floreana del 2022 en la Estación De Charles Darwin. Se llevan a cabo programas de reproducción de todas y cada una de las islas / Foto: Alfons Rodríguez

Si bien durante la pandemia de covid-19 las Galápagos vivieron unos meses de confinamiento, con el final de la misma sus 35.000 habitantes, dedicados en su mayoría al turismo, han visto con satisfacción el regreso de los visitantes. El problema es que el número de turistas no puede descontrolarse.

Aunque no hay cifras oficiales, se hablaba hace años de un tope de 150.000 anuales, pero este límite ya se superó en 2018. Unos años antes, en 2007, las Naciones Unidas lanzaron una advertencia sobre los peligros que podía comportar el aumento de turistas, y en 2018 la Unesco alertó que las Galápagos podían ser muy vulnerables al cambio climático.  

Junio y diciembre están considerados buenos meses para visitar las islas, aunque la niebla llamada garúa complica a veces la visión de las islas

Las corrientes marinas de distinta temperatura que confluyen en estas islas son las responsables del clima peculiar de las Galápagos. Entre enero y junio viven la estación de lluvias, mientras que la estación seca se prolonga el resto del año. Junio y diciembre están considerados buenos meses para visitar las islas, aunque la niebla llamada garúa complica a veces la visión de las islas.

 

Consecuencias fatales del cambio climático

 

Directora Científica de la Estación Charles Darwin, María José Barragán / Foto: Alfons Rodríguez Directora Científica de la Estación Charles Darwin, María José Barragán / Foto: Alfons Rodríguez

De vez en cuando, sin embargo, todo se altera. A principios de los ochenta, por ejemplo, el fenómeno climático de El Niño elevó inesperadamente la temperatura del agua en el Pacífico y provocó que los nutrientes no subieran a la superficie.

Las consecuencias fueron fatales para la fauna de las islas, ya que murieron gran cantidad de iguanas marinas y leones marinos. A partir de entonces, se intensificó la vigilancia de los científicos sobre las Galápagos.

La población humana ocupa tan sólo un 3% del territorio de las islas. El resto, desde 1959, es un gran parque natural que depende del Gobierno de Ecuador

La población humana ocupa tan sólo un 3% del territorio de las islas. El resto, desde 1959, es un gran parque natural que depende del Gobierno de Ecuador. En las islas de Santa Cruz y San Cristóbal es donde se concentra la mayor parte de la población, en concreto en las ciudades de Puerto Ayora y Puerto Baquerizo Moreno (la capital de las islas).

En los muelles de ambas esperan tumbados los leones marinos, que en algunos casos gruñen huraños cuando ven acercarse a los turistas, convencidos de su dominio sobre las islas. En ambas ciudades hay unos cuantos hoteles que tienen que ceñirse a las normas que impiden la construcción de macrohoteles y resorts. El número máximo de habitaciones permitido es de treinta y cinco.  

Las tiendas, bares y restaurantes que hay en los paseos marítimos de ambas ciudades están en su mayor parte volcados al turismo, la principal fuente de ingresos de las islas.

 

“Las Galápagos no son un destino barato”

 

Una Fragata Magnífica hembra sobrevuela la isla de North Seymur. Estas aves endémicas de las Galápagos no son de plumaje impermeable y por eso han desarrollado un sistema de pesca sin sumergirse en el agua / Foto: Alfons Rodríguez Una Fragata Magnífica hembra sobrevuela la isla de North Seymur. Estas aves endémicas de las Galápagos no son de plumaje impermeable y por eso han desarrollado un sistema de pesca sin sumergirse en el agua / Foto: Alfons Rodríguez

En las Galápagos lo grande está mal visto, ya que son conscientes de que la masificación puede perjudicar a la fauna de las islas. Prueba de ello es que el número de barcos turísticos está limitado a un centenar y no se permiten las embarcaciones de más de cien pasajeros. Los macrocruceros, por lo tanto, no pueden visitar las Galápagos, unas islas donde abundan los catamaranes de una veintena de plazas, para poder ir de isla en isla sin agobios.

Los que se instalan por libre en los puertos turísticos, por otra parte, pueden contratar excursiones de un día a las islas más interesantes, pero tienen que contar obligatoriamente con un guía oficial de naturaleza. Esto las encarece, por supuesto.

Los límites y precios se fijan para proteger unas islas que no pueden permitirse la masificación. Un amigo ecuatoriano me comentaba hace unos días que sale más barata una semana en Miami que en las Galápagos

RAMIRO TOMALÁ, guía de Santa Cruz

“Las Galápagos no son un destino barato”, comenta Ramiro Tomalá, un guía nacido en la isla de Santa Cruz, “pero los límites y precios se fijan para proteger unas islas que no pueden permitirse la masificación. Un amigo ecuatoriano me comentaba hace unos días que sale más barata una semana en Miami que en las Galápagos. Es muy probable, pero es que este es un archipiélago muy especial que hay que cuidar”.

 

La alternativa a ir por libre

 

Iguana terrestre de Santa Fe, endémica de la isla de Santa Fey por tanto única en el planeta (Canolophus pallidus) Iguana terrestre de Santa Fe, endémica de la isla de Santa Fe y por tanto única en el planeta (Canolophus pallidus)

La alternativa a ir por libre consiste en embarcarse en una de las naves que recorren las islas, lo que te permite dormir y comer a bordo cómodamente instalado. Nosotros lo hicimos en el MS Santa Cruz II, gestionado por la compañía noruega Hurtigruten, especializada hasta hace poco en navegar por destinos mucho más fríos, como Noruega, Groenlandia y la Antártida. La navegación en las Galápagos suele hacerse de noche; por la mañana, al levantarte, ya ves por la ventana la isla de destino.

Las zodiacs del barco te llevan a la playa o a las rocas y a partir de aquí empieza la aventura de caminar por las islas, entre una fauna terrestre o marítima que por lo general te ignora y numerosas aves que no cesan de revolotear alrededor. Los guías naturalistas se ocupan de dar las explicaciones pertinentes.

Las fregatas masculinas hinchan exageradamente su buche de color rojo para llamar la atención de las hembras, o que las extrañas danzas de los piqueros de patas azules o de los albatros son en realidad emocionantes ceremonias de cortejo

Por ejemplo, que las fregatas masculinas hinchan exageradamente su buche de color rojo para llamar la atención de las hembras, o que las extrañas danzas de los piqueros de patas azules o de los albatros son en realidad emocionantes ceremonias de cortejo. O que el color de las iguanas, tanto las terrestres como las marítimas, varía en cada isla, como si estuvieran participando en un concurso de camuflaje y de adaptación al territorio.

 

Las distintas islas de las Galápagos

 

Islotes en Punta Pitt. El archipiélago de Colón o Islas Galápagos está compuesto por 13 islas mayores, 9 medianas y 107 islotes repartidos entre el hemisferio sur y el norte, algo que solo se da en otro archipiélago en todo el planeta / Foto: Alfons Rodríguez Islotes en Punta Pitt. El archipiélago de Colón o Islas Galápagos está compuesto por 13 islas mayores, 9 medianas y 107 islotes repartidos entre el hemisferio sur y el norte, algo que solo se da en otro archipiélago en todo el planeta / Foto: Alfons Rodríguez

La fauna se distribuye por las distintas islas de las Galápagos, a menudo con especies endémicas con características diferenciadas. Cada isla, de hecho, es un pequeño mundo. En Plaza Sur, por ejemplo, pudimos ver a los tiburones acechando, muy cerca de la costa, la zona de baño de las crías de los leones marinos. De vez en cuando, un súbito remolino y el agua enrojecida anunciaban que habían cazado a alguna víctima.

De noche, por otra parte, cuando el MS Santa Cruz II encendía las luces, atraían a una multitud de peces voladores; tras ellos llegaban decenas de tiburones que se lanzaban sobre ellos en maniobras de una sorprendente agilidad.  

La Isabela, por ejemplo, la isla mayor del archipiélago (4.588 kilómetros cuadrados), es famosa por sus seis volcanes, uno de los cuales, el Wolf, entró en erupción a principios de año (2022)

Si bien la mayor parte de las islas destaca por el interés de su fauna endémica, también las hay que llaman la atención por otros factores. La Isabela, por ejemplo, la isla mayor del archipiélago (4.588 kilómetros cuadrados), es famosa por sus seis volcanes, uno de los cuales, el Wolf, entró en erupción a principios del año 2022.

La población humana es menor en esta isla (viven en ella unos 2.200 habitantes), en cuyas costas proliferan numerosas iguanas, tortugas, cormoranes, pelícanos, pingüinos y otros animales que justifican el viaje.

 

Isla de Floreana, “la de los “robinsones”

 

Tortuga gigante salvaje de Isla Santa Cruz (‘Chelonoidis nigra’). Existen un total de 10 especies de tortugas dependiendo del hábitat y de la isla, pero todas están estrechamente relacionadas. Pueden llegar a vivir hasta 400 años. La de Floreana es también la más grande del mundo / Foto: Alfons Rodríguez Tortuga gigante salvaje de Isla Santa Cruz (‘Chelonoidis nigra’). Existen un total de 10 especies de tortugas dependiendo del hábitat y de la isla, pero todas están estrechamente relacionadas. Pueden llegar a vivir hasta 400 años. La de Floreana es también la más grande del mundo / Foto: Alfons Rodríguez

La isla de Floreana, por otra parte, es conocida popularmente con el nombre de “la de los “robinsones”, en recuerdo de los que se instalaron en ella a partir de los años treinta del siglo pasado. La alemana Margret Wittmer (1904-2000) lo contó en Floreana, lista de correos (1), un libro que lleva por subtítulo Una familia Robinsón en las islas Galápagos y que en España lo publicó Editorial Juventud.

La “lista de correos” hace referencia al barril clavado en una estaca que hay en una de las playas; allí dejaban, y siguen dejando, sus mensajes los navegantes de paso, aunque con el tiempo se ha convertido en un objeto turístico.

Los conflictos entre las tres “familias” de robinsones que coincidieron en Floreana no tardaron en aflorar, como recoge el documental The Galapagos Affair, producido en Hollywood en 2013. Allí se cuenta el conflicto de los Wittmer con un excéntrico dentista alemán, Friedrich Ritter, y con una autodenominada baronesa, también alemana, que se instaló en la isla con sus tres amantes.

Margret Wittmer, por cierto, tuvo dos hijos en la isla, en una casa de madera construída junto a una cascada. Uno de ellos dirige hoy una de las agencias turísticas instaladas en las Galápagos

El primero murió envenenado y la seguna desapareció en alta mar, alimentando la idea de que algo turbio sucedió en aquel tiempo en Floreana. Margret Wittmer, por cierto, tuvo dos hijos en la isla, en una casa de madera construída junto a una cascada. Uno de ellos dirige hoy una de las agencias turísticas instaladas en las Galápagos.

Referencias