Las futuras generaciones heredarán este planeta. Aunque en ocasiones se incluya a los niños y niñas en esta definición, lo más adecuado sería referirse solamente a personas que aún no han nacido y de las que no conocemos ni sus nombres ni su apariencia ni sus deseos, pero que vendrán dentro de diez, cien o quizá mil años.
Nos planteamos si las futuras generaciones tienen derechos. La realidad es que casi la mitad de las constituciones de los Estados las mencionan y las vinculan a valores como la libertad, la justicia, la paz, la prosperidad, la democracia o la igualdad. En algunos países como Alemania, Noruega o Brasil incluso se les reconocen derechos en el ámbito del medioambiente.
Hungría, además de derechos relacionados con el medioambiente, reconoce a las futuras generaciones derechos culturales y creó una figura especializada para la defensa de sus derechos: el Comisionado Parlamentario para las Generaciones Futuras. Es de vital importancia, ya que estas no solo no se pueden defenderse por sí mismas, sino que no podemos ni siquiera conocer su voluntad. Debemos interpretarla desde nuestro deseo de legarles un mundo en el que puedan vivir con las mejores condiciones posibles. Algún día formarán parte de la humanidad como nos ocurrió a nosotros.
En el ámbito internacional existen varios tratados que hacen referencia a las futuras generaciones. La primera línea del preámbulo de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, el tratado más importante del derecho internacional actual, reconoce: “Nosotros los pueblos de las naciones unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra…”. Tras esta frase, establece el actual diseño de la sociedad internacional de nuestros días.
¿Solo tienes derechos medioambientales?
Mas de 30 tratados que se firmaron tras la Carta hacen referencia a las futuras generaciones. Los derechos que a día de hoy se les reconocen son principalmente los relacionados con los aspectos medioambientales que se han desarrollado desde la Conferencia de Estocolmo en 1972 hasta nuestros días y que pasan por multitud de acuerdos, muchos de ellos potenciados por las diferentes cumbres de la Tierra que han tenido lugar. También se les reconocen algunos derechos culturales, pero aún queda por elaborar un catálogo completo de derechos y que este compendio sea admitido por todos los Estados.
El papel de liderazgo de la ONU respecto al reconocimiento de los derechos de las futuras generaciones se ha acelerado en los últimos años, y no solo por la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2015, que ya tenía su base en acuerdos anteriores, sino por toda una serie de iniciativas, entre las que destaca la Cumbre del Futuro celebrada en septiembre de 2024 en Nueva York.
Entonces, se acordó por consenso una declaración sobre las generaciones futuras sin valor obligatorio. Dicha declaración incluye unos principios que servirán a los Estados e instituciones internacionales a esforzarse para que las futuras generaciones hereden un mundo en paz, con respeto a los derechos humanos y en el que las personas puedan prosperar.
Hay países, especialmente en África, donde lo que se transmite entre generaciones no es la riqueza ni la prosperidad, sino la pobreza, el hambre, la desigualdad y la injusticia, y debemos tratar de evitar que esta sea la herencia. Ciertamente, tenemos que esforzarnos en entregar a las siguientes generaciones un medioambiente limpio, sano y sostenible, pero también, como la declaración señala, un planeta en el que haya igualdad de género, ausencia de racismo y en el que puedan desarrollarse con plenitud las personas con alguna discapacidad.
Un punto fundamental para la ONU
Para cumplir con estas propuestas se hizo un llamamiento a la sociedad civil, al mundo académico y a las empresas. La propia ONU se comprometió, por su parte, a nombrar a un Enviado Especial para las Generaciones Futuras y volver a tratar este tema, esta vez de manera específica, al más alto nivel en la Asamblea de la organización.
Esperemos que esa fuera una verdadera señal de salida para que los derechos de las futuras generaciones ganen en protagonismo y se conviertan un tema central en las agendas políticas nacionales e internacionales. Ojalá que en los próximos años un tratado internacional recoja un completo catálogo de derechos de las futuras generaciones y los haga obligatorios para los Estados firmantes.
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