Tras el vertido de un contenedor de pélets de plástico frente a las costas portuguesas el 8 de diciembre, la oleada de plásticos blancos se ha convertido ya en una marea blanca en las costas gallegas, empezando a llegar también al resto del litoral cantábrico de Asturias, Cantabria y País Vasco.

Sumario

 

El 8 de diciembre el Toconao, un carguero con bandera liberiana, perdió seis de los contenedores que transportaba frente a las costas del norte de Portugal, a la altura de Viana do Castelo. El buque realizaba el trayecto que une Gibraltar y Rotterdam y una tormenta le hizo perder parte de su carga.

Mapa del vertido de pélets en la costa española / Infografía: EA Mapa del vertido de pélets en la costa española / Infografía: EA

 

El vertido de pélets de plástico

 

En estos seis contenedores había pasta de tomate, barras de aluminio, rollos de papel film o neumáticos, pero en uno de ellos había más de 25 toneladas de pélets, unos 1.050 sacos de unos 26 kilogramos cada uno. El mismo día del vertido se dio el aviso, reportándose la situación a España, Portugal y a la Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA).

Tras el prácticamente inmediato aviso del vertido, la primera alarma de su llegada a tierra salta el 13 de diciembre, cuando un particular avisa a emergencias de que se ha encontrado un saco de pélets en la costa de Ribeira, en las Rías Bajas coruñesas.

 

La llegada del pélets plástico a las costas españolas

 

Desde esa primera llegada, el vertido fue alcanzando paulatinamente las costas españolas, aunque la alarma generalizada no se desató hasta principios de enero. Durante todo ese proceso se dio una soterrada guerra de información y falta de colaboración entre la administración autonómica y estatal. Mientras, los pélets llegaban cada vez con mayor frecuencia, primero a la costa de las Rías Bajas y, posteriormente, también a las Rías Altas.

Ante la falta de colaboración entre las administraciones, cientos de voluntarios se lanzaron a las playas para recoger los pélets que iban llegando a los arenales costeros con coladores y guantes. Según el vertido iba alcanzando de forma masiva la costa gallega, empezaron a descubrirse también grandes cantidades de pélets en Asturias, ante lo cual activó el nivel 2 de alerta de emergencias, comenzando la colaboración con el Gobierno central para la limpieza de sus playas.

Mientras seguía la guerra de comunicación entre Comunidad y Gobierno, a la espera de que Galicia pidiera ayuda de manera concreta y oficial, la Xunta también activó el nivel 2 de alerta en sus costas, esperando que el Ministerio pusiera todos los medios para retirar el vertido, apuntando especialmente al trabajo en el mar para evitar que el vertido llegue a las costas. La activación de este nivel 2 de alerta permite que el Ministerio de Transición Ecológica incorpore los recursos estatales a la limpieza de las zonas afectadas, así como una mayor coordinación de las administraciones en su trabajo.

Pero la marea sigue llegando a las costas sin respiro, con Asturias sufriendo una aparición generalizada, los pélets empiezan a estar presentes en varias playas de Cantabria y País Vasco ha activado un Plan de Emergencia al localizar lo que podían ser los primeros restos en sus playas.

Bruselas ha mostrado su preocupación por el vertido, hablando de amenaza al medio ambiente y a actividades económicas como la pesca, proponiendo su colaboración y disposición para saber cómo puede ayudar mejor. Mientras se desarrolla toda esta situación, la inquietud se adueña de los pescadores y la gente que vive del mar, preguntándose por las consecuencias que puede tener este vertido, cómo puede afectarles y lo que aún resta por llegar.

 

Los pélets de plástico y su afectación al medio ambiente

 

Estos pélets son pequeñas bolas de plástico, de color blanco o transparente y un tamaño máximo de unos 5 mm de diámetro. Son una materia prima básica para fabricar todo tipo de productos plásticos, de ahí su transporte en cantidades tan inmensas.

Este material no es biodegradable y no puede eliminarse a corto plazo. Parece que no interacciona con el agua, pero puede ser tóxico, entrando en la cadena trófica cuando los animales marinos, peces o aves, se lo coman confundiéndolo con cualquier tipo de alimentos.

La situación no es fácilmente solucionable a corto plazo ya que, aunque se sigan recogiendo los pélets que llegan a las costas, es un material muy ligero y que se mantiene a flote, siendo arrastrado por las corrientes y tormentas sin un rumbo definido. Así, puede pasar mucho tiempo en suspensión en el mar mientras sigue alcanzando las zonas costeras.