La Jayona, una explotación minera clausurada a principios del siglo XX en el Sur de Badajoz se convirtió en una gigantesca llaga abierta en el paisaje. Un escenario inerte de escombros, rocas desnudas y oquedades vacías. Pero la Naturaleza comenzó a hacerse con ese espacio abandonado. Día a día, estación a estación, la Vida se ha ido adueñando de La Jayona hasta convertirla en lo que es hoy: un enclave medioambiental único que ha sido declarado Monumento Natural.