Los ataques militares tienen unas alarmantes consecuencias en el ecosistema. Los residuos radioactivos contaminan los campos, millones de toneladas de municiones yacen en nuestros océanos, agentes químicos contaminan nuestros paisajes, el uso militar es el responsable alrededor del diez por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono -la huella militar es enorme-. Desde la Primera Guerra Mundial hasta hoy la naturaleza está en línea de fuego. Después de 100 años, las huellas de esa guerra las seguimos encontrando en los campos de batalla como el de Verdún.