Se cumplen 83 días desde que se inició la guerra en Ucrania. El ejército ucraniano prosigue con su contraofensiva en los alrededores de la ciudad de Járkov, al noreste del país, y las tropas rusas retroceden hasta la frontera. Mientras, Suecia anuncia que solicitará su ingreso a la OTAN, siguiendo el ejemplo de Finlandia. De esta manera, ambos países ponen fin a una larga tradición de oposición a la alianza militar transatlántica.

Sumario

 

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Llegamos al final de un trayecto por carretera a través de cinco de los países fronterizos con Ucrania: Medyka (Polonia), Vel’ke Slemence (Eslovaquia), Beregsurány (Hungría), Siret (Rumanía) y Palanca (Moldavia). Vamos con la quinta y última entrega: un reportaje en el que atravesamos Moldavia, pasamos por Chisináu hasta el remoto paso fronterizo de Palanca

 

Mapa del éxodo desde Ucrania en la frontera de Moldavia: Palanca / Mapa: EA Mapa del éxodo desde Ucrania en la frontera de Moldavia: Palanca / Mapa: EA

La respuesta de Vladimir Putin ha sido rápida y concisa. Rusia ha advertido de que la adhesión de los dos países no supone un problema siempre y cuando no venga acompañada de refuerzos militares. Si es el caso, será un “grave error” y habrá consecuencias, tal como avisaba el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Riabkov.  

El secretario general de la ONU, António Guterres, visitó Moldavia e indicó que el propósito de su viaje era "respaldar a los refugiados y agradecer personalmente a los moldavos y a todos los que les brindan asistencia”

Son muchos los que piensan –analistas y no– que Moldavia se podría convertir en el próximo objetivo de Putin. Hace menos de una semana el secretario general de la ONU, António Guterres, visitó Moldavia, un país pobre del este de Europa con menos de tres millones de habitantes y que ya ha acogido 464.294 millones de refugiados de Ucrania. El que más en porcentaje con su población. Guterres indicó que el propósito de su viaje era "respaldar a los refugiados y agradecer personalmente a los moldavos y a todos los que les brindan asistencia”.

En Moldavia existen varios pasos fronterizos, pero los dos principales con centros humanitarios donde acuden las personas que huyen de la guerra de Ucrania son Ocnita y Palanca. Hace unas semanas, desde EcoAvant.com, atravesamos el país por carretera pasando por su capital, Chisináu, hasta en el remoto punto fronterizo de Palanca, a escasos kilómetros de la ciudad ucraniana de Odesa.

El número de refugiados no ha dejado de crecer desde el 24 de febrero. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) (1) estima que más de seis millones han huido de Ucrania desde el inicio de la ofensiva militar.

Hay quien piensa que todavía es pronto para hablar de éxodo, pero también hay quien sostiene que ya es el éxodo más rápido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

ACNUR calcula que hay unos 7,7 millones de desplazados internos. Naciones Unidas teme que la cifra de refugiados supere los 8,3 millones, a no ser que se produzca un alto el fuego de manera repentina; cosa que de momento no parece que vaya a suceder.

Según los últimos datos del Alto Comisionado 6.266.844 personas han abandonado el territorio ucraniano a 16 de mayo de 2022. Por países, 3.376.992 refugiados ya han llegado Polonia, 924.869 a Rumanía, 850.534 a Rusia, 610.076 a Hungría, 464.294 a Moldavia, 424.027 a Eslovaquia y 27.308 a Bielorrusia.

El 19 de marzo, desde EcoAvant.com, iniciamos un trayecto por carretera a través de los principales pasos fronterizos donde llegan las personas huidas de la guerra hasta cinco de los siete países que tienen frontera con Ucrania: Medyka (Polonia), Vel’ke Slemence (Eslovaquia), Beregsurány (Hungría), Siret (Rumanía) y Palanca (Moldavia).

Este es el último de una serie de cinco, que corresponde al remoto paso fronterizo de Palanca, en el sureste de Moldavia. Una vez más, entrevistamos y conocemos las historias de las personas que hasta allí siguen llegando

Nuestro viaje finaliza 10 días más tarde, el 28 de marzo, después de haber recogido decenas de testimonios y experiencias de la barbarie y el terror de la guerra, que ahora os explicamos en forma de reportajes. Este es el último de una serie de cinco, que corresponde al remoto paso fronterizo de Palanca, en el sureste de Moldavia. Una vez más, entrevistamos y conocemos las historias de las personas que hasta allí siguen llegando.

 

Algunos datos sobre Moldavia

 

Una de las poblaciones de Moldavia a las afueras de Chisináu / Foto: FFM - EA Una de las poblaciones de Moldavia a las afueras de Chisináu / Foto: FFM - EA

Después de recorrer todo el norte de Rumania y llegar a Siret, continuamos hasta que pasamos a la frontera de Moldavia con destino a Chisináu y Palanca. El paisaje te atrapa, te traslada en el tiempo. Todo es de otra época. Tienes una extraña sensación combinada entre un mundo previo a 1989 –cuando la URSS estaba vigente– y algún pasaje del célebre cómic de Tintín.

Se trata de una geografía que evoca a las aventuras en Syldavia, el reino imaginario que recrea el artista belga Hergé –de nombre George Prosper Remi– en varios de sus títulos como El cetro de Ottokar, entre otros. Syldavie, en francés, es un topónimo que simula una mezcla cultural y geográfica entre Transilvania –en el centro de Rumanía– y Moldavia. 

Hasta Chisináu, la capital, predomina un paisaje rocoso que incluye viñedos y algún bosque. La República de Moldavia no tiene litoral y se encuentra entre el oeste de Rumanía y el sureste de Ucrania

Con una población de poco más de 2,5 millones de habitantes, Moldavia es una antigua república de la Unión Soviética de Europa Oriental. Viajando en vehículo, surcas la carretera y después de cada curva se descubre un monumento que recuerda a épocas pretéritas y soviéticas, como las icónicas paradas de autobús.

Una de las icónicas paradas de autobús de Moldavia propia de la época soviética / Foto: FFM - EA Una de las icónicas paradas de autobús de Moldavia propia de la época soviética / Foto: FFM - EA

Hasta Chisináu, la capital, predomina un paisaje rocoso que incluye viñedos y algún bosque. La República de Moldavia no tiene litoral y se encuentra entre el oeste de Rumanía y el sureste de Ucrania.

Moldavia es la excepción de todo el resto de países que hemos visitado y que tienen frontera con Ucrania ni pertenece a la UE, ni a la OTAN. Las largas esperas en su frontera así lo evidencian

Moldavia es la excepción de todo el resto de países que hemos visitado y que tienen frontera con Ucrania, es decir, Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumanía. Ni pertenece a la Unión Europea (UE) ni a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Las largas esperas en su frontera así lo evidencian.

Llama la atención su diversidad en cuanto a la población. Con el 80% de habla rumana, tiene un 74% de población moldava, un 7% rumana, un 6,5% ucraniana, 4,5% gagauza (grupo étnico túrquico) y 4% rusa. La actual República de Moldavia se declaró independiente después de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991, con las mismas fronteras que la antigua República Socialista Soviética de Moldavia.  

  

Transnistria, un conflicto “congelado”

 

Una de las calles principales en el centro de Chisináu, la capital de Moldavia / Foto: FFM - EA Una de las calles principales en el centro de Chisináu, la capital de Moldavia / Foto: FFM - EA

En 1992, Transnistria, en la orilla oriental del río Dniéster y con capital en Tiráspol, se autoproclamó como la República Moldava del Dniéster. Pese a ello, no cuenta con reconocimiento internacional, en lo que se ha denominado como un conflicto postsoviético “congelado”. Grupos prorrusos con el apoyo de Moscú, protagonizaron los enfrentamientos por la independencia. El actual Gobierno de la región, depende de subsidios del Kremlin y la mayoría de sus ciudadanos son de origen ruso o ucraniano, tal como recoge el último informe de 2021 de Freedom House (2)

Moldavia se encuentra en una situación muy frágil ante el conflicto de Ucrania. Consciente de ello, la presidenta de la República de Moldavia, Maia Sandu, nada más empezar la guerra, solicitó oficialmente el ingreso del país en la Unión Europea, siguiendo el ejemplo de Georgia y Ucrania –dos países que ahora tienen tropas rusas en su territorio–. Inmediatamente Transnistria pidió al Ejecutivo europeo que reconociera su independencia antes de tal trámite.

La ofensiva militar rusa en Ucrania hace temer al Gobierno moldavo. Diversas explosiones del 25 y 26 de abril en Tiráspol, en un edificio de la capital de la Transnistria, sin víctimas mortales, vienen a confirmar estos temores

Una de las icónicas estatuas soviéticas con unos racimos de uvas en una zona de viñas y cultivo de árboles frutales en Moldavia / Foto: FFM - EA Una de las icónicas estatuas soviéticas con unos racimos de uvas en una zona de viñas y cultivo de árboles frutales en Moldavia / Foto: FFM - EA

La ofensiva militar rusa en Ucrania hace temer al Gobierno moldavo. Diversas explosiones del 25 y 26 de abril en Tiráspol, en un edificio de la capital de la Transnistria, sin víctimas mortales, vienen a confirmar estos temores.

Según el Council Foreing Relations (3), un think tank estadounidense especializado en política exterior y relaciones internacionales “el Kremlin ha buscado obstinadamente expandir su control sobre los territorios postsoviéticos, desde la provincia separatista de Transnistria en Moldavia”. 

Según la directora de Inteligencia Nacional de EE UU, Avril Haines, la estrategia podría incluir la construcción de un puente por el sur de Ucrania desde Crimea hasta Transnistria, en Moldavia

Tal como informaba la CNN (4) el 10 mayo, la directora de Inteligencia Nacional de EE UU, Avril Haines, advertía ese mismo día en el Congreso que la guerra de Ucrania se volvería “más impredecible y escalada” en los próximos meses, dando por supuesta una contienda bélica de largo recorrido. Según Haines, la estrategia podría incluir la construcción de un puente por el sur de Ucrania desde Crimea hasta Transnistria, en Moldavia.

Otro dato que no juega a favor de Moldavia es que su ejército apenas cuenta con 6.000 sodados en activo y 12.000 reservistas. Mientras que el grueso militar de Transnistria es de hasta 7.500 efectivos con una capacidad de convocar hasta 25.000 más.

 

Postura moldava ante el conflicto

 

Coronel y jefe del departamento de logística del Estado Mayor General del Ejército Nacional, Adrian Efros / Foto: MoldPres Coronel y jefe del departamento de logística del Estado Mayor General del Ejército Nacional, Adrian Efros / Foto: MoldPres

Moldavia es el país que más refugiados ha acogido de Ucrania en porcentaje con su población. “Existe cierto riesgo de que el conflicto en Ucrania se extienda al territorio de la República de Moldavia. Las autoridades estatales están preparadas para cualquier escenario”, sopesa el coronel y jefe del departamento de logística del Estado Mayor General del Ejército Nacional, Adrian Efros, que matiza: “Por el momento no hay indicios evidentes de que exista el peligro de una inminente invasión del país”.

Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, Adrian Efros es el responsable del Centro Único para la Gestión de la Crisis de los Refugiados en Moldavia (CUGC, por sus siglas en moldavo) –desde que se creara el 28 de febrero (5)– y subraya la neutralidad del país. “Moldavia no tiene ningún papel en este conflicto. Es un estado neutral, lo que se ha enfatizado repetidamente al más alto nivel político”, argumenta Efros a EcoAvant.com por correo electrónico.

Este estatus no impide que la República de Moldavia otorgue ayuda humanitaria a Ucrania, así como que reciba refugiados de su territorio en su territorio. Hasta el momento, más de 464.000 han atravesado el país, de los cuales nada menos que 90.000 se han quedado

ADRIAN EFROS, responsable de CUGC

“Este estatus no impide que la República de Moldavia otorgue ayuda humanitaria a Ucrania, así como que reciba refugiados de su territorio en su territorio. Hasta el momento, más de 464.000 han atravesado el país, de los cuales nada menos que 90.000 se han quedado”, indica el alto cargo del ejército moldavo.

Campo de refugiados moldavo habilitado por las autoridades para personas que escapan de la guerra de Ucrania en Palanca (Moldavia) / Foto: FFM - EA Campo de refugiados moldavo habilitado por las autoridades para personas que escapan de la guerra de Ucrania en Palanca (Moldavia) / Foto: FFM - EA

Ante tal eventualidad, el estado ya está “tomando medidas”. Lo ha hecho desde el principio, explica Efros: “Como respuesta rápida a la situación en Ucrania, el 24 de febrero, el Gobierno de Moldavia cerró su espacio aéreo y anunció el Estado de Emergencia, permitiendo a las autoridades establecer un régimen especial de entrada y salida del país; medidas especiales para gestionar el flujo de migrantes y la protección de los refugiados, así como la de la población de la República de Moldavia y las instituciones del país. También planteó un régimen especial de trabajo para los operadores económicos y las instituciones públicas”. 

“El Gobierno de Moldavia ha declarado su disposición a recibir refugiados y está cooperando con la ONU y otras organizaciones internacionales para responder a la crisis”, agrega, “Los ciudadanos ucranianos ahora pueden ingresar al territorio de la República de Moldavia, incluso con documentos de identidad internos y sin la obligación de presentar un certificado Covid-19. Los menores de edad son admitidos con acta de nacimiento, cédula de identidad interna o pasaporte”, señala el coronel Efros.

  

La guerra vista por la escritora moldava Tatiana Tibuleac

 

Tatiana Tibuleac, escritora nacida en Chisinau en 1978 y afincada en París / Foto: Editorial Impedimenta Tatiana Tibuleac, escritora nacida en Chisinau en 1978 y afincada en París / Foto: Editorial Impedimenta

Tatiana Tibuleac (6), escritora nacida en Chisináu en 1978 y afincada en París, da con tristeza su punto de vista sobre el tránsito de refugiados.

Para Moldavia no significará mucho. Ucrania está más desarrollada que Moldavia, los ucranianos no tienen motivos para quedarse allí después de la guerra. Europa es diferente, pero no tanto. Necesitamos entender una cosa: el término refugiados no describe una masa homogénea”, afirma a través de una conversación por correo electrónico con EcoAvant.com. “Solo tienen una cosa en común: todos huyen de la guerra. Aquí terminan las similitudes”, sentencia.

“He estado comunicándome con refugiados ucranianos en París casi a diario desde el comienzo de la guerra y algunos solo pasarán una temporada en Europa y otros intentarán quedarse. Pero no todos son pobres, no todos soñaban con llegar a Europa a toda costa. La gran mayoría de los refugiados ucranianos son mujeres y niños, los hombres no pudieron salir. La migración suele funcionar al revés", argumenta Tatiana Tibuleac.

A los que añade la escritora Tibuleac: "Los hombres emigran en busca de trabajo, luego les siguen las mujeres y los niños. Es demasiado pronto para hablar de un éxodo a Europa. Depende de muchos factores, principalmente de cómo de rápido se reconstruya Ucrania y su economía. Y, por supuesto, primero tiene que acabar la guerra”

Una guerra es tuya no cuando sucede en tu casa, sino cuando sucede en tu corazón. Pasé toda mi infancia y adolescencia a la sombra de las historias de la Segunda Guerra Mundial. Creí que mi generación nació y morirá ‘en paz’. Pero ahora también tenemos nuestra guerra, una guerra cínica y monstruosa

TATIANA TIBULEAC, escritora nacida  en Chisnáu (Moldavia) y afincada en París

La autora, galardonada internacionalmente por sus novelas El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes y El jardín de vidrio (publicados en español por la editorial Impedimenta en 2019 y 2021, respectivamente) lamenta desde su casa parisina lo que se está presenciando estos últimos meses.

Un niño ucraniano duerme profundamente en uno de los stands habilitados para ese uso en un pabellón de MoldExpo, en Chisináu (Moldavia) / Foto: FFM - EA Un niño ucraniano duerme profundamente en uno de los stands habilitados para ese uso en un pabellón de MoldExpo, en Chisináu (Moldavia) / Foto: FFM - EA

La escritora moldava expone que “una guerra es tuya no cuando sucede en tu casa, sino cuando sucede en tu corazón. Pasé toda mi infancia y adolescencia a la sombra de las historias de la Segunda Guerra Mundial. Creí que mi generación nació y morirá ‘en paz’. Pero ahora también tenemos nuestra guerra, una guerra cínica y monstruosa, especialmente porque está ocurriendo en tiempos en los que deberíamos haber aprendido nuestras lecciones del pasado”.

“Mi madre está en Chisinau y, por supuesto, la guerra se siente y se escucha de manera diferente que en París. Hace unos días hubo combates en Odesa o explosiones en Transnistria, que está cerca. Pueden olerlo, oírlo. Cuando se publique este reportaje, es posible que Moldavia ya no esté en paz ni sea independiente. La mayor monstruosidad para mí es que lo estamos viendo como una película de terror, y no hacemos nada”, puntualiza Tubuleac.

  

De las bombas de Mykoliv a MoldExpo

 

Igna Nicolaev de 30 años con su hija de 7 en un pabellón de MoldExpo, en Chisináu (Moldavia) / Foto: FFM - EA Inga Nicolaev de 30 años con su hija de 7 en un pabellón de MoldExpo, en Chisináu (Moldavia) / Foto: FFM - EA

Hace tan solo unas horas que estamos en Chisináu, la capital de Moldavia. Nos acercamos a MoldExpo, un recinto ferial habilitado para asistir refugiados de Ucrania. Al entrar en uno de los pabellones, encontramos una mesa de atención y una compartimentación del suelo para otorgar intimidad a los llegados. Anastasia Carabanov y Anastasia Panisina atienden en la entrada. Ambas tienen 15 años y llevan unas semanas ayudando.

Inga Nicolaev de 30 años y su hija de 7 hace tres días que han llegado de Mykoliv, una pequeña ciudad del sur de Ucrania. Allí, pasaron más de dos semanas en un refugio, en muchos momentos sin agua ni luz

“Hay 354 camas y, aparte, tiene un salón de juegos, un departamento de psicólogos y asesoría sobre qué hacer”, conceden las dos voluntarias mientras se ve a madres con niños paseando, un grupo en círculo realizando una actividad lúdica o una decena de adolescentes jugando al fútbol en las instalaciones exteriores.

Accedemos a otro de los pabellones y encontramos a Inga Nicolaev de 30 años con su hija de 7. Hace tres días que han llegado de Mykoliv, una pequeña ciudad del sur de Ucrania entre Jérson y Odesa a 400 kilómetros de Chisináu. Allí, pasaron más de dos semanas en un refugio, en muchos momentos sin agua ni luz. Han venido a Chisináu porque es el lugar más cercano que tenían conocidos, que aguardan junto a ella mientras la entrevistamos. Uno de ellos es Ruslan Masnic y su pareja, con quien nos citamos al día siguiente en casa de su madre, donde se alojan ocho personas. 

Un día salimos unos instantes del refugio y un helicóptero que estaba volando cerca, muy cerca, tanto que pude ver en la cara de los pilotos que nos habían visto y que por suerte no nos atacaron

INGA NICOLAEV,  refugiada de Mikoliv
La suegra de Ruslan Masnic se lamenta de las condiciones en las que se encuentran por la guerra de Ucrania / Foto: FFM - EA La suegra de Ruslan Masnic se lamenta de las condiciones en las que se encuentran por la guerra de Ucrania / Foto: FFM - EA

“Nos ha sido muy difícil venir hasta aquí porque no tenemos nada de dinero y dependemos de la ayuda que ahora nos den”, nos explica Inga Nicolaev entre lágrimas y cierto pudor. Nicolaev y su hija pasarán unos días en la capital moldava y después irán a la República Checa, donde tiene varias amistades que la esperan para darle un lugar donde vivir y el respaldo que necesita. Nos dice que luego allí buscará trabajo de lo suyo, el sector bancario. En Ucrania, tenía “una vida estable muy normal”.   

Proseguimos con la entrevista hasta que nos relata una secuencia de guerra: “Un día salimos unos instantes del refugio y un helicóptero que estaba volando cerca, muy cerca, tanto que pude ver en la cara de los pilotos que nos habían visto y que por suerte no nos atacaron”. En ese momento se pone a temblar junto a su hija y ambas comienzan a llorar aterrorizadas, por lo que decidimos no proseguir con las preguntas, sobre todo por el impacto que tienen en su hija.

 

Nacer y morir en guerra

 

Ruslan Masnic en el salón de la casa de su madre en Chisináu (Moldavia) / Foto: FFM - EA Ruslan Masnic en el salón de la casa de su madre en Chisináu (Moldavia) / Foto: FFM - EA

Ruslan Masnic de 39 años tiene doble nacionalidad: rumana y moldava. Ha vivido Mykoliv, Ucrania, desde 2019. Desde el estallido de la guerra vive en el piso de su madre en Chisináu. Lo conocimos el día anterior en MoldExpo cuando fue a recoger a Inga Nicolaev y su hija para llevarlas al piso de su madre, por lo que las volvemos a ver.

Cuando Masnic, su mujer, su hija, junto con sus suegros, partieron de Mykoliv, nada más iniciar el conflicto, tardaron más de 20 horas en llegar a Chisináu pasando por Odesa, un trayecto que normalmente se hace en poco menos de cinco horas. “La carretera estaba totalmente colapsada”, recuerda.

Ahora mismo, Ruslan Masnic vive con su mujer –de profesión pediatra– y su hija de ocho meses en el piso de su madre en Chisináu. Los padres de su mujer de 76 y 81 años también vinieron con ellos, y viven todos juntos en un espacio de unos 70 metros, con un baño. En total ocho personas. 

Inga y su hija están fuertemente afectadas y traumatizadas. No pueden dejar de lado lo que vivieron durante los bombardeos. Piensan en ello a todas horas, durante todo el día y la noche. Ya han tenido varios ataques de pánico desde que están aquí

RUSLAN MASNIC, refugiado en Chisináu

Inga Nicolev es amiga de la mujer de Ruslan Masnic, y ahora también vive allí. “Ella llamó a mi mujer y le dijo que quería irse de Ucrania porque estaba viviendo en un refugio. Sí, en un refugio durante dos semanas con su madre y su hija, sin agua y sin luz“, arguye Masnic en un inglés fluido y con la expresión del que se encuentra extenuado y ciertamente abatido por la situación.  

El padre de la pareja de Ruslan Masnic (suegro) reflexiona sobre los efectos de la guerra. Cuando era pequeño quedo huérfano por la Segunda Guerra Mundial / Foto: FFM - EA El padre de la pareja de Ruslan Masnic (suegro) reflexiona sobre los efectos de la guerra. Cuando era pequeño quedó huérfano por la Segunda Guerra Mundial / Foto: FFM - EA

Masnic cree que muchos de ellos necesitan ayuda psicológica, y especialmente aquellos que han estado en refugios durante varios días. Nos detalla que “Inga y su hija están fuertemente afectadas y traumatizadas. No pueden dejar de lado lo que vivieron durante los bombardeos. Piensan en ello a todas horas, durante todo el día y la noche. Ya han tenido varios ataques de pánico desde que están aquí”.

Sus padres fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que es un niño de la guerra. Reflexionando sobre esto, espeta: “Yo nací al inicio de una guerra, y por lo que parece moriré al principio de otra”

Ruslan Masnic trabaja en el negocio de los cigarros electrónicos en Moldavia y no las tiene todas en cuanto a que el conflicto no se traslade también a territorio moldavo. No es el único. Nos confiesa: “Si quieres que sea sincero, espero lo mejor, pero me estoy preparando para lo peor porque creo que la ofensiva también puede llegar a Moldavia. Sí. Ya estoy preparado para dejar este país, si llegara el caso”.

La rueda de la guerra nunca cesa, tal como reconoce el suegro de Ruslan Masnic, que tiene 81 años. Sus padres fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que es un niño de la guerra. Reflexionando sobre esto, espeta: “Yo nací al inicio de una guerra, y por lo que parece moriré al principio de otra”.

 

Palanca, un remoto paso fronterizo

 

Tres mujeres esperan un transporte en Palanca la frontera Moldavia con Ucrania / Foto: FFM - EA Tres mujeres esperan un transporte en Palanca la frontera Moldavia con Ucrania / Foto: FFM - EA

A un par de horas desde Chisináu, en coche, se llega al paso fronterizo de Palanca. De todos los cruces de países en los que hemos estado, es el más remoto con diferencia. En un enorme terreno yermo se alinean tiendas de campaña preparadas para las personas que llegan de Ucrania. El acceso está limitado a personal militar o refugiados y el sitio público de recepción está a unos metros. 

Detrás, un descampado se ha convertido en una estación de autobuses: varias furgonetas y autocares esperan para trasladar a ucranianos mientras en el lateral se dan bebidas, sopa o atención psicológica.

Hay de todo, pero se repiten los síntomas: ansiedad, estrés… El método habitual es escucharlas y tratarlas. Se dan muchas valerianas y otros medicamentos para el dolor de cabeza o los ataques de pánico. No es fácil

PAOLA GIU, Dra. de Intersos
La Dra. de Intersos, Paola Giu, nos explica en que situación llegan las personas a Palanca (Moldavia) desde Ucrania / Foto: FFM - EA La Dra. de Intersos, Paola Giu, nos explica en que situación llegan las personas a Palanca (Moldavia) desde Ucrania

Una brisa suave se cuela entre los concentrados en este espacio. Dos bomberos franceses reparten pañales o juguetes. Daniela Ionita, una chica romana (Italia) de 23 años, voluntaria de la organización humanitaria Intersos (7), aguarda en un puesto que funciona como un gabinete psicológico: “Vienen jóvenes, mayores y niños. Es un flujo variado de personas”, reconoce. 

Su compañera Paola Giu, doctora de 30 años, lo confirma: “Hay de todo, pero se repiten los síntomas: ansiedad, estrés… El método habitual es escucharlas y tratarlas. Se dan muchas valerianas y otros medicamentos para el dolor de cabeza o los ataques de pánico. No es fácil”, opina la profesional.

Aleksandra, es una mujer de 39 años residente en Jérson que fue tomada en las primeras horas por las tropas rusas. Y las explosiones de las bombas y los misiles no cesaban. “Queríamos salvarnos la vida”

Aleksandra es una refugiada de 39 años que ha abandonados su casa en Jérson por las bombas del conflicto / Foto: FFM - EA Aleksandra es una refugiada de 39 años que ha abandonados su casa en Jérson por las bombas del conflicto / Foto: FFM - EA

Aleksandra, es una mujer de 39 años residente en Jérson, con la mirada perdida en el horizonte, en silencio. Su ciudad fue tomada en las primeras horas por las tropas rusas. Y las explosiones de las bombas y los misiles no cesaban. “Queríamos salvarnos la vida”, expresa con brevedad. 

Sus hijos salieron en coche a Italia y Polonia. Ella fue más tarde. Ahora espera juntarse pronto con ellos. “Me cuesta comunicarme con ellos. Hablamos poco”, solloza, levantando los hombros, “al menos sé que mi casa sigue en pie”, se consuela.

Referencias