Se cumplen 70 días desde el inicio de la guerra en Ucrania. Entre las últimas novedades destaca la evacuación de la Cruz Roja y la Organización de Naciones Unidas (ONU) de 159 civiles, un centenar de ellos de la planta de Azovstal.

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El 19 de marzo iniciamos un trayecto por carretera a través de los principales pasos fronterizos donde llegan las personas huidas de la guerra hasta cinco de los siete países que tienen frontera con Ucrania: Medyka (Polonia), Vel’ke Slemence (Eslovaquia), Beregsurány (Hungría), Siret (Rumanía) y Palanca (Moldavia). Aquí va la tercera entrega

Mapa del éxodo desde Ucrania en la frontera de Hungría: Beregsurány / Imagen: EA Mapa del éxodo desde Ucrania en la frontera de Hungría: Beregsurány / Imagen: EA

Tal como relatan algunos testigos “han visto la luz después de dos meses” bajo tierra. Según el alcalde de Maurípol todavía quedarían 200 personas atrapadas. Entre los objetivos de Vladimir Putin, estaría vencer en Azovstal para exhibirlo como trofeo de guerra el próximo día 9 de mayo coincidiendo con el tradicional desfile militar en Moscú que conmemora la victoria del Ejército Rojo sobre la Alemania nazi en 1945.  

Al margen de las últimas novedades en el frente de guerra, a estas alturas del conflicto, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) (1) estima que más de 5,6 millones de refugiados ya han huido de la guerra de Ucrania desde que el 24 de febrero el presidente ruso, Vladimir Putin, anunciara una ofensiva militar en el país.

Esta es la tercera, que corresponde al paso de Beregsurány (Hungría). En este caso, nos adentramos en un centro de refugiados gestionado por la Orden de Malta en Hungría

El Alto Comisionado calcula que hay unos 7,7 millones de desplazados internos. Naciones Unidas teme que la cifra de refugiados supere los 8,3 millones a no ser que se produzca un alto el fuego de manera inmediata, cosa que en estos momentos parece poco probable.

Es el éxodo más rápido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Según los últimos datos de ACNUR, contabiliza que 5.657.185 de personas han abandonado territorio ucraniano, a 3 de mayo de 2022. Por países, 3.094.446 refugiados ya han llegado a Polonia, 846.521 a Rumanía, 703.523 a Rusia, 539.821 a Hungría, 449.605 a Moldavia, 385.284 a Eslovaquia y 25.852 a Bielorrusia.

Desde EcoAvant.com, el 19 de marzo iniciamos un trayecto por carretera a través de los principales pasos fronterizos donde llegan las personas huidas de la guerra hasta cinco de los siete países que tienen frontera con Ucrania: Medyka (Polonia), Vel’ke Slemence (Eslovaquia), Beregsurány (Hungría), Siret (Rumanía) y Palanca (Moldavia).

Nuestro viaje finaliza 10 días más tarde, el 28 de marzo, después de haber recogido decenas de testimonios y experiencias de la barbarie y el terror de la guerra, que ahora os explicamos en forma de reportajes. Esta es el tercero, que corresponde al paso de Beregsurány (Hungría). En este caso, nos adentramos en un centro de refugiados gestionado por la Orden de Malta en Hungría.

 

Algunos datos sobre Hungría

 

Una calle principal de Fehérgyarmat, una población húngara del condado de Szabolcs Szatmár Bereg al noreste del país, con carteles electorales / Foto: FFM - EA Una calle principal de Fehérgyarmat, una población húngara del condado de Szabolcs Szatmár Bereg al noreste del país, con carteles electorales / Foto: FFM - EA

Hungría es un país de Europa Central dividido por el río Danubio. Su capital es Budapest y tiene una población de 9.730.772 personas. En 1999 se incorporó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) junto con Polonia y la República Checa. Forma parte de la Unión Europea desde el año 2004, aunque no está en el euro porque incumple algunos requisitos económicos y jurídicos, necesarios para su inclusión en el sistema monetario europeo.

Es un país sin litoral que tiene frontera con Eslovaquia por el norte, con Ucrania y Rumania por el este, con Serbia y Croacia por el sur, con Eslovenia por el suroeste y con Austria por el oeste. Es conocida internacionalmente por sus baños y balnearios de aguas termales. El waterpolo es uno de los deportes más populares, por no decir el deporte nacional.

Hungría fue una república socialista bajo influencia soviética hasta 1989. Ya en 1956, en el país se produjo una movilización masiva que pedía la retirada del Pacto de Varsovia, que fue aplastada por la Unión Soviética y se procedió a la deposición y ejecución del primer ministro Imre Nagy. Con la descomposición del bloque socialista cayó también la República Popular de Hungría, vigente desde la Segunda Guerra Mundial.  Este proceso tuvo lugar en varios países pertenecientes a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), durante las denominadas Revoluciones de 1989. Su máxima expresión fue la caída del muro de Berlín en noviembre de ese mismo año.

Viktor Orbán es un gobernante de extrema derecha con políticas racistas, homófobas y autoritarias. Se define a sí mismo como el defensor de Hungría y Europa contra los inmigrantes musulmanes. El 3 de abril ganó las elecciones por cuarta vez consecutiva

La economía húngara se encuentra en el puesto 53 de Producto Interior Bruto (PIB) per cápita, de los 196 países que conforman el ranking mundial. Según la UE (2), en 2020, los sectores que más actividad registraron fueron la industria (23,5 %), el comercio mayorista y minorista, el transporte, la hostelería y la restauración (17,7 %) y la administración pública, la defensa, la educación, la sanidad y los servicios sociales (17,5 %).

Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Beregsurány (Hungría) / Foto: FFM - EA Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Beregsurány (Hungría) / Foto: FFM - EA

Actualmente, Hungría se define como una democracia liberal parlamentaria, en la que tienen como Jefe del Estado a János Áder, y que gobierna como primer ministro Viktor Orbán, del partido conservador nacionalista Fidesz-Unión Cívica Húngara. Para sus críticos, se trata de un gobernante de extrema derecha con políticas racistas, homófobas y autoritarias. Orbán se define a sí mismo como el defensor de Hungría y Europa contra los inmigrantes musulmanes.

El pasado 3 de abril, escasos días después de nuestra visita al país de Europa Central, Orbán ganó las elecciones por cuarta vez consecutiva con una victoria en torno a los 135 escaños de un Parlamento de 199; por lo que gobernará cuatro años más, de 2022 a 2026.  

Ante su flamante victoria y  miles de simpatizantes que coreaban su nombre, el reelegido Viktor Orbán espetó: "Es una victoria que quizá no se pueda ver desde la Luna, pero seguro que sí se ve desde Bruselas", en relación al expediente abierto por la Comisión Europea, por la ley húngara que prohíbe hablar de homosexualidad a menores.

Amnistía Internacional denuncia que el Parlamento húngaro aprobó una ley “homófoba y tránsfoba”. Destaca que “el Tribunal Europeo de Derechos Humanos falló en contra de las prácticas de Hungría de confinar a las personas solicitantes de asilo en zonas de tránsito y devolverlas sumariamente”

A lo que añadía el reelegido mandatario: "No es solo nuestra victoria, sino también su victoria, porque el mundo entero ha podido ver esta noche aquí en Budapest que han ganado las políticas cristianodemócratas, las políticas conservadoras burguesas y las políticas patrióticas".

Un informe (3) de Amnistía Internacional denuncia durante el anterior mandato de Orbán el Parlamento húngaro aprobó una ley “homófoba y tránsfoba”. Además, destaca que “el Tribunal Europeo de Derechos Humanos falló en contra de las prácticas de Hungría de confinar a las personas solicitantes de asilo en zonas de tránsito y devolverlas sumariamente”.

 

Postura húngara ante el conflicto

 

Viktor Orban, primer ministro de Hungría / Foto: EP Viktor Orban, primer ministro de Hungría / Foto: EP

La guerra en Ucrania ha resquebrajado el frente común ultraconservador que existía entre Polonia y Hungría ante la Unión Europea. Si hasta hace pocas semanas funcionaban como un grupúsculo de oposición a Bruselas, con procederes iliberales (es decir, que se caracterizan por ser gobiernos entre las democracias liberales tradicionales y los regímenes arbitrarios donde se vulneran los derechos civiles­).

Los dos gobiernos ultraderechistas han sido expedientados por la Unión Europea en base al artículo 7 –entre otros– del Tratado de la UE. Según el mismo presidente de Francia, Emmanuel Macron, los Ejecutivos de Hungría y Polonia plantean una “guerra cultural” que supone un ataque directo a los derechos y las libertades de los colectivos LGTBI. De hecho, en Polonia desde hace años hay decenas de poblaciones que se han declarado libres de ideología gay o de ideología LGTBI.

Como es de esperar, Varsovia y Budapest van a mantener su pulso contra los procedimientos de infracción de la Comisión Europea, y la cuestión terminará en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), aunque luego ambos incumplan sus sentencias, como ocurre habitualmente.

La contienda rusa en territorio ucraniano ha debilitado el eje polaco-húngaro. Mientras que el ministro de Polonia, Jaroslaw Kaczynski viajaba a Kiev en solidaridad con Ucrania, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán defendía mantenerse al margen de la guerra

La contienda rusa en territorio ucraniano ha debilitado el eje polaco-húngaro. Hacia mediados de marzo, mientras que el ministro de Polonia, Jaroslaw Kaczynski –del partido de extrema derecha polaco Ley y Justicia (PiS)– viajaba a Kiev en solidaridad con Ucrania, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán –del partido conservador nacionalista Fidesz-Unión Cívica Húngara– defendía mantenerse al margen de la guerra para proteger los intereses nacionales.

Hungría es el único Estado miembro de la UE que apoya abiertamente a Rusia, pese a la invasión de Ucrania. Por otro lado, las relaciones entre Budapest y Kiev hace años que no son buenas. Sin ir más lejos, durante la campaña de las últimas elecciones Viktor Orbán se refería al mandatario ucraniano Volodimir Zelenski como “oponente”.

Entre los últimos acontecimientos del Ejecutivo húngaro, destaca su reiteración a la negativa de apoyar el embargo de las importaciones de petróleo y gas a Rusia, dentro del paquete de sanciones que propone la UE y que requiere la aprobación de todos los Estados miembros. Estos hechos, se producen después de que la compañía estatal de gas rusa, Gazprom, cortara el suministro a Polonia y Bulgaria, hace escasos días, ante la negativa de ambos países de pagar el combustible en rublos, tal y como exigía el Kremlin.

Un joven ucraniano descansa exhausto en el gimnasio habilitado para ello en a Beregsurány (Hungría) / Foto: FFM - EA Un joven ucraniano descansa exhausto en el gimnasio habilitado para ello en a Beregsurány (Hungría) / Foto: FFM - EA

Quizás, lo que más contrasta de la Administración de Orbán es que ha pasado de unas políticas de cierre de fronteras e incluso de aprobar una ley en 2015 que establecía penas de cárcel de tres años por entrar ilegalmente en el país a recibir con los brazos abiertos a 539.821 refugiados de Ucrania.

La revista húngara Magyar Narancs asegura "el Gobierno abandona a los refugiados y solo los ciudadanos son los que realmente ayudan. Salvo por la presencia policial, el estado húngaro apenas participa en el trabajo de recepción de refugiados en Budapest"

Aunque tampoco es así. Hay organizaciones que denuncian la pasividad que las administraciones del país húngaro adoptan ante la ola de refugiados llegados de Ucrania. El fundador de la ONG Migration Aid, András Siewert, en declaraciones a EFE decía que "muchas de las iniciativas realmente importantes surgen de organizaciones más pequeñas". O, tal como asegura la revista húngara Magyar Narancs (4), "el Gobierno abandona a los refugiados y solo los ciudadanos son los que realmente ayudan. Salvo por la presencia policial, el estado húngaro apenas participa en el trabajo de recepción de refugiados en Budapest".

Ya apuntamos, en este sentido, cómo el sociólogo de la Universidad de Alicante (UA) Daniel La Parra Casado, en una entrevista concedida a EcoAvant.com, consideraba que “sin hilar muy fino, se puede indicar que el motivo de fondo es racista. Se ha entendido que la población ucraniana no planteaba problemas de acogida por elementos culturales e incluso de apariencia física, frente a la población de otros lugares de conflicto".

 

No empezamos con buen pie en Beregsurány

 

Barreras de la frontera de Hungría con Ucrania, en Beregsurány / Foto: FFM - EA Barreras de la frontera de Hungría con Ucrania, en Beregsurány / Foto: FFM - EA

Es 22 de marzo. Hace escasas horas estábamos en el enclave fronterizo de Vel’ke Slemence en Eslovaquia. Llegamos Beregsurány en Hungría, otro de los principales pasos donde las personas de Ucrania van a refugiarse en los 140 kilómetros de frontera que comparten los dos países del Centro de Europa. Záhony es otra población que también recibe muchos refugiados desde Ucrania. A Budapest llegan trenes directos desde territorio ucraniano. Son pasos fronterizos al mismo tiempo Barabás y Tiszabecsi.  

La presencia de las autoridades como cuerpos de policía o el ejército se acentúa, aunque no en la gestión de la crisis humanitaria. Simplemente, hay más controles y constantemente nos tenemos que ir acreditando. Aún más que en Eslovaquia.

Llegamos justo a la frontera de Beregsurány, donde hay un coche de ACNUR parado con matrícula de Hungría, que espera para pasar hacia Ucrania. Hemos pensado en hablar con ellos.

De manera precipitada, aparecen varios agentes –aunque estamos a unas decenas de metros de las barreras de la frontera– y nos dicen: “Go home, go home” (del inglés, “vete a casa, vete a casa”)

Unos metros antes hay una pareja mayor, que carga con bolsas y caminan en dirección hacia Ucrania. Paramos y les preguntamos si hablan inglés. La mujer de aspecto de edad ciertamente avanzada nos responde –para nuestra grata sorpresa– que un poco. Le preguntamos si vuelven a Ucrania. Responden que sí, hacia Béregovo, a unos 10 kilómetros de la frontera. Nos dice que han venido a ver a sus hijos.

De manera precipitada, aparecen varios agentes –aunque estamos a unas decenas de metros de las barreras de la frontera– y nos dicen: “Go home, go home” (del inglés, “vete a casa, vete a casa”). No podemos proseguir con la conversación con la mujer mayor, que se encoge de hombros y prosigue.

Un cartel de señalización del centro asistencia de Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA Un cartel de señalización del centro asistencia de Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA

Nos acreditamos, pero no sirve de nada. Les da igual. Un responsable de los agentes, de mediana edad –que aparece de repente–, de aspecto bastante inquisidor, nos dice: “Aquí no podéis estar”. Le preguntamos por qué y nos responde: “No preguntes. ¿Queda claro? Marchaos”. Es evidente que les ha molestado nuestra presencia.

No empezamos con buen pie en Beregsurány. La mujer mayor, desde lejos nos sonríe volviéndose a encoger de hombros, con cara de circunstancias, y se despide con un ademán

Estamos bastante lejos de las barreras fronterizas por lo que nos parece que no tiene ningún sentido lo que nos dice. Pero no queremos problemas y obedecemos sin objeciones. Hasta aquí nuestra entrevista, …

No empezamos con buen pie en Beregsurány. La mujer mayor, desde lejos nos sonríe volviéndose a encoger de hombros, con cara de circunstancias, y se despide con un ademán.

Bien, entonces damos la vuelta con el vehículo y nos vamos en busca del centro de asistencia de refugiados que los mismos agentes de seguridad nos han indicado. En pocos minutos llegamos a las instalaciones en cuestión. En este caso no se encuentra en el mismo paso fronterizo como en Medyka (Polonia) y Vel’ke Slemence (Eslovaquia). De aquí nuestra confusión.

 

Un centro gestionado por la Orden de Malta

 

Imre Slabzan, jefe del Departamento de Gestión de Catástrofes de la organización benéfica de la Orden de Malta / Foto: FFM - EA Imre Slabzan, jefe del Departamento de Gestión de Catástrofes de la organización benéfica de la Orden de Malta / Foto: FFM - EA

Es un complejo muy bien equipado a cargo de la Orden de Malta en Hungría y más concretamente del Servicio de Asistencia Johannita (5).  Para los que no sepan sobre esta organización, se podría resumir como una entidad de origen religiosa y militar de 900 años de antigüedad, de la época de las primeras cruzadas en Jerusalén en el año 1048. En la actualidad, se dedica a misiones sociales y hospitalarias.

Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la entidad de fe católica tuvo un papel muy destacado en la asistencia hospitalaria, llegando a tener el hospital más grande durante el conflicto bélico en 1915, durante la Gran Guerra.  

La centenaria institución católica trascendió en 2017 en los medios de comunicación después de que el Papa Francisco ordenara intervenir la Orden de Malta –con propio Estado soberano, como el Vaticano–, por una divergencia en la cúpula por el reparto de preservativos en algunos países de África como medida para combatir el VIH. Los sectores más conservadores estaban en contra de la medida y propiciaron la destitución del Gran Canciller, el máximo representante del Gobierno.

El número de refugiados ha disminuido y en estos momentos podemos hacer nuestra labor con mucha más comodidad y eficacia. Si esto cambiara, y la cantidad de refugiados aumentara a las cifras de los primeros días, podría volver a ser un problema

IMRE SLABZAN,  jefe del Departemento de Catastrofes de la Orden de Malta en Hungría

El jefe del Departamento de Gestión de Catástrofes de la organización benéfica de la Orden de Malta de Hungría, Imre Slabzan, está a cargo de este centro de asistencia a los refugiados de Ucrania que llegan a Beregsurány. Recuerda que en los primeros días del conflicto arribaba una cantidad enorme de personas huyendo de la guerra incluso de noche y les resultaba muy difícil acogerlos.

“Ahora esto ha cambiado”, exclama aliviado Slabzan, y prosigue: “El número de refugiados ha disminuido y en estos momentos podemos hacer nuestra labor con mucha más comodidad y eficacia. Si esto cambiara, y la cantidad de refugiados aumentara a las cifras de los primeros días, podría volver a ser un problema”.

 

Sitio de acogida y lugar de paso

 

Un gimnasio de una escuela de primaria habilitado para refugiados en Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA Un gimnasio de una escuela de primaria habilitado para refugiados en Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA

Imre Slabzan espeta: “En cuanto llegan los refugiados, los compañeros del registro se ponen a trabajar para encontrar medios de transporte, alojamiento o refugio y, a veces, incluso con posibilidades de empleo ya aquí en la frontera. Porque nuestra principal preocupación, además de mantener la característica de este punto de paso, es tener una visión compleja de la situación”.

Nos explica que su primer objetivo cuando llegan personas refugiadas al centro de asistencia es evaluar las necesidades básicas que puedan tener como atención médica o comida, después de llevar a cabo un registro. Luego ya se plantean el destino.

El centro de asistencia se compone de tres áreas. Una con contenedores y food trucks. Otra que consiste en pisos de la comunidad. Y una tercera que consiste en un gimnasio de una escuela de primaria que es el lugar de acogida más grande

El centro de asistencia se compone de tres áreas. Una con contenedores y food trucks (furgonetas de comida), donde las personas se quedan en las instalaciones tan solo unas horas, hasta que consiguen un transporte hacia otro destino. Otra que consiste en pisos de la comunidad donde los refugiados pasan una noche o hasta tres. Y una tercera que consiste en un gimnasio de una escuela de primaria que es el lugar de acogida más grande y que tiene el mismo uso que la segunda área de asistencia.

 

Algunos de los voluntarios de Beregsurány

 

Voluntarias de la Orden de Malta en un teatro en el centro asistencia de Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA Voluntarias de la Orden de Malta en un teatro en el centro asistencia de Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA

Entramos en un teatro donde hay tres amables y simpáticas voluntarias que nos explican que en el espacio, aunque tienen decenas de camillas, están para que los refugiados descansen cuando llegan. Judit Hegedus, una voluntaria húngara de 26 años que normalmente trabaja en el cuidado de personas con discapacidades, nos aclara: “Si quieren dormir tenemos un gimnasio. Allí es mejor”.

Szablocs Blága es otro voluntario que ronda los cuarenta años y que habitualmente trabaja de informático. Valora muy positivamente que la gente se haya volcado en ayudar ante la crisis humanitaria provocada por la guerra. Está contento de estar allí y reconoce que “le impactó y angustió mucho la noticia de la guerra y las olas de miles y miles de refugiados”. “En cuanto tuve la oportunidad vine a ayudar. Tengo un muy buen amigo en la Orden de Malta y por eso vine aquí“, argumenta Blága.

Hoy no está llegando tanta gente, de momento. Ayer llegaron cientos de personas. Calculo que unas 300”. “Hay mucha gente que viene huyendo de la guerra. Es horrible. Es muy bonito ver que aquí se ha preparado todo esto para ellos

SZABLOKS BLÁGA , voluntario

Son las 15.30 horas y hace tan solo un día que Blága está en Beregsurány: “Hoy no está llegando tanta gente, de momento. Ayer llegaron cientos de personas. Calculo que unas 300”. Luego insiste: “Hay mucha gente que viene huyendo de la guerra. Es horrible. Es muy bonito ver que aquí se ha preparado todo esto para ellos”.

Dan y Slavik Belmut son dos hermanos de 24 y 30 años respectivamente. Esperan junto a Eli Friedman, de 31 años. Los tres son ucranianos criados en Israel y también son voluntarios intérpretes por el dominio de ucraniano, el hebreo y el inglés. A su alrededor, los que ya llevan unas horas consultan sus móviles, toman algo o fuman en medio de un páramo ajardinado. Charlan entre ellos y con otros ucranianos hasta que llega una furgoneta con más refugiados. Entonces se acercan para asistirlos.

 

Huyendo de las bombas de Irpin

 

Nataliia, una joven refugiada de 20 años en el centro de asistencia de Beregsurány en Hungría, procedente de un bombardeo en Irpin, Ucrania / Foto: FFM - EA Nataliia, una joven refugiada de 20 años en el centro de asistencia de Beregsurány en Hungría, procedente de un bombardeo en Irpin, Ucrania / Foto: FFM - EA

Nataliia es una refugiada de 20 años originaria de Kiev, la capital de Ucrania. El 24 de febrero, con el estallido de la guerra, se trasladó a Irpin, al norte del país y a unos 26 kilómetros de su ciudad natal.

En su familia pensaron que estarían más seguros, ya que tienen un sótano subterráneo dentro de casa. El día 25, Nataliia fue testigo de cómo los aviones sobrevolaban el cielo y bombardeaban.

Mientras esperaban en la estación a que llegara el tren empezaron a caer bombas. Nataliia expresa entre lágrimas: “Sabíamos que si no abandonábamos el lugar de inmediato moriríamos. Por suerte, pudimos hacerlo"

“Estaba muy asustada. No sabía qué hacer. Sufría por mi hermana y por todo el mundo que conocía”, evoca Natallia. Entonces convencieron a su madre para marcharse de allí y se fueron a la estación de tren al descubierto para volver a Kiev.

Mientras esperaban en la estación a que llegara el tren empezaron a caer bombas. Nataliia expresa entre lágrimas: “Sabíamos que si no abandonábamos el lugar de inmediato moriríamos. Por suerte, pudimos hacerlo. Mi abuelo se quedó allí con los dos perros”. Sigue allí, sin electricidad, muchas veces sin agua y con muy poca comida. En ocasiones, cuando sale de casa, se encuentra algún cadáver tirado en el suelo.

La casa donde está mi abuelo tiene todas las ventanas rotas por las bombas, pero él sigue por los perros. Ahora mismo no tiene manera de salir. Han puesto minas incluso debajo de los muertos. Así que cuando la gente va y trata de enterrar a los suyos, pueden explotar y morir

NATALIIA, refugiada

La joven refugiada Nataliia prosigue con su relato de guerra: “La casa donde está mi abuelo tiene todas las ventanas rotas por las bombas, pero él sigue por los perros. Ahora mismo no tiene manera de salir. Han puesto minas incluso debajo de los muertos. Así que cuando la gente va y trata de enterrar a los suyos, pueden explotar y morir”. Rompe a llorar y hace una pausa, cruel y prolongada.

Sólo ella, su madre y su hermana pudieron escapar del asedio. Natalia exclama: “Mi padre y mi novio están en la guerra luchando. Lo único que espero es que se acabe la guerra cuanto antes”.

Después de un viaje de 30 horas ha llegado por fin al punto fronterizo de Beregsurány, en Hungría. Ahora está pendiente de coger un autobús hacia Budapest y desde allí a Alemania, donde le esperan unos familiares. 

 

Programas para los más pequeños

 

Un niño refugiado de Ucrania juega en centro de asistencia de Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA Un niño refugiado de Ucrania juega en centro de asistencia de Beregsurány en Hungría / Foto: FFM - EA

Seguimos conversando con el responsable del centro de asistencia a refugiados de Beregsurány,  Imre Slabzan, que nos detalla que desde la organización benéfica tienen un fondo de trabajo social y abordan la crisis humanitaria con la máxima amplitud de posibilidades para las personas que asisten: “No nos limitamos a empujar o remitir a los refugiados a Budapest, porque eso sólo significaría alejar el problema unos cientos de kilómetros, lo que no tiene mucho sentido, sino que intentamos verlo como un todo, y solucionar lo que podemos desde aquí”.

La Orden de Malta de Hungría dispone en ese enclave de muy buenos recursos, tal como destaca su responsable, Slabzan. Por ejemplo, tienen dos autobuses de dos pisos con 78 plazas desde donde van hasta Praga, Viena, Budapest o incluso París. Imre Slabzan destaca que “es un activo valioso porque de esta manera podemos garantizar un medio de transporte seguro para un trabajo que previamente administramos para dar ocupación a los refugiados”, aunque reconoce que su capacidad es menor de la que desearían.

Según Slabzan, “es muy importante porque los juegos son una especie de herramienta para que los niños alivien su estrés y su trauma de la guerra”. “Al final”, zanja, “intentamos aportar un poco de normalidad a este absurdo”

Un grupo de niñas y niños ucranianas juegan en los alrededores del centro asistencia de Beregsurány (Hungría) / Foto: FFM - EA Un grupo de niñas y niños ucranianas juegan en los alrededores del centro asistencia de Beregsurány (Hungría) / Foto: FFM - EA

Slabzan también pone en valor la atención médica 24 horas los siete días de la semana “disponible para los refugiados”. “Tenemos psicólogos con nosotros y todos los voluntarios tienen formación de apoyo psicosocial. Son bastante esenciales porque tenemos cada vez más personas que llegan muy traumatizadas de las zonas de guerra”, agrega Slabzan.

Otro aspecto importante es que ofrecen programas para los más pequeños. Hay actividades lúdicas y juegos colectivos constantes para cambiar lo antes posible las dinámicas del huir de la guerra. Según Slabzan, “es muy importante porque los juegos son una especie de herramienta para que los niños alivien su estrés y su trauma de la guerra”. “Al final”, zanja, “intentamos aportar un poco de normalidad a este absurdo”.

Referencias