Desde la creación de la República de Chile, ninguna de sus constituciones ha reconocido los derechos colectivos del pueblo Mapuche como nación preexistente. Ello ha permitido al Estado explotar los recursos del WallMapu, los territorios ancestrales Mapuche, sin tener en cuenta la filosofía de vida de sus pobladores originarios, cuyo relacionamiento con la naturaleza se rige por valores distintos a los de la economía de mercado. En pleno proceso electoral hacia una nueva constitución, Jessica Cayupi Llancaleo, abogada y mujer mapuche, desde el colectivo Red de Mujeres Mapuche, propone su candidatura independiente para atender a las demandas de los colectivos desatendidos de su país. El próximo 11 de abril, se votará para conformar la Convención Constitucional, órgano que permitirá a Chile dejar atrás su actual carta magna, elaborada durante la dictadura de Augusto Pinochet.

 

¿Cuál es su percepción con respecto al clamor popular generalizado que se vive en Chile desde que empezaron las protestas el pasado 18 de octubre de 2019?

 

Con el despertar social del pasado 18 de octubre, pasaron varias cosas bonitas en el país. El pueblo chileno se dio cuenta de que ya no podía soportar tantas desigualdades y tantos malos tratos de un estado que ha sido conformado de tal forma históricamente que a lo largo de su trayectoria solo ha beneficiado a algunos pocos, olvidándose del bienestar de toda la población. Esto lo vemos con mayor fuerza luego del término de la dictadura de Pinochet. Con la vuelta de la democracia, los partidos, tanto de izquierda como de derecha, convirtieron a Chile en un país neoliberal, capitalista individualista y consumista que lamentablemente nunca se supo hacer cargo de las demandas de los pueblos y de los sectores excluidos.

¿Cómo vive el pueblo Mapuche este “despertar social” del que nos habla?

 

Este no es un despertar del pueblo Mapuche, porque nosotras venimos dando lucha desde mucho tiempo atrás, desde la invasión de los españoles en nuestros territorios para que no nos mataran, no terminaran con nuestra cultura y para seguir sobreviviendo como pueblo. Entonces, sería más exacto decir que nuestra lucha histórica se manifiesta de nuevo hoy con el conjunto del pueblo chileno.

Desde la Red de Mujeres Mapuche sugerís que el 'Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución' que se aprobó en el parlamento tras la movilización social está hecho a mala fe. ¿Por qué?

 

Para nosotras fue muy bonito el despertar del 18 octubre: las movilizaciones, los territorios convocados y las asambleas comunitarias. Lamentablemente, esto se quiso apaciguar a través del acuerdo por la paz que firmaron los parlamentarios el 15 de noviembre de 2019, donde se intentó institucionalizar de muy mala fe el levantamiento del pueblo chileno.

Desde nuestra red, estamos convencidas de que este acuerdo ha sido propuesto para que todo siga igual. ¿Por qué? Pues porque este acuerdo ha iniciado un proceso constituyente que ha limitado mucho, pero mucho, la participación de los candidatos independientes; es decir, de aquellos que no pertenecemos a los partidos políticos clásicos y a las familias que controlan Chile. Por ejemplo, a los independientes se nos pidió requisitos, como la recogida de miles de firmas para apoyar nuestra candidatura, que no se exigieron a los demás candidatos.

Se han reservado 17 escaños para los pueblos originarios. ¿Qué le parece el reparto?

 

De los 17 escaños reservados para los pueblos indígenas, siete son para el pueblo Mapuche, pero solo uno de esos siete podrá ser electo en las cinco regiones del país donde se encuentra la mayor población de habitantes mapuches. Esto es una mezquindad… Debido a esta limitación, nosotras decidimos presentarnos como cualquier otro chileno lo haría. Decidimos no disputar el escaño reservado al pueblo Mapuche e ir por el distrito nueve, donde están las comunas más vulnerables de la región metropolitana de Santiago de Chile.

¿Cuáles son sus propuestas generales para el conjunto de la población chilena?

 

Desde la Red de Mujeres Mapuche, queremos atender no solo a las demandas de los pueblos originarios, sino a las del conjunto de los sectores excluidos de Chile que nunca han tenido representación en las instituciones.

Sobre las necesidades transversales a todos los habitantes, queremos trabajar para obtener una salud digna, una educación gratuita y de calidad, y viviendas dignas. No queremos las atrocidades de viviendas sociales que se construyen hoy, donde en espacios muy limitados de 25 metros cuadrados están obligadas a vivir familias numerosas, sin espacios verdes y sin ninguna mirada en cuanto a su construcción que sea amigable con la Ñuke Mapu [la Madre Tierra]. Con estas viviendas lo único que se consigue es marginar más a las personas sin recursos.  

Queremos además que Chile gane en descentralización. La actividad está demasiado concentrada en la capital, mientras que el resto de regiones están siendo abandonadas y puestas en manos de las transnacionales, que devastan los territorios a través de la minería, la salmonicultura y los monocultivos. 

¿Cuáles son sus propuestas para dar seguimiento a las demandas de los pueblos indígenas?

 

Queremos luchar por obtener la dignidad para todas, todos y todes, pero queremos que se comprenda que la dignidad no es igual para un ciudadano de un pueblo originario que para un ciudadano del pueblo chileno. Tenemos concepciones de vida, cosmovisiones y formas de ser y de sentir distintas. La dignidad que quizás se alcanza para unos, para otros no se va a alcanzar sino es bajo otros parámetros. En este sentido, es fundamental aceptar que Chile es un estado plurinacional. Los pueblos originarios en Chile ni siquiera estamos reconocidos en la constitución… Entonces queremos que se nos reconozca legalmente, al menos por una vez en este país. Queremos que se acepte que somos pueblos preexistentes a la nación chilena; que, en estos territorios, habitamos y coexistimos naciones diferentes.

¿Cómo se alcanza la dignidad para el pueblo Mapuche?

 

La dignidad para el pueblo Mapuche se traduce en alcanzar lo que en nuestra lengua se denomina küme mongen, [el buen vivir]. ¿Cómo ese principio mapuche se transforma en dignidad? Teniendo armonía y equilibrio con nosotros mismos, con nuestras comunidades; pero también con la Madre Tierra, con todos los seres vivientes que habitan en ella y con los espíritus que la protegen, en base a nuestra cosmovisión.

Para alcanzar esto, es necesario que las leyes, las políticas públicas y la futura constitución se elaboren bajo un enfoque intercultural. Ello llevaría a la constitucionalización de los derechos colectivos de los pueblos originarios, en específico, el derecho a la autodeterminación. Queremos poder determinar nuestra condición política y proseguir y perseguir libremente nuestro desarrollo económico, social y cultural; porque nuestro sistema de desarrollo es muy distinto al sistema extractivista implantado de manera uniforme en Chile.

¿Por qué tipo de desarrollo apuesta el pueblo Mapuche?

 

El desarrollo se puede lograr teniendo armonía con la naturaleza. ¿Cómo la podemos establecer como sujeta de derecho dentro de la constitución para protegerla y no permitir los abusos que se han cometido hasta ahora? Desde nuestra cosmovisión, la Madre Tierra está enferma, y el cambio climático junto con la contaminación son síntomas de su enfermedad. Al menos, aquí en los territorios, deberíamos poder establecer instrumentos legales para su protección. Ya no puede ser que vengan las transnacionales a saquear los territorios, se vayan y se lleven las utilidades a los que se llaman países desarrollados. Estamos aburridas de ese saqueo, pues repite la estructura colonial. Queremos ser nosotras mismas quienes determinemos nuestro desarrollo.

¿Cómo pensáis que debería incluirse la igualdad de género dentro de la futura constitución?

 

El feminismo blanco, desde que nació, nunca se preocupó por las mujeres indígenas. Se creó y se cimentó sobre el sistema de clases sin ocuparse de las necesidades de las mujeres humildes o de las mujeres negras. Si bien nosotras hemos apoyado siempre las demandas de las hermanas feministas, creemos que esta lucha debe construirse bajo un enfoque intercultural; porque también hay que abordar las demandas de las mujeres originarias. Muchas de las violencias y las desigualdades se condicen —el patriarcado es algo transversal a todas las culturas—; pero, como mujeres de pueblos originarios, enfrentamos violencias específicas, como el robo de nuestra identidad.  

¿Y cuáles son las particularidades del feminismo vivido dentro del pueblo Mapuche?

 

Si bien, en estos momentos, no hay un feminismo mapuche definido, podemos decir que, desde nuestra cosmovisión, nosotras somos parte de la naturaleza y ella es parte de nosotras. Entonces, cada vez que se lastima a la Madre Tierra, lo vivimos como una forma de violencia hacia nosotras.

Esta violencia la hemos vivido durante siglos. Con la independencia de Chile, la usurpación de los territorios Mapuche no se terminó. En 1850, el Estado chileno, viendo las riquezas de nuestros territorios, a través de un ejército violentista, irrumpe militarmente en nuestro espacio teniendo en mente perpetuar un genocidio casi total; matándonos, torturándonos y mutilándonos. A los hermanos que sobrevivieron los metieron en reducciones y les entregaron pequeños títulos de ciertas hectáreas. El Estado empezó a enviar a extranjeros, los colonos, para explotar los territorios; porque, bajo su punto de vista, el pueblo Mapuche no trabajaba la tierra. Y esto fue por ignorancia y falta de entendimiento de nuestra cultura, porque ellos no tenían la mirada de respeto hacia la Ñuke Mapu que tenemos nosotros como pueblo.

¿Cómo se produce el robo de identidad hacia los integrantes del pueblo Mapuche?

 

Los españoles fueron quienes empezaron a quitarnos la identidad con la espada y la biblia, pero el Estado chileno hizo lo mismo, también acompañado de la religión católica, la cual determinó que nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza era mala. El Estado chileno interpuso así una política para homogeneizarnos y asimilarnos al pueblo chileno. Para el poder, en los territorios, solo existían los descendientes de españoles o de otros países de Europa. Y, sin embargo, ese ideal jamás ha existido en Chile.

Hace no muchos años, a los niños y los padres los golpeaban por hablar el mapudungun; los discriminaban de forma atroz. A nuestro arte lo llamaron artesanía, y dejaron de reconocer a nuestras autoridades ancestrales. Afortunadamente, las últimas generaciones estamos intentando recuperarla: la lengua, la medicina intercultural, las instituciones… porque queremos recuperar lo que nos identifica. ¡Queremos que vuelvan las machis, las laguentuchefe, y que vuelvan los loncos!

¿Y por qué el robo de identidad afecta más a las mujeres mapuches?

 

Dentro del pueblo Mapuche, históricamente, la transmisión cultural ha recaído sobre las mujeres. Si nosotras no podemos acceder a ese conocimiento, difícilmente lo podemos legar a las generaciones que vienen. Ese robo de la identidad es lo que el estado chileno debe reconocer, y de alguna u otra forma hacerse cargo: es una deuda histórica con nuestro pueblo.

En Chile, hay tantas hermanas con apellido mapuche, que desconocen tanto de su cultura… Llegan a nuestra organización para tomar un poco de conocimiento de lo que es ser mapuche, y lo hacen bastante abatidas, tristes, por el sistema en el que viven; porque han sido discriminadas en su vida. Cuando logramos conectarlas, y ellas se conectan con nosotras, logramos hacer resurgir esa identidad que en algún momento perdieron, y es entonces cuando su forma de ver la vida cambia profundamente. Cuando conoces tus raíces, cuando sabes de dónde vienes, te sientes orgullosa de lo que eres y tu postura de vida cambia 100%.

Parece que la privatización del agua es un tema que ha tomado bastante protagonismo en el debate público, pues afecta de manera transversal a todo el territorio. ¿Crees que esto tendrá una incidencia en el voto?

 

Todo el mundo sabe que hay lugares en Chile con sequía extrema, donde hay gente en comunidades sin acceso al agua potable, cuyos animales están muriendo de sed. La gente está desesperada… ¿Y qué han hecho en el congreso y en el senado? ¡Nada!, porque no les conviene. La institucionalidad chilena hace mucho tiempo que dejó de responder a las demandas sociales, y el mejor ejemplo es el código de aguas. Los parlamentarios no van a cambiarlo, porque muchos de ellos tienen conflicto de intereses al tener derechos de agua a su nombre. Si seguimos votando a políticos que responden a este modelo, a esta calaña, no vamos a lograr avances.

Chile está a punto de cerrar el TPP11, un tratado de comercio internacional de los llamados de “nueva generación”. ¿Qué opina usted como integrante del pueblo Mapuche sobre este tratado?

 

En estos momentos, el gobierno intenta desesperadamente aprobar el TPP11, porque el acuerdo de paz estableció claramente que la futura constitución no podría contradecir los tratados internacionales. El TPP11 va más allá del libre comercio, pues atenta contra la soberanía de los pueblos y la salud de los ciudadanos. Afecta también a las semillas, los transgénicos y comprende tantas otras cosas aberrantes que, para mí, no tiene sentido. Repite la lógica del bienestar solo para algunos: las empresas.

En el caso del WallMapu, el territorio ancestral del pueblo Mapuche, nosotras buscamos que estos territorios vuelvan a nuestro pueblo. Obviamente no todo, porque es algo imposible, ya que hay muchas personas no mapuche viviendo ahí; pero sí que gran parte se reintegre. ¿Qué sucede? Pues que hay muchas transnacionales obteniendo utilidades a través de la depredación de la tierra; entonces, nuestros derechos colectivos van a quedar completamente nulos ante este tratado, porque nuestro derecho de autodeterminación obviamente se contrapone a sus intereses. Las transnacionales podrían demandar al Estado chileno, y este no se haría cargo de su deuda histórica.

Chile tiene hoy protegidos el 40% de sus aguas y el 20% de sus áreas silvestres. ¿No cree que estas cifras indican que algo está cambiando?

 

Al pertenecer a la OCDE, Chile ha tenido que esforzarse en dar una buena imagen hacia el exterior. Se ha avanzado mucho para desarrollar otro tipo de energías, como la hidroeléctrica, pero este es un tema muy debatido. Tenemos ríos y pueden beneficiar a la población, porque generan electricidad; pero llegan y sin hacer ninguna consulta instalan hidroeléctricas. Podemos defender que se trata de una energía renovable, pero, ¿qué pasa con los pueblos que viven ahí? Para nosotros, el río tiene vida y tiene un ser protector, pero nadie nos pregunta.

Debemos preguntarnos qué entendemos por sostenibilidad. Los avances que me expones no son nada comparado con las atrocidades que se han cometido aquí, cosas que no se permitirían en otros países, donde los estándares sociales y medioambientales son muy altos.

Los avances no son suficientes mientras no se reflejen en un bienestar para todos. Yo tengo esperanza en que con el proceso constituyente se logren cosas a futuro, pero si no elegimos a la gente que viene de las bases, no veo un Chile muy próspero. Si los que conformarán la Convención Constitucional son los mismos partidos de siempre, que han estado en el congreso tantos años, créeme que Chile va seguir siendo la cuna del neoliberalismo y capitalismo destructor de la naturaleza y de los pueblos.