Alrededor de 300.000 personas son víctimas de una nueva "guerra del agua" a causa del impacto de la estación seca en Burkina Faso y la destrucción de instalaciones hídricas ante el repunte de los ataques yihadistas y los enfrentamientos intercomunitarios, según han alertado este martes varias organizaciones no gubernamentales.

 

32 instalaciones hídricas destruidas y contaminación voluntaria de pozos

 

Estas trece ONG han detallado que un total de 32 instalaciones hídricas han sido destruidas en lo que va de año, incluidos ataques directos contra pozos y camiones de agua, actos de contaminación voluntaria de recursos hídricos y sabotaje de generadores de la red.

"Estos reiterados ataques contra los servicios hídricos y su grave impacto sobre cientos de miles de civiles en situación vulnerable no tienen precedentes en Burkina Faso y no han sido vistos tampoco en otras zonas del Sahel central", ha dicho el director del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC) en el país, Hassane Hamadou.

 

Un arma de guerra

 

"Alterar el acceso de los civiles al agua no es un subproducto del conflicto, sino que se ha convertido en un arma de guerra y marca un nuevo y despreciable giro en la violencia. Para la dignidad y supervivencia de una población ya exhausta, la guerra contra el agua debe terminar", ha manifestado.

Las ONG han detallado que la mayoría de la destrucción ha tenido lugar en Djibo, en la región de Sahel (norte), una ciudad que acoge además un mayor número de desplazados internos que cualquier otra en el país. Así, los civiles tienen acceso a menos de tres litros de agua al día para cubrir todas sus necesidades, la mitad que antes del inicio de estos ataques.

La población de Europa usa de media 150 litros de agua al día, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que las personas en situaciones de emergencia necesitan al menos entre 15 y 20 litros de agua al día, siendo siete litros diarios el "mínimo de supervivencia".

Fatoumata, una desplazada que vive en Djibo, ha destacado que "atravesó el infierno para trasladar a la familia a un sitio seguro". "Una vez llegamos a Djibo, veo que el calvario no ha terminado. Sigue para nosotros aquí", ha lamentado.

 

"Pagamos y bebemos agua que está muy sucia y es impura"

 

"Tenemos problemas para encontrar suficiente comida y agua desde que hemos llegado", ha afirmado Dicko. "A menudo, pasamos todo el día en el punto de suministro para irnos con una lata y a veces sin nada. Pagamos y bebemos agua que está muy sucia y es impura. Ni podemos soñar con tener suficiente para lavar la ropa o lavarnos nosotros", ha señalado.

En este sentido, las ONG firmantes han destacado que la distancia que hay que recorrer para obtener agua en otros puntos es extremadamente larga y expone además a los civiles a la violencia, dado que personas armadas están intimidando y amenazando a los que van a los puntos de suministro.

De hecho, durante la jornada del 11 de marzo murió una mujer después de que personas armadas no identificadas abrieran fuego para dispersar a un grupo de personas que hacían cola cerca de un pozo artesanal en Djibo para intentar obtener agua.

 

Ahondamiento de la crisis en Djibo

 

"Djibo se ha convertido en un epicentro de la crisis humanitaria desde hace tres años y ahora se encuentra en la línea de frente de un nuevo tipo de guerra", ha explicado la directora de Solidarités International en Burkina Faso, Rebecca Bouchet-Petersen.

"El conflicto pone ahora en riesgo algo sin lo que nadie puede vivir: el agua potable. Los civiles en Djibo hacían frente a una escasez alarmante de comida y medicina, pero ahora también tienen sed", ha dicho.

Así, Bouchet-Petersen ha subrayado que "teniendo en cuenta todos los riesgos sanitarios asociados con el agua no potable, temperaturas que llegan a los 40 grados centígrados de media y las dificultades de acceso por carretera, Djibo está al borde de un desastre humanitario".

Los ataques contra puntos de agua se han extendido además a otras regiones, después de que el 15 de abril personas armadas no identificadas incendiaran un camión cisterna en la región Centro-Norte, tras lo que los asaltantes destacaron que no querían que la carretera fuera usada para este transporte.

El resto de organizaciones firmantes son Association pour la Gestion de l'Environnement et le Developpement (AGED), Association pour la Paix et la Solidarité (APS), Action pour la Promotion des Initiatives Locales (APIL), Experts-Solidaires, Groupe de Réflexion et d'Action pour le Développement en Afrique (GRAD-A), Group for Research and Technology Exchanges (GRET), Handicap International _ Humanité & Inclusion, La Salle - Association Frères des Ecoles Chrétiennes (AFEC), Norwegian Church Aid (NCA), Self Help Africa y Sauvons l'Environnement, l'Eau Potable et l'Assainissement pour Tous (SEEPAT).

 

Oleada de desplazados y refugiados

 

El país africano, liderado por una junta militar desde el golpe de Estado de enero contra el entonces presidente, Roch Marc Christian Kaboré, ha experimentado en términos generales un aumento significativo de la inseguridad desde el año 2015, lo que ha provocado una oleada de desplazados internos y refugiados hacia otros países de la región.

 

Al Qaeda y el Estado Islámico

 

Los ataques, obra tanto de la filial de Al Qaeda como de la de Estado Islámico en la región, han contribuido también a incrementar la violencia intercomunitaria y ha hecho que florezcan los grupos de autodefensa, a los que el Gobierno burkinés ha sumado a 'voluntarios' para que ayuden en la lucha antiterrorista.