Un estudio internacional ha revelado cómo el cambio climático futuro podría afectar la transmisión de la malaria en África durante el próximo siglo, según avanzan en la revista Nature Communications.

La malaria es una enfermedad sensible al clima, que prospera en lugares lo suficientemente cálidos y húmedos como para proporcionar agua superficial adecuada para la reproducción de los mosquitos que la transmiten.

Desde hace más de dos décadas, los científicos han sugerido que el cambio climático puede alterar la distribución y duración de las estaciones de transmisión debido a nuevos patrones de temperatura y lluvia.

La carga de esta enfermedad recae principalmente en África. En 2018, de un estimado de 228 millones de casos de malaria en todo el mundo, el 93% se registró en el continente africano.

El mapeo detallado de la transmisión de la malaria es vital para la distribución de los recursos de salud pública y las medidas de control específicas.

En el pasado, las observaciones de la lluvia y la temperatura se han utilizado en los modelos de idoneidad climática de la malaria para estimar la distribución y la duración de la transmisión anual, incluidas las proyecciones futuras.

Pero los factores que afectan la forma en que las lluvias producen agua para la reproducción de mosquitos son muy complejos, por ejemplo, cómo se absorbe en el suelo y la vegetación, así como las tasas de escorrentía y evaporación.

Un nuevo estudio, dirigido por las Universidades de Leeds y Lincoln en el Reino Unido, combinó por primera vez un modelo de idoneidad climática para la malaria con un modelo hidrológico a escala continental que representa los procesos del mundo real de evaporación, infiltración y flujo a través de los ríos.

Este enfoque centrado en el proceso ofrece una imagen más profunda de las condiciones favorables al paludismo en África.

Cuando se ejecuta utilizando escenarios climáticos futuros hasta finales de este siglo, surge un patrón diferente de cambios futuros en la idoneidad de la malaria en comparación con las estimaciones anteriores.

Si bien los hallazgos muestran solo cambios futuros muy menores en el área total adecuada para la transmisión de la malaria, la ubicación geográfica de muchas de esas áreas cambia sustancialmente.

Cuando se utiliza un modelo hidrológico, ya no se observan disminuciones en la idoneidad impulsadas por la aridez en el sur de África, particularmente en Botswana y Mozambique.

 

Puntos calientes de transmisión de la malaria

 

Por el contrario, las disminuciones proyectadas en las áreas aptas para el paludismo en África occidental son más pronunciadas. La mayor diferencia se encuentra en Sudán del Sur, donde el estudio estima disminuciones sustanciales en la idoneidad para la malaria en el futuro.

El estudio destaca los corredores fluviales como puntos calientes de transmisión de la malaria durante todo el año. Si bien el agua que fluye en los grandes ríos no es un hábitat adecuado para los mosquitos portadores de la malaria, los cuerpos de agua más pequeños cercanos, como los estanques a orillas del río y las llanuras aluviales, pueden ser lugares ideales para la reproducción de larvas, al igual que los esquemas de riego asociados.

Los ríos Níger y Senegal en Malí y Senegal, y los ríos Webi Juba y Webi Shabeelie en Somalia, se identifican en el estudio como aptos para la transmisión de la malaria a pesar de que actualmente se extienden más allá de los rangos geográficos que hasta ahora se habían pronosticado como climáticamente adecuados.

Esto es especialmente importante ya que las poblaciones humanas tienden a concentrarse cerca de los ríos.

El autor principal del estudio, el doctor Mark Smith, de la Facultad de Geografía de Leeds, destaca que "desde los enormes esfuerzos para erradicar la malaria en partes del mundo, las áreas donde observamos la malaria hoy son solo una parte del área total que de otro modo sería adecuado para la transmisión de la malaria".

"Pero si queremos proyectar el impacto del cambio climático en la geografía de la transmisión de la malaria, necesitamos desarrollar formas más sofisticadas de representar esa envoltura de idoneidad para la malaria tanto hoy como en el futuro -continúa-. Nuestro enfoque tiene como objetivo establecer los riesgos ambientales de la malaria con mayor claridad, de modo que las proyecciones de los impactos del cambio climático puedan ayudar a informar las intervenciones de salud pública y apoyar a las comunidades vulnerables".

En este sentido, destaca que "esto es solo un primer paso, hay mucho más que podemos hacer para incorporar modelos hidrológicos y de inundaciones de última generación en estimaciones de la idoneidad ambiental de la malaria y, potencialmente, incluso en sistemas de alerta temprana de epidemias locales de malaria".

El coautor, el profesor Chris Thomas del Lincoln Center for Water and Planetary Health, en la Universidad de Lincoln, agrega que "el mapa cada vez más pequeño de la malaria en África durante los últimos 20 años se debe principalmente a los enormes esfuerzos de salud pública que se están realizando para abordar esta enfermedad, no el cambio climático".

"Pero la eliminación de la malaria se hace mucho más difícil donde el clima es muy adecuado para la transmisión, por lo que es clave saber dónde están estas áreas ahora y dónde se prevé que estén en el futuro -apunta-. En este estudio mostramos que vincular los procesos geográficos físicos con la biología nos ayuda a comprender algo de esa complejidad. El desafío emocionante ahora es desarrollar este enfoque a escalas locales".