La desertificación es uno de los grandes retos ambientales de la humanidad. Y su impacto se verá acrecentado por el calentamiento global.

Sumario

 

Los especialistas la definen como la degradación de las tierras secas –zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas– a consecuencia de factores como las variaciones climáticas y las actividades humanas, y así lo recoge la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD), un tratado firmado por más de 180 países que entró en vigor en 1996 y que tiene como objetivo combatir la problemática, principalmente en el continente más seriamente afectado: África.

Las tierras secas, una clasificación que no incluye los desiertos, cubren cerca del 30% de los suelos emergidos del planeta y son unos ecosistemas muy vulnerables.

La disminución de su cubierta vegetal se produce, sobre todo, por el cambio climático y la acción del ser humano

La disminución de su cubierta vegetal se produce, sobre todo, por el cambio climático y la acción del ser humano. Éste favorece y aumenta la rapidez del proceso con la sobreexplotación –cultivo y pastoreo excesivo– de unos medios ya afectados por la aridez y la sequía, y con la deforestación para la conversión de la tierra en cultivos y la tala de madera para combustible y pastoreo.

 

Empleo masivo de productos químicos

 

Los incendios forestales y el empleo masivo de productos químicos también contribuyen a la destrucción del ecosistema. Cada año se pierden de esta forma entre 20.000 y 50.000 kilómetros cuadrados de tierras en todo el mundo, según la ONU.

La desertificación amenaza a la cuarta parte del planeta, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Afecta directamente a más de 250 millones de personas y planea peligrosamente sobre las condiciones de vida de más de 1.000 millones de habitantes de más de 100 países.

Es precisamente en los países en vías de desarrollo donde las consecuencias del empobrecimiento de la vegetación se viven con mayor intensidad. Las continuas sequías que sufre el Sahel, la franja semiárida que se extiende en paralelo al sur del desierto del Sahara, han causado la muerte de cientos de miles de personas.

Según la UNCCD, la sequía se cobra más vidas que cualquier otra clase de desastre natural: más de 1,6 millones de personas han sido víctimas desde 1979.

 

Escasez de recursos hídricos

 

Los expertos auguran que, debido al cambio climático, las sequías serán cada vez más frecuentes y más generalizadas y, por tanto, la falta de agua aumentará de la misma forma que lo hará la densidad de población.

Los expertos vaticinan que la mitad de la humanidad carecerá de agua suficiente en 2030

Si no se logra revertir la situación, la mitad de la población mundial tendrá escasez de recursos hídricos en 2030, principalmente habitantes del norte y el sur de África y del sur y el centro de Asia.

Más de la mitad de las tierras de cultivo africanas quedarán fuera de uso para el año 2050 y la región sólo podrá alimentar al 25% de su población en 2025. Estas carencias, que pueden llegar a provocar conflictos locales violentos, conllevarán el desplazamiento de hasta 700 millones de personas, según las previsiones de la ONU.

 

Contra la sequía y el avance de la aridez

 

El Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, instituido por la ONU para sensibilizar sobre este problema, se ha celebrado esta semana bajo el lema No dejes que nuestro futuro se seque.

El objetivo es crear conciencia sobre la problemática medioambiental y llamar a la actuación siguiendo las líneas trazadas en la pasada Conferencia sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20), donde los dirigentes de todos los países del mundo instaron a emprender acciones colectivas para mantener los suelos en un estado saludable.

Por segundo año, la UNCCD ha entregado los premios Land for Life (Tierra para la vida) a iniciativas que hayan logrado éxitos en la lucha contra el avance de la aridez, dotados en total con 100.000 dólares estadounidenses (unos 75.000 euros). El primero fue para la ONG india Foundation for Ecological Security (FES).

El segundo, de forma compartida, para el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) y la organización australiana World Vision, a ésta por su trabajo con los granjeros en el Sahel africano. La keniana Rehabilitation of Arid Environments in Kenya recibió una mención especial.

 

La península se seca

 

Debido a su ubicación geográfica, España es el país europeo que cuenta con más zonas sometidas a procesos de desertificación: un 37% del territorio, según el Colegio de Ingenieros de Montes.

Los datos del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente señalan que más de dos terceras partes del territorio pertenecen a las ya citadas categorías de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas y, por tanto, son susceptibles de sufrir el problema.

En concreto, están en peligro toda la mitad sur de la península, a excepción de las cadenas montañosas más elevadas; la Meseta Norte, la cuenca del Ebro y la costa catalana. Por comunidades autónomas, las más afectadas son Murcia, Comunidad Valenciana y Canarias, seguidas de Castilla-La Mancha, Cataluña, Madrid, Aragón, Baleares y Andalucía.

 

El 37% del territorio español está afectado por el avance de la erosión del suelo

En 2008, el Gobierno puso en marcha el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación (PAND) en cumplimiento con los compromisos de la UNCCD. Se trata de un instrumento para prevenir la degradación de las tierras, rehabilitarlas y recuperarlas. Y ya en 1981 se activó el Proyecto de Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo (LUCDEME), una iniciativa todavía vigente que busca estudiar y mitigar la afectación.

 

Desertificación, sinónimo de pobreza

 

"Hay que tener claro que no se pierde sólo vegetación: la desertificación es sinónimo de pobreza, porque se produce un empobrecimiento de la naturaleza y económico de la región como consecuencia de la erosión, del deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos y los ecosistemas y la pérdida de la vegetación natural", afirma en un comunicado el Decano del Colegio de Ingenieros de Montes, Carlos del Álamo, quien añade: "Hoy en día contamos con conocimientos y tecnología que nos permiten llevar a cabo una gestión sostenible del monte".

Los expertos recuerdan que la desertificación se puede combatir eficazmente con la restauración hidrológico-forestal, que consiste en reforestar las cabeceras de las cuencas hidrológicas, así como mejorando la ordenación y protección de los bosques y tomando todas las medidas posibles para prevenir los incendios forestales.