Hasta ahora se creía que solamente los humanos, algunas especies de ballenas dentadas y contados mamíferos marinos vivían largos años de vida activa tras la pérdida de la capacidad reproductora. Por ejemplo, este mismo año, un estudio revelaba que las hembras de orcas mantenían su implicación maternal de por vida, incluso cuando las crías ya se hubieran convertido en adultas.

Se sabe que las orcas continúan colaborando con su sistema social, gracias a una larga esperanza de vida, durante varias décadas después de dejar de tener descendencia.

Acerca de las hembras de primates, sin embargo, se pensaba que mantenían su capacidad reproductiva hasta etapas muy cercanas a la muerte. Pero, ahora, un nuevo estudio demuestra que un grupo de hembras de chimpancé (Pan troglodytes schweinfurthii) que viven en Uganda muestran signos de menopausia, es decir, que sobreviven mucho después de haber perdido su posibilidad de tener crías.

El científico Brian Wood y su equipo de la Universidad de California (EE UU), el Max Planck Institute of Evolutionary Anthropology (Alemania) y el Smithsonian Conservation Biology Institute (EE UU), entre otras instituciones, aportan pruebas demográficas y hormonales de la menopausia en chimpancés salvajes que habitan en territorio selvático de Uganda. Cabe recordar que los chimpancés, junto con los bonobos, son los parientes más cercanos de los homínidos.

Las hembras de chimpancés salvajes de la comunidad Ngogo del Parque Nacional de Kibale, en Uganda,  viven el 20 % de su edad adulta en estado posreproductivo 

En este trabajo, a partir de observaciones poblacionales y de comportamiento de una comunidad Ngogo de chimpancés —estudiada, desde hace tiempo, en el Parque Nacional de Kibale, en Uganda— el equipo de científicos examinó la mortalidad y las tasas de fertilidad de 185 chimpancés hembras durante 21 años de observación (de 1995 a 2016). Esta información les permitió realizar cálculos a partir de una métrica denominada ‘representación posreproductiva (PrR)’, que es la proporción media de la vida adulta que transcurre en estado posreproductivo.

Así, los autores del estudio que hoy se publica en la revista Science muestran que los chimpancés Ngogo tienen una representación posreproductiva (PrR) de 0,2, lo que significa que, por término medio, las hembras viven el 20 % de su edad adulta en estado posreproductivo

Quizá el desconocimiento sobre la menopausia en los animales viniese simplemente del hecho de que los humanos nos habíamos mantenido al margen de estas preguntas sobre nuestras primas hermanas primates. Hoy científicos y científicas son conscientes de que entender los signos de menopausia en animales salvajes nos puede ayudar a comprender la evolución de este rasgo tan normal en nuestra propia especie.

Consultado por SINC sobre la posibilidad de que este mismo desarrollo hormonal se dé en otras comunidades de chimpancés (u otros primates) de diferentes geografías, Wood responde que “en otros grupos de chimpancés, solo en raras ocasiones se ha observado que las hembras vivan más allá de los 50 años”. Además, según admite, “se desconocen sus patrones de cambio hormonal en torno a esa edad”, ya que “no se han tomado medidas”. 

 

Un recuento hormonal similar al humano 

 

En las mujeres humanas, la menopausia suele producirse entre los 45 y los 55 años, y se caracteriza por un descenso natural de las hormonas reproductivas y un cese permanente de la función de los ovarios.

Marlene, una hembra que ha perdido su función ovárica, en la comunidad Ngogo del Kibale National Park, Uganda. / Kevin Langergraber, Arizona State University

Explicar cómo evolucionó la menopausia representa un reto porque los beneficios evolutivos de esta etapa de la vida no resultaban del todo convincentes frente a los argumentos que habitualmente se han manejado sobre la vida útil de las hembras. Tampoco se sabe con certeza por qué la menopausia habría evolucionado en las humanas y no en otras primates longevas.

Mientras la mayoría de los mamíferos, incluidas otras poblaciones de chimpancés observadas, parecían tener una representación posreproductiva (PrR) cercana a cero -lo que significa una breve supervivencia tras el cese de la función ovárica-, este trabajo descubre que, al menos en esa comunidad de chimpancés de Uganda, la fertilidad no es un requisito vital para las hembras.

La fertilidad declinaba después de los 30 años y no se observaron nacimientos de madres de más de 50 años. Según los autores/autoras, variaciones hormonales similares son signos de la menopausia humana

 

Para evaluar la interrupción no patológica de la función ovárica, estos expertos analizaron 560 muestras de orina de 66 chimpancés hembras cuyas edades oscilaban entre los 14 y los 67 años. Esas muestras de orina de hembras que diferían en estado reproductivo y edad demuestran que la transición a este estado posreproductivo estaba marcada por cambios en hormonas como gonadotrofinas, estrógenos y progestinas.

Asimismo, la fertilidad declinaba después de los 30 años y, en el caso de las chimpancés, no se observaron nacimientos de madres de más de 50 años. 

Según los autores/autoras, variaciones hormonales similares constituyen signos de la menopausia humana.

Sin embargo, a diferencia de los humanos, las chimpancés posreproductoras de la población de Ngogo no se dedican a criar a los hijos de sus hijos, ni pueden estar cerca de sus hijas hasta que estas alcanzan su propia edad reproductiva, ya que las jóvenes adultas emigran para vivir fuera de su grupo natal. Esto significaría que la popular ‘hipótesis de la abuela’, que se ha utilizado para razonar acerca de la evolución adaptativa de las largas vidas posreproductivas, no es aplicable a la larga existencia de las chimpancés ugandesas.

Una de las explicaciones posibles a este largo periodo de vida no fértil de las chimpancés salvajes podría estar vinculada a una respuesta temporal a unas condiciones ecológicas favorables en Ngogo, que contemplan bajos niveles de depredación, alta disponibilidad de comida y exitosa competencia entre grupos.

La segunda posibilidad, según apuntan los resultados del trabajo, es que la PrR sustancial sea un rasgo evolutivo típico de la especie en los chimpancés, que no se había observado en otros lugares. 

“El estudio de Wood y su equipo arroja luz y plantea interrogantes sobre la evolución de la menopausia”, escribía el biólogo Michael Cant, quien no participó de esta investigación, en una reseña sobre el trabajo.

Garbo, una hembra en edad posreproductiva en la comunidad Ngogo, en el Kibale National Park, Uganda. / Kevin Langergraber, Arizona State University

“También pone de relieve la relevancia de los difíciles trabajos de campo a largo plazo —a menudo realizados con presupuestos reducidos y en constante riesgo de cierre— para transformar la comprensión fundamental de la biología y el comportamiento humanos”, añadía Cant.

Por su parte, Wood recuerda a los lectores hispanohablantes que “la misma comunidad de chimpancés que hemos estudiado aquí también aparece en la serie documental Chimp Empire (Imperio chimpancé), disponible en una de las más populares plataformas de visionado en streaming.

Referencias
  • Wood, Brian et al. “Demographic and hormonal evidence for menopause in wild chimpanzees”. Science (2023).