El último censo de insectos presentado en el parlamento alemán ha hecho sonar las alarmas: desde 1989, cuando se atrapaban 1,6 kilos, la media de biomasa de estos animales ha ido descendiendo hasta llegar a sólo 300 gramos en 2014. En Alemania, desde aquel año, cada primavera se ha llevado a cabo un cálculo de sus poblaciones en la reserva natural de Orboicher Bruch y en otros 87 lugares de la región de Westfalia. Para ello, los investigadores colocan tiendas que funcionan como trampas de forma que se pueden ver cuántas especies viven en la zona durante el período de verano, de mayo a octubre. Pero este año se ha llegado a niveles más bajos que nunca.

Martin Sorg, especialista de la Asociación Entomológica de Krefeld, que forma parte de la gestión del proyecto de monitorización, se lamenta: “El declive es dramático y deprimente, y afecta a todo tipo de insectos, incluidas las mariposas, abejas salvajes y los sírfidos [insectos muy parecidos a las abejas y avispas]”. En 2013 se publicó un estudio que desveló que la población de mariposas monarca había descendido un 59% respecto al año anterior y se encontraba en su nivel más bajo. El año pasado, el número de especímenes se recuperó, pero en 2016 la previsión es que vuelva a descender.

El número de abejas,
el principal agente polinizador, disminuye alarmantemente

No son los únicos estudios que confirman esta tendencia. En 2014, la revista Science combinó datos de diferentes investigaciones mundiales sobre invertebrados y llegó a la conclusión de que había habido un descenso global de insectos de un 45% en los últimos 40 años. El informe, cuyo autor principal es Rodolfo Dirzo, de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), señaló que de las más de 3.000 especies terrestres de invertebrados que constan en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un 42% están clasificadas como en peligro de extinción. “Aunque los invertebrados son el grupo de fauna menos evaluado dentro de la base de datos de la UICN, la información disponible sugiere una situación desesperada en muchas partes del mundo”, asegura.

Otra investigación, llevada a cabo por la Universidad Técnica de Múnich y el Museo de Historia Natural de Senckenberg en Frankfurt (Alemania), se ha centrado en una mariposa del sureste alemán y una polilla ziygena entre 1840 y 2013. El resultado ha sido desalentador. Las especies han pasado de 117 a mediados del siglo XIX a 71 en nuestro tiempo. Los insectos que están especializados en un hábitat concreto se han reducido considerablemente, de forma que la mayoría se encuentran en peligro de extinción. Por el contrario, los insectos generalistas y oportunistas han visto crecer sus poblaciones.

Más conocida, y preocupante, es la desaparición a escala global de las abejas. En Estados Unidos y Europa su número ha descendido entre un 30% y un 40% debido al llamado trastorno de colapso de colonias, en las que un número significativo de abejas obreras desaparecen repentinamente por razones sobre las que abundan las teorías.

 

Útiles para el ecosistema

 

Aunque popularmente los insectos se han considerado siempre dañinos o molestos y han sido ampliamente ignorados, son muy útiles para el ecosistema. Por ejemplo, si desaparecieran, se limitaría el alimento para los animales más grandes. En 2010 se publicó un estudio que demostraba que las poblaciones de pájaros que se alimentaban de insectos voladores habían sufrido un descenso mayor que otros pájaros, debido a la reducción de los insectos disponibles para alimentarse. Pero también se verían afectados anfibios, murciélagos y otros insectos. Como es evidente, estos cambios llevarían a profundas modificaciones en los ecosistemas.

El declive de los insectos también afecta a la polinización, ya que no sólo abejas y avispas polinizan, sino también hormigas, moscas y mosquitos, mariposas, polillas y escarabajos. Más de tres cuartas partes de las flores salvajes necesitan de estos animales para desarrollar el fruto y la semilla, que sirven de alimento a otras especies, entre ellas la nuestra. También mejoran o estabilizan globalmente el 75% de las cosechas de todo tipo.

La mayoría de las flores salvajes necesitan a los insectos para obtener el fruto y la semilla

Las razones de la desaparición de insectos son muy variadas. Un estudio del 2014 enumeró una serie de factores que, combinados, podrían estar reduciendo las poblaciones de insectos polinizadores: el uso de pesticidas, insecticidas y fertilizantes; la extensión de monocultivos como maíz o soja; la urbanización y la destrucción de su hábitat y de zonas ricas en flores; el cambio climático (ya que los polinizadores y las plantas que polinizan pueden desincronizarse) y otras enfermedades

Este trabajo también sugirió una serie de acciones para revertir este proceso de desaparición. En primer lugar, es importante que la Unión Europea cambie el rumbo de su gestión agrícola hacia un futuro más verde y orgánico. Hay que generar una política común para los polinizadores en áreas como la ya mencionada agricultura, la conservación de la biodiversidad, la planificación del uso del suelo, la regulación de pesticidas y el cambio climático. Es necesario crear o restaurar, con la ayuda de los agricultores, zonas con abundancia de flores, animar a los ciudadanos a que planten flores y que se utilicen los espacios públicos para ello. Asimismo, se ha de mantener y aumentar el control y la vigilancia de los polinizadores. Es vital supervisar todos los cambios, incluso en comportamiento, que los pesticidas provocan en las abejas y otros insectos.

En Alemania, sólo se monitorizan el 0,12% de estas especies, una situación que se repite en la mayoría de países. Esto se puede solucionar a través de proyectos de ciencia con la participación de ciudadanos voluntarios, o con el uso de estaciones de biodiversidad automatizadas que identifiquen las diferentes especies que pasan cerca de ellas, como es el objetivo del Museo de Investigación de Alexander Koenig en Bonn.

Con todo, el responsable de entomología en el Museo de Historia Natural de Berlín, Jürgen Deckert, alerta de que “el declive en las poblaciones de insectos es gradual y corremos el riesgo de advertirlo cuando sea demasiado tarde”.