Las enormes pérdidas económicas debidas a las sofocantes temperaturas provocadas por el cambio climático de origen humano no son sólo un problema para un futuro lejano. Un nuevo estudio, publicado en la revista Science Advances (1), ha descubierto que las olas de calor más severas derivadas del calentamiento global ya han costado a la economía mundial billones de dólares desde principios de la década de 1990, siendo los países más pobres y con menores emisiones de carbono los que más sufren.

 

Salud humana, productividad y producción agrícola

 

Los investigadores del Dartmouth College, en Estados Unidos, combinaron los datos económicos detallados de las regiones de todo el mundo, recientemente disponibles, con la temperatura media de los cinco días más calurosos (una medida comúnmente utilizada para medir la intensidad del calor) de cada región en cada año. Descubrieron que, entre 1992 y 2013, las olas de calor coincidieron estadísticamente con variaciones en el crecimiento económico y que se calcula que se perdieron 16 billones de dólares por los efectos de las altas temperaturas en la salud humana, la productividad y la producción agrícola.

Necesidad inmediata de políticas y tecnologías que protejan a las personas durante los días más calurosos del año, especialmente en las naciones más cálidas y económicamente vulnerables del mundo

Los resultados subrayan la necesidad inmediata de políticas y tecnologías que protejan a las personas durante los días más calurosos del año, especialmente en las naciones más cálidas y económicamente vulnerables del mundo, informan los investigadores.

 

Aportaría beneficios económicos

 

"Acelerar las medidas de adaptación en el periodo más caluroso de cada año aportaría beneficios económicos ahora --afirma el primer autor, Christopher Callahan, candidato a doctor en geografía en Dartmouth--. La cantidad de dinero que se gasta en medidas de adaptación no debe evaluarse sólo por el precio de esas medidas, sino en relación con el coste de no hacer nada. Nuestra investigación identifica un precio sustancial de no hacer nada", añade.

El estudio es uno de los primeros en examinar específicamente cómo las olas de calor afectan a la producción económica, destaca el autor principal Justin Mankin, profesor asistente de geografía en Dartmouth. "Nadie ha mostrado una huella digital independiente para el calor extremo y la intensidad de su impacto en el crecimiento económico. Los verdaderos costes del cambio climático son mucho más elevados de lo que hemos calculado hasta ahora", advierte Mankin.

"Nuestro trabajo demuestra que ningún lugar está bien adaptado a nuestro clima actual --añade--. Las regiones con los ingresos más bajos a nivel mundial son las que más sufren estos fenómenos de calor extremo. A medida que el cambio climático aumenta la magnitud del calor extremo, es justo esperar que esos costes sigan acumulándose".

 

Lo que costará en el futuro

 

Los modelos climáticos y las investigaciones anteriores han incluido las olas de calor entre otros fenómenos extremos derivados del cambio climático, como las inundaciones más frecuentes y la mayor intensidad de las tormentas, recuerda Callahan, pero las olas de calor tienen una seña de identidad única y es que se producen en escalas de tiempo más cortas que las sequías y se prevé que las temperaturas de los días más calurosos del año aumenten mucho más rápido que la temperatura media mundial a medida que la actividad humana siga impulsando el cambio climático.

"Las olas de calor son uno de los efectos más directos y tangibles del cambio climático que siente la gente, y sin embargo no se han integrado plenamente en nuestras evaluaciones de lo que ha costado el cambio climático y lo que costará en el futuro --lamenta Callahan--. Vivimos en un mundo que ya ha sido alterado por las emisiones de gases de efecto invernadero y creo que nuestra investigación ayuda a demostrarlo".

 

Justicia y desigualdad climática

 

Los resultados del estudio subrayan cuestiones de justicia y desigualdad climática, destacan Mankin y Callahan. Los costes económicos del calor extremo -así como los gastos de adaptación- han sido y serán soportados de forma desproporcionada por las naciones más pobres del mundo en los trópicos y el Sur global. La mayoría de estos países son los que menos han contribuido al cambio climático.

Los investigadores descubrieron que, mientras que las pérdidas económicas debidas a los episodios de calor extremo suponían una media del 1,5% del producto interior bruto (PIB) per cápita en las regiones más ricas del mundo, las regiones de bajos ingresos sufrían una pérdida del 6,7% del PIB per cápita. Además, el estudio reveló que, hasta cierto punto, las regiones subnacionales ricas de Europa y Norteamérica -que se encuentran entre las mayores emisoras de carbono del mundo- podrían beneficiarse teóricamente desde el punto de vista económico al tener períodos de días más cálidos.

Los causantes del calentamiento global y de los cambios en el calor extremo tienen más recursos para ser resistentes a esos cambios y, en algunos casos raros, podrían beneficiarse de ello

"Nos encontramos ante una situación en la que los causantes del calentamiento global y de los cambios en el calor extremo tienen más recursos para ser resistentes a esos cambios y, en algunos casos raros, podrían beneficiarse de ello --afirma Mankin--. Se trata de una enorme transferencia de riqueza internacional de los países más pobres del mundo a los más ricos a través del cambio climático, y esa transferencia debe revertirse".

En julio, Mankin y Callahan publicaron un artículo en la revista Climatic Change que evaluaba los daños económicos que los distintos países han causado a otros por su contribución al calentamiento del clima. El estudio presentaba la base científica que necesitan las naciones para evaluar su capacidad legal para reclamar los daños económicos debidos a las emisiones y al calentamiento.

En esta última publicación, Mankin y Callahan indican que los principales emisores del mundo deberían pagar gran parte de la factura de la adaptación a los fenómenos de calor extremo, además de ayudar a las naciones de menores ingresos a desarrollar economías de bajas emisiones. En la economía mundial, compartir los costes de las medidas de adaptación beneficiaría tanto a las naciones ricas como a las que están en vías de desarrollo, explica Mankin.

"Casi ningún país de la Tierra se ha beneficiado del calor extremo que se ha producido --asegura Mankin--. Acontecimientos mundiales como la pandemia del COVID-19 han puesto de manifiesto la estrecha interconexión de la cadena de suministro y la economía mundial. Los países de bajos ingresos tienen un número desproporcionado de trabajadores al aire libre que a menudo generan las materias primas tan cruciales para la cadena de suministro mundial - hay absolutamente el potencial de efectos de onda ascendente".

Referencias