En EEUU y Canadá se asfixiaban de calor con temperaturas de casi 50 ºC por la crisis climática hace unos días y en España este fin de semana se espera alcanzar cerca de esta cifra en algunas comunidades del sur. Además, cada año el planeta bate récords de temperatura mes a mes, las regiones polares alcanzan las más altas temperaturas registradas y los fenómenos climáticos extremos se intensifican.

Manola Brunet dirige el Centro en Cambio Climático (C3) en la Universidad Rovira i Virgili, dedicado a la reconstrucción y el análisis del clima.

 

Ahora que estamos en plena ola de calor en España, ¿será algo a lo que nos tendremos que acostumbrar?

Los años, meses o acontecimientos fríos se seguirán produciendo pero más atenuados. Por su parte, a los años, estaciones o extremos cálidos, los hace aún más cálidos, como hemos observado con el evento de cúpula de calor que se instaló en el noroeste de Norteamérica recientemente y tuvo un impacto muy negativo sobre la vida y propiedades de la población.

 

¿Hemos provocado con nuestro modo de vida que sean más frecuentes o también más intensos?

Los extremos en algunos casos serán más frecuentes, pero sobre todo el cambio climático los intensifica, haciendo que sean más severos, más frecuentes y persistentes que los que se hubieran producido de forma natural, en el caso de que el ser humano no hubiera modificado el clima.

 

¿Qué relevancia tiene la pobreza en la adaptación a estos fenómenos extremos?

Desafortunadamente la pobreza o la escasez de recursos socioeconómicos hacen que la población sea más vulnerable ante la ocurrencia de acontecimientos extremos, al tener menos posibilidades de reducir su impacto. Por tanto, se encuentran mucho más afectados que los sectores de la sociedad con mayor capacidad económica.

 

Un problema del que no escapa ningún país, tampoco los más ricos…

Cuando hablamos de pobreza, no nos estamos refiriendo solamente a los países en desarrollo, sino a los sectores de la sociedad menos favorecidos de todos los países del mundo. Porque sabemos que bolsas de pobreza existen no solo en los países en vías de desarrollo, sino también la opulenta sociedad occidental. Todos estos sectores tienen mucha menor resiliencia para hacer frente a los efectos más perniciosos de los extremos.

 

Los expertos advierten que las consecuencias serán peores que la covid para la salud humana. ¿Cómo podremos afrontarlo?

Es cierto que la covid ha puesto en riesgo los sistemas de salud mundial, pero el cambio climático de origen antrópico lo hace con el conjunto de nuestros socioecosistemas y la seguridad mundial. Tiene el potencial de incrementar la vulnerabilidad de todos los sistemas económicos, sociales y ambientales, induciendo e incrementando la inestabilidad política y social. Perturba aún más la dinámica de los sistemas naturales y humanos, y genera una profunda crisis social, económica, migratoria y política en el conjunto de países del mundo.

 

¿Las políticas que propone la comunidad internacional para atajar el problema son suficientes?

Para afrontar la crisis climática se requieren urgentes medidas tendentes a la reducción multisectorial de emisiones de los gases con efecto invernadero. Para ello, se requiere una legislación clara y ambiciosa que permita a los agentes económicos y sociales y a los tomadores de decisiones conocer bien las reglas de juego y establecer sus estrategias de reducción para caminar hacia la descarbonización de la sociedad.

 

¿La sociedad está concienciada de que hay que tomar medidas al igual que con la pandemia?

En estos momentos no creo que sea solo una cuestión de crear consciencia ambiental de este grave problema, sino de establecer una legislación y normativas adecuadas, así como un seguimiento estrecho del cumplimiento de las mismas. La sociedad está suficientemente concienciada, pero pese a ello las políticas que se están implementando no parecen hacernos avanzar con la rapidez requerida hacia la descarbonización.

 

Se repite constantemente que se debe aumentar la ambición climática y que es urgente. ¿Qué estamos haciendo bien y qué mal en este proceso de transformación?

Pues probablemente hablar algo de ello, pero haciendo poco. Tengo la impresión que la mayor parte de la población, incluidos los agentes sociales, económicos y políticos, están concienciados de los peligros que implica el cambio climático y que debería tratarse como una emergencia. Sin embargo, destinan pocos recursos o adoptan objetivos poco ambiciosos en el proceso de descarbonización de nuestro sistema energético.

Es cierto que se está legislando, con mayor fortuna en unos que en otros países, pero no está tan claro que se desarrollen normativas específicas y que se apliquen medidas de vigilancia del cumplimiento de objetivos fijados. En este sentido, creo que la mayor responsabilidad recae sobre nuestros líderes políticos, los cuales están actuando tarde y de forma timorata para abordar la crisis climática.

 

¿La administración hace uso de los datos que proporciona su centro de investigación C3?

Principalmente la información que derivamos tiene utilidad científica y la facilitamos en forma abierta a cualquier grupo de investigación que nos lo solicite. Ciertamente, las administraciones no son uno de esos grupos interesados en los datos que hemos desarrollado. En todo caso, los medios de comunicación muestran algo más de interés, pero no es así por parte de la administración central, autonómicas y mucho menos locales.

 

¿A qué se debe?

Probablemente en el caso de las administraciones centrales y autonómicas lo sea por desconocimiento o por no considerar al C3 como un grupo que produzca datos robustos e información fiable, ya que existe AEMET o los servicios meteorológicos autonómicos que producen su propia información, aunque la longitud temporal de la misma es mucho menor que las observaciones que hemos reconstruido. En general, tengo la impresión de que nuestra información sobre monitoreo de nuestro clima no atrae gran interés por parte de los tomadores de decisiones, pese a que sí tiene un gran interés para el público en general.