El 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Suelo, que tiene como objetivo concienciar sobre la importancia de este como un recurso vital para la humanidad, así como promover prácticas sostenibles de gestión del mismo. El tema de este año es “El suelo y el agua: fuente de vida”.

Sumario

 

El Día Mundial del Suelo (WSD por sus siglas en inglés) se celebra anualmente el 5 de diciembre. Fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas a iniciativa de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y se celebra desde 2014, para concienciar al mundo sobre la importancia de un suelo sano y para impulsar prácticas sostenibles en la gestión de este recurso esencial para la vida.

La elección del 5 de diciembre se debe a que coincide con el cumpleaños del difunto Rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, quien fue un ferviente defensor de esta iniciativa, que falleció en 2016.

Sin embargo, los orígenes de esta celebración se remontan a 2002, cuando la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS) impulsó la idea en el contexto de la Alianza Mundial por el Suelo, un foro colaborativo surgido para abordar la necesidad de compartir prácticas sostenibles y restaurar un recurso que en ocasiones se consideraba inagotable.

Cada año, el Día Mundial del Suelo se centra en un tema específico relacionado con la conservación y gestión sostenible del suelo. Este año 2023 el lema es El suelo y el agua: fuente de vida. Mundialmente se organizan eventos, conferencias y actividades en todo el mundo para destacar la importancia de este recurso y promover prácticas responsables para su preservación.

La importancia del suelo es tal que la ONU le dedica dos días anuales, al Día Internacional del Suelo se le suma el Día Internacional de la Conservación del Suelo que se celebra el 7 de julio.

 

Un pilar esencial para la vida en la tierra

 

El suelo, a menudo pasando desapercibido bajo nuestros pies, es en realidad uno de los recursos más cruciales para la vida en nuestro planeta. Su importancia se extiende mucho más allá de ser simplemente el sustrato que sustenta a las plantas; de hecho, el suelo juega roles vitales en la salud y el equilibrio de los ecosistemas terrestres.

En primer lugar, el suelo actúa como el sostén esencial para la vegetación, permitiendo que plantas, árboles y cultivos enraícen y prosperen. A través de sus raíces, las plantas extraen nutrientes y agua del suelo, lo que facilita su crecimiento y desarrollo.

Además, el suelo es un almacén de nutrientes esenciales como el nitrógeno, fósforo y potasio, proporcionando un suministro gradual a las plantas según lo necesitan. Este proceso es fundamental para mantener la productividad de los ecosistemas y la producción de alimentos a nivel global.

El suelo también desempeña un papel crucial en la purificación del agua, actuando como un filtro natural durante la infiltración. Este proceso ayuda a retener impurezas y contaminantes, contribuyendo significativamente a la calidad del agua subterránea.

Un aspecto menos conocido, pero igualmente importante es el papel del suelo como almacén de carbono orgánico. Esta capacidad de almacenamiento es esencial para mitigar el cambio climático, al reducir la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera.

Por otro lado, el suelo alberga una sorprendente diversidad de vida, desde microorganismos hasta pequeños mamíferos. Estos organismos cumplen roles esenciales en los ciclos de nutrientes y en la descomposición de la materia orgánica, contribuyendo a la salud y equilibrio de los ecosistemas terrestres.

Además, la conservación y el manejo sostenible del suelo no solo son esenciales para garantizar la producción de alimentos y la seguridad alimentaria, sino que también son fundamentales para la preservación de ecosistemas naturales y la protección de infraestructuras humanas contra la erosión y deslizamientos de tierra.

En conclusión, el suelo se revela como un pilar crucial para la vida en la Tierra, y su preservación es un desafío de importancia crítica en la agenda ambiental global. Reconocer y valorar la importancia de este recurso vital es un paso fundamental hacia un futuro sostenible y equilibrado para nuestro planeta y sus habitantes.

 

La importancia de preservar nuestro suelo en cifras

 

Las invaluables funciones que realiza el suelo nos hacen tomar conciencia de la importancia de tomar medidas proactivas para salvaguardar estos recursos para las generaciones futuras. Bastan algunas cifras clave para reconocer su vital función:

Más del 95% de nuestros alimentos provienen del suelo.

  • Los sistemas agrícolas de secano representan el 80 % de las tierras de cultivo y contribuyen al 60 % de la producción mundial de alimentos. Estos sistemas dependen en gran medida de prácticas efectivas de manejo de la humedad del suelo.
  • Los sistemas agrícolas de regadío extraen el 70% del agua dulce del mundo y representan el 20 % de las tierras de cultivo.
  • Un metro cúbico de suelo sano puede retener más de 250 litros de agua.
  • Una hectárea de tierra fértil puede contener más de 300 millones de pequeños invertebrados: insectos, arañas, lombrices y otros animales diminutos.

 

Las principales amenazas para la vitalidad del suelo

 

La FAO realizó en 2015 el primer informe del Estado Mundial del Recurso Suelo en el que señala diez amenazas principales para las funciones vitales del suelo. En el delicado equilibrio de la salud del suelo, estas amenazas que van desde la erosión y pérdida de carbono orgánico, la salinización y la pérdida de biodiversidad, entre otros, ponen en peligro las funciones esenciales del suelo.

La desbalanceada disponibilidad de nutrientes ya sea por insuficiencia o exceso, impacta la seguridad alimentaria y conlleva consecuencias ambientales significativas. La acidificación del suelo, causada por la acumulación de iones, altera la composición química del suelo. Asimismo, la pérdida de biodiversidad del suelo afecta a microorganismos y organismos macroscópicos, comprometiendo la vitalidad del ecosistema subterráneo.

La compactación del suelo, resultado de la presión ejercida sobre su superficie, obstaculiza el intercambio vital de agua y gases, así como la penetración de raíces. La contaminación del suelo, causada por la introducción de sustancias nocivas, trastorna las funciones naturales del suelo y sus habitantes.

La erosión, ya sea por agua o viento, despoja a la tierra de su capa superficial, a menudo agravada por la actividad humana. La pérdida de carbono orgánico del suelo, a través de su transformación en gases de efecto invernadero, agrava el cambio climático y erosiona la calidad del suelo.

La salinización, acumulación de sales en el suelo, puede ser natural o inducida por prácticas agrícolas inapropiadas. El sellamiento del suelo, resultado de la urbanización y construcción, interrumpe el ciclo natural de la tierra y su capacidad de absorción.

Finalmente, el anegamiento del suelo, cuando la saturación de agua impide la respiración de las raíces, puede resultar en la pérdida de vegetación vital.

Es crucial reconocer y abordar estas amenazas para preservar la salud y la funcionalidad de uno de los recursos más fundamentales de nuestro planeta: el suelo.

 

Acciones individuales y colectivas para proteger el suelo

 

Desde el Grupo Técnico Intergubernamental sobre el Suelo (GTIS) se proponen medidas clave para mejorar el manejo del suelo:

Individuos y sector privado: todas las personas que utilizan o gestionan el suelo deben actuar como administradores responsables de este recurso natural esencial, asegurando su manejo sostenible para las generaciones futuras.

Grupos y comunidad científica: Deben difundir información conocimiento sobre suelos y destacar su la importancia de su gestión sostenible para evitar daños en sus funciones fundamentales.

Gobiernos: deben impulsar la gestión sostenible del suelo, adaptada a las particularidades de cada país, eliminando barreras y promoviendo la educación sobre prácticas sostenibles. También es crucial respaldar investigaciones, integrar principios de gestión sostenible del suelo en políticas a todos los niveles, considerar el suelo en planes para afrontar el cambio climático, establecer regulaciones contra la acumulación de contaminantes y mantener sistemas de información sobre suelos a nivel nacional e internacional.

Organizaciones internacionales: deben facilitar la recopilación y difusión de informes autorizados sobre el estado global del recurso suelo y los protocolos de gestión sostenible de este. Además, deben coordinar de esfuerzos para desarrollar un sistema de información global de suelos preciso y detallado, integrado con otros sistemas de observación terrestre. También deben de apoyar a los gobiernos en el establecimiento de políticas y legislaciones adecuadas, así como en la implementación y monitoreo de prácticas de manejo del suelo apropiadas y sostenibles, a petición de estos.

Estas acciones pueden cambiar el rumbo actual y asegurar un futuro sostenible para el recurso suelo.