El 58% de las sardinas y el 60€ de las anchoas del Mediterráneo occidental ha ingerido microplásticos, que están alojados en sus intestinos, según un estudio internacional en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El estudio, que publica la revista Marine Pollution Bulleti' ha sido realizado por investigadores/as del Instituto Español de Oceanografía (IEO), del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y del Instituto Francés de Investigación para la Exploración del Mar (IFREMER).

La investigación señala que las áreas geográficas donde los peces tienen más probabilidades de ingerir microplásticos son el Golfo de Alicante, en el caso de las sardinas, y el Golfo de León y el Delta del Ebro, en el caso de las anchoas.

Las investigadoras señalan también que en ambas especies existe una relación positiva entre la presencia de parásitos y la ingestión de microplásticos, lo que pone de manifiesto que estos factores pueden afectar tanto la salud de las especies marinas como la de los consumidores humanos, según indican los investigadores.

Más parásitos, más microplásticos

 

Además, el estudio revela que entre los factores que influyen en esta incidencia destaca la prevalencia de parásitos como larvas, trematodos y nematodos en el tracto intestinal. Es decir, los individuos con mayor contenido de microplásticos en su sistema digestivo también tienen más parásitos.

Según informa el CSIC, los resultados muestran que en el caso de las sardinas, los individuos con una peor condición corporal tienen más probabilidades de ingerir microplásticos.

En el caso de la anchoa la probabilidad de incidencia aumenta en individuos con un índice gonadosomático --peso de la gónada como porcentaje del peso total del cuerpo-- más alto y de menor tamaño. En ambas especies una peor condición corporal implica una mayor incidencia tanto de parásitos como de microplásticos.

La investigadora del ICM-CSIC Marta Coll ha destacado que los resultados de este estudio plantean nuevas preguntas para continuar la investigación ya que añade que, por ejemplo, se desconoce el mecanismo concreto por el que los peces pelágicos pequeños con mayor incidencia de microplásticos presentan también más parásitos intestinales.

"Los resultados evidencian la importancia de la monitorización continuada del medio marino, que permite evaluar la salud de los ecosistemas marinos y su impacto sobre los seres humanos", subraya.

La producción y el uso de microplásticos en el mundo ha ido aumentando de forma exponencial desde la década de 1950 hasta alcanzar más de 300 millones de toneladas de 2017.

300 millones de toneladas de 2017

 

Se trata de partículas y fibras de plástico de tamaño inferior a 5 milímetros, invisibles a simple vista y que afectan principalmente a pequeños peces, organismos invertebrados y otros animales filtradores que tienen el potencial de entrar en la cadena alimentaria, según explican las investigadoras.

De entre todas las especies de peces pelágicos pequeños, la sardina (Sardina pilchardus) y la anchoa (Engraulis encrasicolus) son los peces más comercializados y consumidos en el noroeste del mar Mediterráneo, donde representan el 39% del total de las capturas de la región en los últimos años.

Además, estas especies juegan un papel clave en los ecosistemas marinos, donde son presas importantes para depredadores como los atunes, los cetáceos y las aves marinas.

Este estudio se ha desarrollado en el contexto de los proyectos PELWEB (CTM2017-88939-R) y PELCAT (CAT 152CAT00013, TAIS ARP059/19/00005), financiados por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y la Generalitat de Cataluña, respectivamente.