En 2015 disminuyó a nivel mundial la superficie cultivada con transgénicos. El descenso, el primero en dos décadas, fue de un 1%: el año pasado se sembraron 179,7 millones de hectáreas de tierra con simientes genéticamente modificadas mientras en 2014 fueron 181,5 millones. La causa fueron “los bajos precios de los productos básicos” y la sequía que ha afectado a Suráfrica, que ha obligado a recortar en aquel país en un 23% las 700.000 hectáreas destinadas a plantaciones transgénicas, según apunta el informe 20 años de comercialización de cultivos transgénicos a nivel mundial (1996-2015) y cultivos transgénicos destacados en 2015, publicado el mes pasado por el Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología (ISAAA, por su sigla en inglés), financiado por la industria del sector.

A pesar de esta ligera disminución, los organismos genéticamente modificados (OGM) cumplen 20 años con un balance de crecimiento espectacular: de los 1,7 millones de hectáreas dedicados a la agricultura biotecnológica en 1996 se ha pasado a 179,7 millones en 2015, repartidos entre 28 países. Más de 150 millones de hectáreas, cerca del 85%, se concentran en tan sólo cuatro naciones del continente americano: Estados Unidos (70,9 millones de hectáreas), Brasil (44,2 millones), Argentina (24,5 millones) y Canadá (11 millones). Los cultivos OGM más habituales son la soja, el maíz, el algodón y la colza.

El sector prepara 85 nuevos productos y quiere plantar otros 100 millones de hectáreas 

No paran de registrarse nuevas patentes: en 2015, Estados Unidos, el líder indiscutible en este ámbito, introdujo las patatas Innate –con menores niveles de acrilamida, un compuesto orgánico que aumenta el riesgo de sufrir cáncer– y las manzanas Arctic –que no se vuelven marrones por la oxidación una vez están cortadas– y aprobó el primer animal transgénico para consumo humano, el salmón OGM, entre otras medidas.
 
El 71% de los países que optan por cultivos modificados genéticamente están en vías de desarrollo. Por cuarto año consecutivo, fueron los que sembraron más OGM: los agricultores de Suramérica, Asia y África plantaron semillas modificadas en 97,1 millones de hectáreas, el 54% de la superficie global (frente al 53% en 2014). Vietnam se sumó en 2015 con el maíz transgénico y la India se ha convertido en el primer productor global de algodón “con una contribución fundamental del algodón modificado genéticamente”, según el ISAAA. En África, Sudán incrementó la superficie de algodón transgénico en un 30%, hasta las 120.000 hectáreas, y ocho países más hicieron ensayos de campo con cultivos de OGM, el penúltimo paso previo a la aprobación final.

En la Unión Europea (UE), los gobiernos pro y antitransgénicos no logran acercar posiciones. Cada país miembro puede restringir o prohibir los cultivos que contengan organismos genéticamente modificados en su territorio, incluso aunque hayan sido autorizados por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), según la legislación aprobada por el Parlamento Europeo en enero de 2015 con 480 votos a favor, 159 votos en contra y 58 abstenciones.

España, líder europeo

El único cultivo transgénico que por ahora se siembra a gran escala en cinco países miembros de la UE –con otros productos sólo se llevan a cabo ensayos experimentales al aire libre–, es el maíz MON810, resistente a la plaga del taladro. La superficie dedicada en 2015 al mismo fue de 116.870 hectáreas, un 18% menos de las que ocupaba en 2014, según ISAAA.

España es el principal productor europeo de este maíz patentado por la multinacional Monsanto: es el país que más superficie le destina, con unas 107.749 hectáreas en 2015 –un 18% menos que en 2014–. También lo cultivan comercialmente Portugal, Chequia, Eslovaquia y Rumanía. La mayoría de países comunitarios que prohíben el cultivo de transgénicos permiten sin embargo la importación de los mismos, sobre todo para alimentación animal.

A pesar de la leve caída del pasado año, el informe destaca el potencial de los transgénicos: sigue habiendo espacio para otros 100 millones de hectáreas de los mismos y hay 85 potenciales nuevos productos que están en experimentación, como un maíz tolerante a la sequía, cuya introducción en África se espera para 2017, o el arroz dorado en Asia. El ISAAA prevé que “la superficie total cultivada aumentará cuando mejoren los precios de los productos básicos”.

Cinco multinacionales dominan el mercado de las semillas. Una de ellas controla el 90%

El mercado global de semillas está controlado por cinco grandes multinacionales de la biotecnología: DowDuPont, la mayor empresa química del mundo, que une a Dow Chemical y DuPont; Syngenta (antigua Novartis), sobre la que ChemChina ha lanzado una oferta; Bayer, Basf y, dominando abrumadoramente el mercado, Monsanto, que posee más del 90% de las patentes de semillas transgénicas.

Estas compañías venden a los agricultores las simientes modificadas con la garantía de que estas plantas necesitan menos agrotóxicos –sustancias químicas, orgánicas e inorgánicas, que se utilizan para combatir plagas, malas hierbas o enfermedades de las plantas– y, por tanto, son más productivas. Se trata de una argumentación considerada “falsa” por muchas organizaciones medioambientales, que denuncian el aumento del uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes, vendidos a su vez por las mismas corporaciones. Un negocio redondo que permite a estas grandes corporaciones cosechar ingentes beneficios.