Los alimentos transgénicos siguen conquistando día tras día los estantes del supermercado. Ahora, también podrían hacerse un hueco en congeladores y pescaderías. El salmón transgénico, el primer animal genéticamente modificado (GM) para el consumo humano, está a un paso de los platos de los ciudadanos estadounidenses.Todo depende de la decisión final que tomará la autoridad responsable de la regulación de alimentos, medicamentos y cosméticos en ese país, la Food and Drug Administration (FDA), a partir del 25 de febrero, transcurrido el correspondiente periodo de alegaciones.

Bautizado como salmón AquAdvantage, es una creación de la empresa estadounidense de biotecnología AquaBounty y su crecimiento no se interrumpe cuando la temperatura del agua se enfría, como sucede con los ejemplares salvajes, lo que lo hace mucho más rentable comercialmente. La compañía desarrolló el código genético del animal en 1989 y desde 1995 ha estado luchando para conseguir que la FDA lo apruebe.

Los bioingenieros han modificado el ADN de un salmón del Atlántico (Salmo salar, en peligro de extinción) insertándole material genético de otras dos especies: el salmón Chinook (Oncorhynchus tshawytscha), el más grande de la familia de los salmónidos, y de un tipo de anguila. Con esta alteración, el pez puede producir la hormona del crecimiento durante todo el año y, por tanto, crece más –el doble– y más rápido. Según la empresa, el AquAdvantage alcanza el peso del mercado en 18 meses, frente a los 3 años que requieren los salmones convencionales.

La FDA considera que el salmón transgénico no tiene efectos negativos para la salud humana ni el medio ambiente. En el verano de 2010, la agencia estatal ya concluyó que el AquAdvantage era seguro para el consumo. Faltaba entonces la valoración medioambiental, que llegó el pasado 26 de diciembre, cuando se hizo público un borrador, elaborado en mayo, en el que se argumenta que su cría no tiene repercusiones para el entorno.

La agencia federal, que no tiene en cuenta los argumentos éticos o políticos de los alimentos biotecnológicos, expone en su valoración que la posibilidad de que los peces puedan escapar de las jaulas y sobrevivir para reproducirse en libertad es "extremadamente remota" porque, esgrime, alrededor de las instalaciones de producción de huevos y engorde, las condiciones ambientales no son adecuadas para ello y, además, en las instalaciones sólo se criarán hembras estériles.

No hay peligro para Estados Unidos

El informe concluye: "El salmón AquAdvantage no tendrá ningún impacto significativo en la calidad del medio ambiente de los Estados Unidos (incluyendo las poblaciones del salmón del Atlántico en peligro de extinción) en las condiciones de cultivo y producción que propone la empresa".

Cabe destacar que en el dictamen se deja claro en todo momento que toda argumentación hace referencia a impactos ambientales en los Estados Unidos, país al que lllegaría el salmón ya listo para ser consumido. La empresa AquaBounty produciría los huevos en instalaciones situadas en la Isla del Príncipe Eduardo, en Canadá, y posteriormente los trasladaría a un centro de engorde en Panamá, donde los peces se críarían en tanques cerrados, en tierra firme, y se procesarían. Por tanto, tal y como remarca el documento de la FDA, el animal "no sería críado en los Estados Unidos ni llegaría vivo para ser procesado". Sólo llegaría su carne preparada para cocinar. Cualquier posible daño ecológico tendría lugar en otros países.

Campaña contra el 'Frankenfish'

La posibilidad de que el salmón modificado pase a formar parte de la dieta diaria de los estadounidenses, que ni siquiera sabrían si compran pescado transgénico o no, porque allí dichos alimentos no están etiquetados como tales, ha provocado una gran polémica en el país.

Los críticos, que lo han apodado como Frankenfish, denuncian que el proceso de aprobación de la FDA se basa únicamente en datos presentados por la compañia y piden más estudios independientes. Asimismo, aseguran que no se puede garantizar que el 100% de la población de los nuevos salmones sea infértil y que tampoco es imposible que un determinado grupo se escape de las granjas y se cruce con poblaciones naturales.

La organización ecologista Food & Water Watch ha puesto en marcha una campaña con la que pretende frenar la autorización del Frankenfish haciendo llegar a los políticos sus preocupaciones mediante el envío masivo de correos electrónicos durante el periodo de alegaciones.

"La decisión sentará un precedente importante y tendrá consecuencias considerables para el futuro del sector de la biotecnología de los Estados Unidos", sentencia el autor del estudio La Controversia del salmón AquAdvantage, Alain Goubau. Si finalmente el salmón transgénico supera las trabas legales, en breve podría estar acompañado por nuevas versiones artificiales de tilapia y trucha, hijos del mismo padre, el ser humano, y la misma empresa, AquaBounty.