El sistema alimentario es la actividad humana que contribuye en mayor medida al cambio climático. Si englobamos en el análisis la producción agrícola, el transporte y la distribución de los productos, genera del 44 al 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero, tal y como afirmaba en una entrevista para EcoAvant.com, Henk Hobbelink, fundador de la organización Grain. Y la cifra aumentará en los próximos años de mantenerse el modelo actual para satisfacer la demanda de una población mundial en constante aumento. 

La amplia oferta de productos que puede encontrarse en las estanterías de los supermercados puede llevarnos a una idea errónea de cómo está configurado el sistema, dominado por tan sólo 10 grandes empresas: Associated British Foods (ABF), Coca-Cola, Danone, General Mills, Kellogg’s, Mars, Mondelēz International (antes conocida como Kraft Foods), Nestlé, Pepsico y Unilever. En conjunto, emiten 263,7 millones de toneladas de gases de efecto invernadero anuales.

Las 10 mayores empresas contaminan más que los países escandinavos

De constituir un país, las principales empresas de alimentación y bebidas del mundo serían el vigesimoquinto más contaminante del planeta, superando lo emitido por Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega juntas, según el último informe publicado por Oxfam, De brazos cruzados, que forma parte de su campaña Tras la marca, en la que la ONG analiza las políticas sociales y medioambientales de estas compañías. 

Las poderosas multinacionales contribuyen al cambio climático pero, a la vez, se ven perjudicadas por el mismo porque sus efectos ponen en riesgo sus cadenas de suministro. En marzo de 2014, el director ejecutivo de General Mills, que comercializa marcas como Old El Paso y Häagen-Dazs, afirmó que el “severo clima de invierno” había costado a la empresa 62 días de producción solamente a lo largo del primer trimestre del año, mientras que Unilever, que posee por su parte Frigo y Axe, ha señalado que pierde 300 millones de euros anuales a causa de los fenómenos meteorológicos extremos.

Además del coste económico para unas pocas empresas, el incremento de las tormentas, las inundaciones y las sequías afecta negativamente a las reservas de alimentos y pone en peligro su reparto por el mundo. Con menor oferta, los precios se dispararían, denuncia Oxfam, que calcula que el incremento del coste final para el consumidor de productos como los cereales Corn Flakes de Kellogg's podría aumentar hasta un 44% durante los próximos 15 años.

Sin base científica

Dichas subidas de los precios de venta serán consecuencia del incremento de los productos básicos como el maíz y el arroz que, según las previsiones, se habrán multiplicado por dos en 2030, la mitad de ese alza como consecuencia el cambio climático.

Es en este tablero en el que juegan un papel crucial las 10 mayores empresas de alimentación y bebidas. Oxfam las tacha de “cómplices” por no tomar medidas suficientes para parar la crisis climática porque aunque “establecen objetivos para reducir las emisiones derivadas de sus actividades, a menudo, estos objetivos carecen de base científica y no reflejan la contribución real de estas empresas al problema, al no incluir las emisiones indirectas asociadas a la empresa, desde sus cadenas de suministro hasta la utilización final de sus productos”.

Según la ONG, la mayoría de compañías no revelan quiénes son sus proveedores de materias primas y ninguna de ellas se ha comprometido a reducir sus emisiones de origen agrícola, ni tampoco se lo exigen a sus suministradores, a pesar de que todas ellas reconocen la necesidad de recortar su volumen.

Ninguna de las 'grandes' intenta reducir las emisiones de sus proveedores

Siete de estas empresas miden y publican sus emisiones anualmente a través del Carbon Disclosure Project (Proyecto de revelación de carbono, CDP por sus siglas en inglés), excepto Kellogg's, General Mills y Associated British Foods. Oxfam denuncia sobre todo la inacción de Kellogg's y General Mills, y ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas para tratar de revertir esta situación.

Por su parte, Kellogg's afirma estar comprometida para “hacer lo correcto para el medio ambiente y la sociedad” y explica que trabaja para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como el consumo de agua y de energía. General Mills ha defendido su “activa participación para influir positivamente en la política climática” y ha explicado que toma medidas para reducir las emisiones desde hace muchos años.

En lo referente a la deforestación, que además de producir altos niveles de emisiones vulnera a menudo los derechos de comunidades locales, varios de estos 10 gigantes empresariales se han comprometido a acabar con ella en sus cadenas de suministro de aceite de palma, pero sólo Mars y Nestlé han ampliado estas medidas a otras materias primas clave como la soja, la caña de azúcar y el maíz, que también provocan deforestación, tal y como expone el informe.

“Muchos de los grandes del sector de la alimentación y las bebidas simplemente cruzan los brazos esperando a que el cambio climático no afecte al sistema alimentario o a que otros lo arreglen. Las 10 corporaciones generan más de 1.000 millones de dólares (732 millones de euros) cada día y tienen un gran poder para influenciar a las cadenas agroalimentarias globales”, afirma la directora ejecutiva de Oxfam, Winnie Byanyima.

Oxfam considera que las 10 grandes deberían reducir sus emisiones combinadas en 80 millones de toneladas extra para 2020, hacer frente a la deforestación y a las prácticas insostenibles de uso del suelo, aplicar transparencia y utilizar su influencia para exigir a los gobiernos que adopten medidas contra el cambio climático.