Al comparar los patrones geográficos de la biodiversidad de los primates no humanos y el uso humano de la tierra, los investigadores han descubierto que las zonas gestionadas o controladas por los pueblos indígenas tienden a tener una biodiversidad de primates significativamente mayor que las regiones cercanas, según publican en la revista Science Advances (1).

 

Menos vulnerables, amenazados o en peligro de extinción

 

También han comprobado que los loris, tarseros, monos y simios cuyos territorios se solapan con las zonas indígenas tienen menos probabilidades de ser clasificados como vulnerables, amenazados o en peligro de extinción que los que viven totalmente fuera de las tierras indígenas.

"Hay una crisis de extinción inminente entre las 521 especies de primates del mundo", advierte Paul A. Garber, profesor emérito de antropología de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign (Estados Unidos) que dirigió la investigación con Alejandro Estrada, profesor del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México.

"Sabemos que el 68% de estas especies son vulnerables, están en peligro o en peligro crítico y muchas de ellas podrían no sobrevivir hasta el final del siglo. A nivel mundial, el 93% de las poblaciones de primates están disminuyendo", añade.

Entender las condiciones que permiten a las poblaciones de primates sobrevivir e incluso prosperar es fundamental para evitar su extinción y preservar su especial contribución a la salud de los ecosistemas forestales, resalta Garber.

 

Agentes de polinización y dispersión de semillas

 

"La mayoría de los primates explotan los bosques, donde sirven como agentes de polinización y dispersión de semillas --explica--. Participan en importantes relaciones depredador-presa. Consumen insectos y pequeños vertebrados. Desempeñan un papel muy importante en la regeneración de los bosques".

Como son animales de cuerpo relativamente grande, con una tasa de reproducción lenta y una edad tardía de primera reproducción, los primates son también "una de las primeras especies indicadoras si hay alguna perturbación o cambio drástico en el medio ambiente", indica.

Para el estudio, los investigadores revisaron informes científicos sobre los pueblos indígenas y la biodiversidad de los primates, y realizaron un análisis espacial "para evaluar la importancia de las tierras de los pueblos indígenas en la salvaguarda de la biodiversidad de los primates", escriben.

"Descubrimos que las tierras de los pueblos indígenas representan el 30% del área de distribución de los primates y que el 71% de las especies de primates habitan en ellas --añaden--. A medida que aumenta su área de distribución en estas tierras, es menos probable que las especies de primates se clasifiquen como amenazadas o tengan poblaciones en declive".

El patrón se mantuvo incluso al comparar las tierras indígenas con regiones con aproximadamente la misma densidad de población humana inmediatamente fuera de estos territorios indígenas, y a 10, 25 y 50 kilómetros de sus fronteras.

"Los resultados fueron que la huella humana -una medida del desarrollo de las infraestructuras y la conversión del hábitat- era significativamente mayor inmediatamente fuera de las tierras de los pueblos indígenas que dentro de ellas", destaca Garber.

 

Asociación ancestral

 

La mayoría de los grupos indígenas cuyos territorios se solapan con los de los primates no humanos tienen una asociación ancestral con sus tierras y estos animales, y muchos -aunque no todos- han desarrollado prácticas y normas culturales que ayudan a preservar las poblaciones de primates y la salud del ecosistema, señala.

"Además, los grupos indígenas tienen diversas prohibiciones basadas en sus conocimientos, cultura o religión --prosigue--. Citamos varios casos, por ejemplo, en los que una especie de primate sólo puede cazarse para un festival concreto. O una especie concreta de primate no se caza cuando hay exceso de fruta en el bosque, lo que permite a esas poblaciones entrar en estado reproductivo y producir descendencia".

Hay excepciones a la estrecha relación entre las tierras de los pueblos indígenas y la biodiversidad de los primates, afirma Garber. Pero la mayoría de las excepciones parecen ser el resultado de las prácticas coloniales de los últimos siglos. Por ejemplo, en el este de África, grandes franjas de tierras tradicionales indígenas fueron arrebatadas a las comunidades indígenas y conservadas como parques nacionales, donde la biodiversidad de los primates sigue siendo mayor que en las zonas de pastoreo que muchos pueblos indígenas siguen habitando.

 

Madagascar alberga más de 100 especies de primates

 

En Madagascar, un país que alberga más de 100 especies de primates, ningún grupo cumple con las definiciones internacionalmente aceptadas de pueblos indígenas, y ninguno se identifica como tal, informan los investigadores. El país, antigua colonia francesa, ha perdido cerca del 90% de sus bosques originales. Aproximadamente el 96% de sus especies de primates, todas ellas lémures, están catalogadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como amenazadas (vulnerables, en peligro o en peligro crítico).

El estudio es correlativo y, por tanto, no aporta pruebas directas de que las prácticas indígenas expliquen la mayor diversidad de especies de primates en esas tierras. Sin embargo, sugiere firmemente que "salvaguardar las tierras, lenguas y culturas de los pueblos indígenas representa nuestra mayor oportunidad para evitar la extinción de los primates del mundo", escriben los autores.

Referencias