El 17 de junio celebramos el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2025 para generar conciencia sobre la importancia de encontrar soluciones a este problema creciente en el mundo que afecta a la humanidad y al planeta.  Este año 2025 el lema elegido es Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades y Colombia será el país anfitrión.

Sumario

 

La desertificación y la sequía son identificadas como grandes desafíos para el desarrollo sostenible. El Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de preservar los recursos hídricos y tomar acciones para combatir estos problemas que afectan a nuestra sociedad global.

Este año, el tema elegido es “Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades”. Este enfoque destaca cómo la restauración de la base natural, la tierra, puede generar empleo, mejorar la seguridad alimentaria e hídrica, apoyar las acciones contra el cambio climático y fomentar la resiliencia económica.

 

Colombia, ejemplo en la lucha contra la desertificación

 

Colombia será la anfitriona de la celebración global de este año, reafirmando su compromiso con soluciones naturales para abordar la degradación de las tierras. El evento en Bogotá subrayará la necesidad urgente de restaurar las tierras para la sostenibilidad, la paz y el desarrollo inclusivo, además de resaltar la importancia de una tierra sana para asegurar la alimentación, el agua, el empleo y la seguridad.

Colombia está implementando medidas para abordar la degradación de tierras, que afecta a 34,39 millones de hectáreas, lo cual representa casi el 30 % de su territorio. Para el año 2030, el país se propone restaurar 100.000 hectáreas de tierras degradadas, conservar 22.000 hectáreas de bosque seco, promover sistemas agroforestales sostenibles y apoyar a las comunidades rurales con iniciativas de restauración y planificación en todas las regiones prioritarias.

Con motivo de la celebración mundial, Colombia brinda un espacio para que jóvenes, pueblos indígenas, agricultores, científicos y la sociedad civil puedan compartir soluciones locales. Los esfuerzos de este país reflejan una necesidad global: la restauración de tierras es esencial para enfrentar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la inseguridad alimentaria y los desplazamientos forzados.

 

Orígenes de la celebración

 

La desertificación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, se identificaron como los mayores desafíos para el desarrollo sostenible durante la Cumbre de la Tierra de Río de 1992. Fue dos años más tarde, en 1994, cuando se estableció la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (CNULD-UNCCD) y se designó el 17 de junio como el "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía".

En 2007, se declaró el Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la lucha contra la Desertificación 2010-2020, con el objetivo de abordar la degradación de la tierra. Las partes de la CNULD trabajan juntas para mantener y restaurar la productividad de la tierra y el suelo, y para mitigar los efectos de la sequía en las zonas áridas y vulnerables. Desde 2017, esta entidad ha apoyado a numerosos países propensos a la sequía en el desarrollo de planes de acción nacionales para reducir los desastres causados por este fenómeno.

 

Hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas

 

Cada segundo, un área de tierra sana del tamaño de cuatro campos de fútbol se degrada, sumando 100 millones de hectáreas al año, una extensión comparable a la de Egipto.

Cada dólar invertido en la recuperación de tierras puede generar hasta 30 dólares en beneficios. En muchos países afectados por la desertificación, la degradación del suelo y la sequía, la agricultura constituye una parte esencial de la economía.

Involucrar a las generaciones presentes y futuras es más crucial que nunca para detener y revertir estas preocupantes tendencias y cumplir con los compromisos globales de restaurar 1.000 millones de hectáreas de tierras degradadas para el año 2030.

 

2.700 millones de afectados y casi 12 millones de vidas

 

La desertificación se caracteriza por la degradación de las tierras en zonas secas, y sus consecuencias abarcan aspectos económicos, sociales y ambientales significativos. Entre estos impactos se encuentran la disminución de la productividad del suelo, el aumento del despoblamiento en áreas rurales y la pérdida de biodiversidad. Las causas de la desertificación son diversas, pero el cambio climático y la explotación insostenible de los recursos naturales son los principales impulsores.

Las sequías han afectado a una gran cantidad de personas en todo el mundo, con aproximadamente 2.700 millones de personas afectadas desde inicios del siglo XX. Además, estas sequías han provocado la lamentable pérdida de 11,7 millones de vidas.

A lo largo de la historia, la desertificación ha sido un factor crucial en la caída de grandes imperios y en el desplazamiento de comunidades locales. Sin embargo, en la actualidad, se estima que la tasa de degradación de las tierras cultivables está aumentando a un ritmo entre 30 y 35 veces mayor que en el pasado. Las proyecciones científicas actuales sugieren que estos eventos climáticos extremos seguirán en aumento, y para el año 2050 podrían afectar a más del 75 % de la población mundial

La subsistencia de aproximadamente 2.000 millones de personas depende de los ecosistemas de las zonas secas, y el 90 % de ellas vive en países en desarrollo. La sobreexplotación de la ganadería y la agricultura en muchos países subdesarrollados genera la necesidad de utilizar las tierras de las zonas secas.

Esto propicia un ciclo descendente en estas tierras de baja productividad, agotando los nutrientes del suelo y los acuíferos subterráneos. En los próximos años, se espera que millones de personas se vean desplazadas debido a la desertificación.

 

El 74 % del territorio español sufre riesgo de desertificación

 

España no escapa a esta realidad que afecta a muchos países en el mundo. Tanto las sequías como la desertificación tienen un impacto significativo en España, donde el 74 % del territorio está en riesgo de sufrir desertificación.

Las regiones más áridas de nuestro país, como el sureste de la Península Ibérica y las zonas orientales de Canarias, así como en menor medida el Valle del Ebro y algunas áreas de la meseta sur, podrían expandirse hacia otras regiones.

Espacios naturales como la Ribera de Navarra, las áreas del Parque Regional del sureste de la Comunidad de Madrid, la isla de Menorca, la zona de especial conservación de El Piélago, o el clima de la micro reserva del Salar de Agramón en Albacete, experimentarán un aumento promedio de 1.5ºC y una disminución de las precipitaciones de hasta el 14% para el año 2065.