Muchos fármacos no pueden ser totalmente metabolizados por el organismo humano y en buena parte se eliminan a través de la orina. Ni siquiera las depuradoras pueden con ellos, y una parte de estas sustancias acaba en los ríos o en el mar. Y ello tiene serias consecuencias para la vida acuática.

Científicos de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) han constatado que la exposición a antidepresivos por parte de algunos invertebrados, como crustáceos y moluscos, está alterando su comportamiento de manera que puede llegar a poner en riesgo su supervivencia.

Medicamentos como el Prozac o la Sertralina, los antidepresivos más recetados, pese a encontrarse en concentraciones muy bajas en el agua, llegan a afectar a la forma y el tamaño de algunos animales, e incluso a modificar sus procesos de reproducción.

Los animales modifican su apareamiento, cambian de tamaño o de color

"Hay una asombrosa lista de medicamentos con receta que tras la excreción pasan de los seres humanos a las plantas de tratamiento de aguas residuales y acaban en los arroyos, estuarios, u océanos”, advierte Alex Ford, del Instituto de Ciencias del Mar de la universidad británica, que lleva años analizando el impacto de la contaminación por productos tóxicos en el medio acuático.

En algunas especies de gambas, la absorción de antidepresivos hace que se vean atraídas por la luz, ignorando su tendencia natural a esconderse entre las rocas, lo que les hace mucho más vulnerables a sus depredadores.

"Los invertebrados como el camarón se vuelven más activos y aumentan su velocidad de movimiento, mientras los caracoles de agua dulce muestran una reproducción alterada y algunos pierden la capacidad de adherirse a las superficies. Algunas especies de bivalvos, como los mejillones cebra, se ven inducidos a desovar cuando son expuestos a los antidepresivos. Los medicamentos también pueden afectar al crecimiento, la alimentación y el metabolismo", precisa Ford.

La causa de ello es que estos medicamentos están diseñados para interferir en la producción o transmisión de neurotransmisores como la serotonina en el cerebro humano, y, de la misma forma, la serotonina regula diversas funciones biológicas de los invertebrados.

En muchos invertebrados, la serotonina controla la liberación de algunos pigmentos haciendo que la criatura cambie de color, y estudios recientes han concluido que los antidepresivos pueden alterar los cambios de color en las sepias.

 

Efectos reversibles

 

El efecto se produce incluso con concentraciones muy bajas del fármaco, como de un nanogramo por litro, que sería “como dejar caer algunas gotas en una piscina olímpica”, compara Ford, quien publicó sus conclusiones en un número especial dedicado de los antidepresivos en el medio acuático publicado en la revista especializada Aquatic Toxicology.

Otra investigación publicada en el mismo número especial ha constatado que peces expuestos al antidepresivo fluoxetina, ingrediente activo del Prozac, exhibían alteraciones del comportamiento reproductivo, movimientos repetitivos o agresiones hacia a las hembras.

Tras estar en contacto durante cuatro semanas con la fluoxetina, ejemplares de Pimephales promelas, un ciprínido de los lagos de Norteamérica, incrementaron las agresiones de los machos a las hembras hasta el punto que, con los más elevados niveles de concentración del medicamento en el agua, las mismas llegaron a registrar índices de supervivencia de tan sólo el 33%.

Sin embargo, Rebecca Klaper, directora del Centro de Genómica de los Grandes Lagos en la Universidad de Wisconsin en Milwaukee (Estados Unidos), destaca que estas alteraciones del comportamiento parecen “reversibles” y disminuyen cuando lo hacen los niveles de fluoxetina en el medio.

La fluoxetina provoca ataques a las hembras en un ciprínido de los lagos de Norteamérica

La eliminación del agua de compuestos químicos no biodegradables como algunos medicamentos resulta técnicamente muy complicada. Se han llegado a detectar trazas de Prozac en el agua potable de algunas ciudades británicas, en un país donde se emiten más de 20 millones de recetas anuales de este antidepresivo.

Investigadores del Departamento de Tecnología y Química Ambiental de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid desarrollan desde hace años procesos de oxidación química asistidos por ultrasonidos y/o radiaciones ultravioleta para la eliminación de esta clase de contaminantes.

Los llamados procesos avanzados de oxidación (AOPs) se basan en el “tratamiento de aguas a presión y temperatura cercanas a las ambientales que implican la generación de radicales hidroxilo (combinaciones de oxígeno e hidrógeno presentes en compuestos como los alcoholes) en cantidades suficientes para purificar el agua”, sostienen los investigadores.

En estas investigaciones, los procedimientos de este tipo apoyados por radiación ultravioleta y/o ultrasonidos han demostrado su utilidad para la eliminación de productos farmacológicos como analgésicos, antiinflamatorios, reguladores de lípidos, antidepresivos, antibióticos y betabloqueantes, que son muy resistentes a los tratamientos convencionales. Sin embargo, los catalizadores desarrollados hasta el momento resultan muy costosos, lo que dificulta su utilización masiva por parte de instituciones y empresas.