El pasado viernes se hacía pública una carta firmada por 110 premios Nobel de diferentes disciplinas –aunque con mayoría de Química y Medicina– en la que éstos hacían una encendida defensa de los cultivos transgénicos como la mejor alternativa para erradicar el hambre en el mundo. El manifiesto arremetía contra las organizaciones ecologistas que se oponen a los organismos modificados genéticamente (OMG) y, muy en concreto, acusaba a la más popular a nivel mundial, Greenpeace, de contribuir con su rechazo a una situación de inseguridad alimentaria que mata a miles de personas a diario y que, a juicio de los firmantes, algún día deberá ser considerada un "crimen contra la humanidad".

Según los destacados científicos que han rubricado el documento, entre los que se cuentan los descubridores de la estructura del ADN o de la del ribosoma humano, los alimentos transgénicos, son tan seguros como cualquier otro alimento, “si no más” y “nunca ha habido un solo caso confirmado de un efecto negativo en la salud de humanos o de animales”. Los firmantes consideran que los grupos ecologistas y defensores de la salud que se oponen a estos productos se han dedicado a “tergiversar los riesgos, beneficios e impactos” de los organismos modificados genéticamente y a “apoyar la destrucción criminal de cultivos de experimentación” basándose únicamente en "emociones y dogmas, en contradicción con los datos” aportados por las investigaciones.

La carta defiende el 'arroz dorado' como solución para erradicar el hambre del planeta

Más en concreto, los suscriptores de la carta abierta, que afirman que el mundo necesitará producir el doble de alimentos de aquí a 2050, aseguran que “Greenpeace ha encabezado la oposición al arroz dorado, que tiene el potencial de reducir o eliminar gran parte de las muertes y las enfermedades causadas por la deficiencia de vitamina A, que se ceban con las personas más pobres de África y el sudeste asiático”. “¿Cuántas personas pobres deben morir en el mundo antes de que consideremos esto un crimen contra la humanidad?”, se preguntan.

“Hacemos un llamamiento a los gobiernos del mundo para que rechacen la campaña de Greenpeace contra el arroz dorado, en particular, y contra los cultivos y alimentos mejorados mediante biotecnología en general”, continúan los científicos. El arroz dorado (término que acuñó un empresario tailandés activista en favor del control de la natalidad) es una variedad desarrollada mediante ingeniería genética en la década de los 90 en la que se han sintetizado en las partes comestibles del grano los precursores naturales de la vitamina A para incrementar la presencia de la misma en el cereal. Sus creadores, Ingo Potrykus, del Instituto de Ciencias Vegetales del Instituto Federal Suizo de Tecnología, y Peter Beyer, de la Universidad de Friburgo (Alemania), renunciaron a los derechos de su patente para que pudiera ser utilizado en acciones humanitarias.

La reacción de Greenpeace no se hizo esperar: "Los transgénicos no son la solución del hambre en el mundo. En el mundo hay alimentos suficientes para todas las personas. El 30% de los alimentos producidos en el mundo terminan en la basura. Sólo con esto tendríamos lo suficiente para alimentar a todas las personas que habitan la Tierra hoy día y los que podremos llegar a ser en 2050 (sin intensificar más la agricultura y sin utilizar cultivos transgénicos)", señaló la organización ecologista.

Migraciones y guerras

Para la misma, "el hambre es una cuestión compleja relacionada con guerras, migraciones y conflictos y no se soluciona con un cultivo transgénico. A esto hay que añadir que el 75% de la superficie agrícola mundial se destina a pastos para ganado, a producir piensos para estos animales y biocombustibles, no a producir alimentos directos para los seres humanos".

Finalmente, Greenpeace recuerda que "el arroz dorado modificado genéticamente no existe, no está disponible. Es un proyecto fallido que tras 20 años sigue en la fase de investigación y en el que se han invertido cientos de millones de dólares", por lo que difícilmente puede ser presentado como la solución para erradicar la falta de alimentos en el planeta. Y quiere dejar claro que "Greenpeace no se opone a la biotecnología (por ejemplo apoyamos la selección asistida por marcadores) ni a la investigación y uso de transgénicos siempre y cuando se haga en ambientes confinados y sin interacción con el medio ambiente", dado que los riesgos para la salud humana y ambiental de estos organismos no están suficientemente acreditados.

El planteamiento de los firmantes del manifiesto presentado la semana pasada no es defendido unánimemente por la comunidad científica internacional. El informe Trade and Environment Review 2013: Wake up before it is too late (Comercio y medio ambiente 2013: Despertar antes de que sea demasiado tarde), el último de su género publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), consideraba que las plantaciones ecológicas locales de pequeño tamaño, que pueden proporcionar productos variados, frescos, de proximidad, libres de contaminantes y asequibles, son la mejor manera de alimentar al mundo y sin comprometer el futuro del planeta.

Greenpeace recuerda que la humanidad desperdicia un tercio de la comida que produce

El informe de la ONU, firmado por 60 expertos internacionales, proclamaba que “la agricultura de monocultivo industrial ha fracasado en proporcionar alimentos suficientes y asequibles allí donde se necesitan” y, además, ha provocado un impacto “insostenible” en el planeta, y abogaba por una agricultura ecológica de proximidad como la estrategia idónea para combatir la pobreza rural, el hambre en el mundo, el crecimiento demográfico y el deterioro del medio ambiente.

Por su parte, la última evaluación científica de Naciones Unidas sobre Ciencia Agrícola y Tecnología para el Desarrollo, llevada a cabo con la participación de más de 400 científicos de todo el mundo y plasmada en el informe La agricultura en la encrucijada, también se inclinaba por la agricultura ecológica como la mejor manera de alimentar a la humanidad y alertaba de las implicaciones sociales y ambientales de los transgénicos, a los que descartaba como la única solución para erradicar la inanición en el planeta. 

El manifiesto de los Nobel aparece después de que 17 estados miembros y cuatro regiones de otros dos hayan prohibido el único cultivo transgénico autorizado en la Unión Europea (el maíz MON810, resistente a la plaga del taladro y patentado por la multinacional biotecnológica Monsanto). En los pocos países que los admiten (sólo 5 a nivel mundial los cultivan a gran escala) decayó el año pasado la superficie que ocupan (que es por ahora del 3% de la superficie agrícola mundial), por primera vez después de 20 años de crecimiento sostenido