Numerosas organizaciones y personalidades internacionales constituirán el Tribunal Monsanto, que se reunirá en La Haya en octubre de 2016. Esta iniciativa ciudadana tiene como objetivo someter a un juicio ejemplar a la multinacional estadounidense, acusada de crímenes de lesa humanidad y ecocidio. Sus impulsores consideran a Monsanto el símbolo de una agricultura química, industrial y contaminante de efectos ambientales y sanitarios devastadores. 

La iniciativa ciudadana Tribunal Monsanto se presentó en París en diciembre pasado coincidiendo con la celebración de la Cumbre del Clima, aunque la noticia quedó relegada a un segundo plano ya que los focos mediáticos apuntaron mayoritariamente a la reunión internacional.

La justicia francesa ha declarado al grupo responsable de envenenamiento

Entre las numerosas organizaciones impulsoras se encuentran ATTAC, Organic Consumers, Grain, IFOAM y Vía Campesina. El comité organizador del tribunal lo compone una larga lista de personalidades defensoras del medio ambiente como Vandana Shiva, Corinne Lepage, Marie-Monique Robin, Olivier de Schutter, Gilles-Éric Séralini y Ronnie Cummins. El objetivo es claro: constituir un tribunal que evalúe los hechos que se imputan a Monsanto y juzgue sus responsabilidades. El mismo será una entidad privada sin capacidad de imponer sanciones, inspirado en el Tribunal Russell, impulsado en los años 60 por el filósofo Bertrand Russell para juzgar crímenes de guerra.

Los organizadores aseguran que un número creciente de ciudadanos del mundo ven a Monsanto como “el símbolo de una agricultura química, industrial y contaminante, que acelera la pérdida de biodiversidad y contribuye enormemente al calentamiento global”. Aunque existen muchísimas empresas con actividades e impactos similares, han elegido a la multinacional estadounidense con el fin de llevar a cabo un juicio ejemplar. Desde principios del siglo XX, aseguran, el gigante del agronegocio ha comercializado productos altamente tóxicos que contaminan el medio ambiente de manera permanente, y han causado la enfermedad y la muerte a miles de personas.

Entre esos productos se incluyen los PBC (policlorobifenilos), que forman parte de la lista de los 12 contaminantes orgánicos persistentes y que afectan a la fertilidad humana y animal. El 2,4,5-T, uno de los componentes del Agente Naranja usado en la Guerra del Vietnam para deforestar la selva y que ha estado causando malformaciones y cáncer hasta hoy. El Lasso, un herbicida ahora prohibido en Europa, por el cual Monsanto fue declarada responsable de envenenamiento por un tribunal francés hace unos meses. Y el famoso Roundup, el herbicida más utilizado del mundo, protagonista de una de las polémicas sanitarias y ambientales más importantes de los últimos años. Es un producto altamente tóxico, asociado a monocultivos transgénicos como la soja y el maíz. El Ayuntamiento de Barcelona acaba de prohibir su uso en los jardines públicos de la ciudad, a petición de entidades conservacionistas.

Estrategia de ocultación sistemática

El modelo agroindustrial que representa Monsanto es responsable, según los impulsores del tribunal, de “al menos un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero debido a la actividad humana", y amenaza la soberanía alimentaria de los pueblos a través de las patentes sobre semillas y la privatización de la vida.

En la presentación en París, Andre Leu, presidente de la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM), aseguró que todas estas actividades dañinas se han llevado a cabo mediante una estrategia de ocultación sistemática: “Presionando a agencias reguladoras y gobiernos, recurriendo a la mentira y la corrupción, financiando estudios científicos fraudulentos, coaccionando a científicos independientes, y manipulando los medios de comunicación”. La historia de Monsanto, proclamó, es el “paradigma de la impunidad de las multinacionales y de sus dirigentes, que amenazan la seguridad del planeta”.

La iniciativa ciudadana se financiará mediante una campaña de recogida de fondos

El tribunal iniciará sus sesiones en La Haya (Países Bajos) el 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación. Ante él declararán testimonios con el fin de dilucidar los hechos que se imputan a Monsanto y determinar su responsabilidad. También considerará si es necesario reformar la ley penal internacional, en particular la propuesta de enmienda del Estatuto de Roma que creó la Corte Penal Internacional, para que el ecocidio sea reconocido como un crimen y que las personas físicas responsables puedan ser juzgadas por el mismo.

El Tribunal Monsanto estará basado en los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos adoptados por la ONU en 2011. Se calcula que el proyecto costará un millón de euros. Los organizadores han lanzado una campaña de financiación colectiva masiva, consecuente con la idea de que “la defensa de la seguridad del planeta y de las condiciones de vida es un asunto de todas y todos” que necesita de acciones colectivas. De esta manera, han hecho un llamamiento a personas y organizaciones de todo el mundo a participar con cualquier aportación económica, por pequeña que sea. Como señala Marie-Monique Robin, directora del documental El mundo según Monsanto y miembro del comité organizador, “los riachuelos unidos forman grandes ríos”.