Tras 18 meses de duros ataques aéreos, redadas y un asedio cada vez más restrictivo en Gaza, las Naciones Unidas emitieron el 20 de mayo de 2025 una de sus advertencias más urgentes hasta la fecha sobre la crisis humanitaria en curso: se estimaba que 14 000 bebés corrían peligro de muerte si no se proporcionaba de inmediato una ayuda sustancial, especialmente alimentos.
La evaluación se produjo un día después de que Israel permitiera la primera entrega de ayuda a Gaza tras el bloqueo total impuesto el 2 de marzo, que duró casi tres meses. Sin embargo, el primer día de la reanudación, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas informó de que solo se había dejado que entrasen nueve camiones, cuando se necesitan alrededor de 500 al día. La ONU calificó esta cifra de “una gota en el océano”.
Como experta en salud pública palestina, otras personas y yo llevamos mucho tiempo advirtiendo de las consecuencias humanitarias potencialmente devastadoras de la respuesta militar de Israel a los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, dada la fragilidad preexistente de la Franja de Gaza y el historial de control de la ayuda humanitaria en el territorio por parte de Israel. Muchas de las peores predicciones se han convertido ahora en realidad.
El control de Israel sobre los alimentos y la ayuda que entra en Gaza ha sido una constante durante los últimos 18 meses. De hecho, dos semanas después del inicio de la campaña militar a gran escala de Israel en la Franja a finales de 2023, Oxfam International informó de que solo se estaba distribuyendo alrededor del 2 % de la cantidad habitual de alimentos a los residentes en el territorio y advirtió contra “el uso del hambre como arma de guerra”.
Sin embargo, la entrega de ayuda sigue siendo irregular y está muy por debajo de lo que necesita la población. Esto ya provocó, a principios de mayo, que expertos de la ONU advirtiesen de que “la aniquilación de la población palestina en Gaza” es posible si no se pone fin de inmediato a la violencia.
Poner a los palestinos “a dieta”
Se estima que cerca de 53 000 palestinos han muerto y unos 120 000 han resultado heridos en el conflicto. El hambre podría cobrarse muchas más víctimas.
En medio de la destrucción generalizada de vidas y infraestructuras, apenas queda un sistema alimentario en Gaza.
Desde octubre de 2023, las bombas israelíes han destruido casas y panaderías, fábricas de producción de alimentos y tiendas de comestibles. Esto hace que sea aún más difícil para la población de Gaza compensar la disminución de las importaciones de alimentos.

Pero, por mucho que la situación haya empeorado en los últimos 18 meses, la inseguridad alimentaria en el territorio y los mecanismos que la propician no comenzaron con la respuesta de Israel al ataque de Hamás del 7 de octubre.
Un informe de la ONU de 2022 reveló que el 65 % de la población de Gaza padecía inseguridad alimentaria, entendida como la falta de acceso regular a alimentos seguros y nutritivos en cantidad suficiente.
Múltiples factores contribuyeron a esto, entre ellos el bloqueo de Gaza impuesto por Israel y permitido por Egipto desde 2007. Todos los artículos que entraban en la Franja, incluidos los alimentos, estaban sujetos a inspección, retraso o denegación por parte de Israel.
Se permitían los alimentos básicos, pero debido a los retrasos en la frontera, podían echarse a perder antes de entrar en Gaza.
Una investigación realizada en 2009 por el periódico israelí Ha'aretz reveló que se prohibían por completo alimentos tan variados como cerezas, kiwis, almendras, granadas y chocolate.
En determinados momentos, el bloqueo, que Israel alegó que era una medida de seguridad inevitable, se relajó. En 2010, por ejemplo, se comenzó a permitir que entrasen patatas fritas, zumos de frutas, Coca-Cola y galletas.
“La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no matarlos de hambre”, declaró un asesor del Gobierno israelí en 2006
Al imponer restricciones a la importación de alimentos, Israel ha afirmado que intenta presionar a Hamás dificultando la vida de la población de Gaza. “La idea es poner a los palestinos a dieta, pero no matarlos de hambre”, declaró un asesor del Gobierno israelí en 2006.
Para ello, el Gobierno israelí encargó un estudio en 2008 con el fin de calcular exactamente cuántas calorías necesitarían los palestinos para evitar la malnutrición. El informe se hizo público solo tras una batalla legal en 2012. Esto resuena ahora en la decisión israelí de mayo de 2025 de permitir que solo llegue a Gaza “la cantidad básica de alimentos” para, supuestamente, garantizar que “no se produzca una hambruna”.
El prolongado bloqueo también aumentó la inseguridad alimentaria al impedir un desarrollo significativo de la economía en Gaza.

La ONU cita los “costes excesivos de producción y transacción y las barreras al comercio con el resto del mundo” impuestos por Israel como la causa principal del grave subdesarrollo de los territorios ocupados, incluida Gaza. Como resultado, a finales de 2022, su tasa de desempleo se situaba en torno al 50 %. Esto, unido al aumento constante del coste de los alimentos, ha dificultado el acceso a la comida en muchos hogares, que han pasado a depender de ayudas que fluctúan con frecuencia.
Obstáculos a la autosuficiencia
En términos más generales, el bloqueo y las múltiples oleadas de destrucción de partes de la Franja han hecho casi imposible la soberanía alimentaria en el territorio.
Incluso antes de la última guerra, los pescadores de Gaza recibían regularmente disparos desde lanchas israelíes si se aventuraban más allá de lo permitido por Israel en el mar Mediterráneo. Dado que los peces cercanos a la costa son más pequeños y menos abundantes, los ingresos medios de un pescador gazatí se han reducido a más de la mitad desde 2017.
Gran parte de las tierras agrícolas de la Franja son ahora inaccesibles para los palestinos tras las medidas adoptadas por Israel desde octubre de 2023.
En mayo de 2025, casi el 75 % de las tierras de cultivo habían sido destruidas, junto con una cantidad significativa de ganado. Menos de un tercio de los pozos agrícolas utilizados para el riego siguen funcionando
Además, la infraestructura necesaria para una producción alimentaria adecuada –invernaderos, tierras cultivables, huertos, ganado e instalaciones de producción de alimentos– ha sido destruida o gravemente dañada. Los donantes internacionales dudan si reconstruir las instalaciones, sabiendo que no pueden garantizar que su inversión dure más de unos pocos años antes de ser bombardeada de nuevo.
El último asedio en curso solo ha paralizado aún más la capacidad de Gaza para ser autosuficiente en materia alimentaria. En mayo de 2025, casi el 75 % de las tierras de cultivo habían sido destruidas, junto con una cantidad significativa de ganado. Menos de un tercio de los pozos agrícolas utilizados para el riego siguen funcionando.
El hambre como arma de guerra
El uso del hambre como arma está estrictamente prohibido por los Convenios de Ginebra, un conjunto de estatutos que rigen las leyes de la guerra. El hambre ha sido condenada por la Resolución 2417 de la ONU, que denunció el uso de la privación de alimentos y de las necesidades básicas de la población civil y obligó a las partes en conflicto a garantizar el pleno acceso humanitario.
Human Rights Watch ya ha acusado a Israel de precisamente utilizar el hambre como arma de guerra. Y Amnistía Internacional declaró que el último asedio era una “prueba de la intención genocida de Israel”.
El Gobierno israelí, por su parte, sigue culpando a Hamás de cualquier pérdida de vidas en Gaza y ha dejado cada vez más claro su objetivo de que los palestinos abandonen el territorio por completo
El Gobierno israelí, por su parte, sigue culpando a Hamás de cualquier pérdida de vidas en Gaza y ha dejado cada vez más claro su objetivo de que los palestinos abandonen el territorio por completo.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha admitido públicamente que Israel solo permite la ayuda ahora porque sus aliados le están presionando por “las imágenes de hambruna masiva”. Esta postura sugiere que Israel no aumentará la ayuda más allá de lo que su Gobierno considera políticamente aceptable.
Si bien hay más pruebas que nunca de que Israel está utilizando la comida como arma de guerra, también hay pruebas suficientes de que esta era la realidad mucho antes del 7 de octubre de 2023.
El 12 de mayo, la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria, un sistema mundial creado para hacer un seguimiento de la inseguridad alimentaria, publicó un informe alarmante sobre las previsiones de inseguridad alimentaria en Gaza.
Mientras tanto, las consecuencias para los palestinos de Gaza nunca han sido tan graves.
La Organización Mundial de la Salud estima que 57 niños han muerto de desnutrición solo desde el inicio del bloqueo, el 2 de marzo de 2025.
Es seguro que habrá más muertes. El 12 de mayo, la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria, un sistema mundial creado para hacer un seguimiento de la inseguridad alimentaria, publicó un informe alarmante sobre las previsiones de inseguridad alimentaria en Gaza.
En él se advierte de que, para septiembre de 2025, medio millón de personas en Gaza –una de cada cinco– se enfrentarán a la hambruna y que toda la población sufrirá una inseguridad alimentaria aguda a niveles de crisis, o incluso peores.
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