Con la llegada de los primeros fríos, los osos pardos europeos (Ursus arctos arctos) se afanan en comer tanto como pueden y almacenar grasa antes de ocultarse en sus guaridas, cuevas naturales o excavadas en el suelo a golpe de garra, hasta la próxima primavera. En la península Ibérica hay dos poblaciones de la especie. Una, en la cordillera Cantábrica, de entre 330-350 ejemplares, que ya ha superado la calificación de 'en peligro crítico' de extinción y avanza poco a poco hacia la de especie 'vulnerable'.

La otra, en los Pirineos centrales, con unos 45-50 ejemplares, fue salvada in extremis gracias a la aportación de 9 ejemplares balcánicos cuando los autóctonos se podían contar con los dedos de una mano (de unos 400 hace un siglo, una persecución feroz había rebajado su número a entre 1 y 3 en 1988) en el marco de un programa Life+ de la UE en el que se implicaron Francia, Andorra y las comunidades autónomas españolas fronterizas (aunque Aragón lo abandonó posteriormente), y está todavía lejos de abandonar la situación de máxima amenaza.

Mientras la población cantábrica, concentrada en un territorio de mucha menor extensión, goza de una amplia aceptación social en el mundo rural y los daños en colmenas o frutales se solventan sin mayores problemas mediante las indemnizaciones de la administración, no sucede lo mismo en algunas zonas pirenaicas, donde políticos y ganaderos son aún hostiles al mayor depredador del continente, especialmente en Aragón y en la Val d'Aran, donde en los últimos años dos ejemplares han protagonizado un puñado de inusuales ataques a terneras y caballos. En agosto, un millar de personas se manifestaron en Aínsa (Huesca) pidiendo la retirada de la especie.

La población cantábrica es ya de 350 ejemplares, y la pirenaica de unos 50

Según datos de las autoridades aranesas, Goiat, oso esloveno liberado en 2016, mató un caballo su primer año, 4 el segundo, 9 el tercero y en el que termina solo un potro. Pero le tomó el relevo Cachou, nacido en el valle en 2015, que, mostrando una gran agresividad, en apenas veinte días de setiembre protagonizó seis ataques a equinos en el municipio de Vielha e Mijaran en los que, pesando él unos 120 kilos, dio muerte en algunos casos a animales de cerca de 700

Las autoridades políticas y los ganaderos araneses, reacios desde el principio a la introducción de osos pardos balcánicos en el Pirineo iniciada en 1996, han solicitado la captura y retirada del territorio de ambos. Goiat fue considerado el año pasado “anómalamente agresivo y depredador” por los especialistas. Este año, desde que abandonó la hibernación la pasada primavera y hasta agosto, mató una oveja, un cordero, una cabra y un potro en la parte catalana de los Pirineos, y dos terneros en la aragonesa, desde donde se ha pedido a las autoridades catalanas su captura y retirada.

"Ha dejado de atacar a caballos", constata Iván Afonso, responsable de Medio Natural en el Conselh Generau, órgano de autogobierno de la Val d'Aran, territorio de habla occitana que goza de autonomía dentro de Cataluña. “En un mes, Cachou ha causado más daños que Goiat en dos años: en tres semanas mató a siete caballos, un ataque cada cuatro o cinco días”, se queja Marc Cuny, presidente de la asociación de criadores de caballos pirenaicos del valle, animales destinados a la producción de carne. 

“Su comportamiento no responde a los patrones habituales de la especie. Quizás un verano muy seco, con menos disponibilidad de alimento que otros años, y las efectivas medidas de protección de colmenas y ovejas puestas en marcha desde el año pasado le han cerrado puertas y le han dirigido hacia los caballos”, opina Marc Alonso, experto en el oso pardo de los Pirineos en conversación con EcoAvant.com. La administración autonómica indemniza con 1.200 euros por cada equino perdido, lo que puede llegar a suponer hasta el doble de su precio.

 

La ganadería protege la biodiversidad

 

“En 2014, los osos ya mataron a 14 caballos. Hay zonas que se están quedando desiertas porque pagesos (agricultores) y ganaderos los temen. Poco a poco se están adueñando del territorio”, replica Toño Boya, otro criador de equinos. “Los protocolos de actuación para estos casos aprobados en 2018 no están funcionando y los ganaderos tienen la sensación de que nadie gestiona el proyecto, de que existe una telaraña administrativa y burocrática que resta agilidad”, tercia Francisco Boya, síndic (máxima autoridad política del Aran). “Y en algún momento tendremos que hablar de la trascendencia de la agricultura y los rebaños en las montañas, cuyo paisaje han dibujado. La reintroducción del oso supone una visión de la naturaleza que los pone en peligro”, añade.

“Nosotros no queremos que desaparezca la ganadería extensiva. Efectivamente, configura el paisaje y así contribuye a mantener la biodiversidad. Pero sus problemas son otros: el despoblamiento rural, los mismos precios desde hace diez o quince años, ahora la previsible caída en el consumo de carne... En Aragón se han perdido 1,2 millones de ovejas. No es el oso, cuyos daños, además, con medidas de prevención, se limitan muchísimo. En Asturias hemos protegido 600 colmenares [la miel es el alimento favorito de este animal] con pastores eléctricos [alambres electrificados] con una eficacia de más del 90%”, argumenta desde la Fundación Oso Pardo (FOP) su presidente, Guillermo Palomero.

Palomero admite a esta publicación que algo habrá que hacer si tras salir de la hibernación dentro de unos meses, Cachou y Goiat siguen con sus ataques al ganado. “Se está en ello, y si las medidas previstas de aversión [destinadas a que teman a los humanos y se alejen de ellos], como disparos de balas de caucho en el lomo y petardos y colocar productos químicos que les desagradan en las carroñas. no funcionan, habrá que extraerlos y llevarlos a algún refugio europeo donde puedan pasar el resto de sus días en espacios amplios pero cerrados”, explica. 

La mayor parte de su dieta se compone de vegetales y carroña, y le vuelve loco la miel

En cualquier caso, se trata solamente de dos comportamientos inhabituales entre una población de medio centenar de individuos. Los osos son omnívoros, su dieta es principalmente vegetariana (hasta en un 90%, comen incluso hierba) y la mayoría de las proteínas animales que ingieren las obtienen de la carroña o incluso de invertebrados (como las hormigas) y de la miel. Pueden depredar ganado ovino, o potros o terneras de pequeño tamaño, pero el plantígrado no es un buen cazador y es extremadamente raro que se atreva con animales tan fuertes como vacas o caballos.

Para quien desde luego no es una amenaza directa el oso es para el ser humano. Más bien al contrario: varios ejemplares han caído bajo las balas de cazadores. "En 25 años solamente ha habido siete incidentes con personas, y en todos ellos se debieron a actitudes irresponsables de estas", subraya el presidente de la FOP. 

El mejor ejemplo de que la convivencia de las actividades humanas con el oso pardo es posible se halla en la Cordillera Cantábrica, y muy particularmente en el Parque Natural de Somiedo (el primero declarado en Asturias, y Reserva de la Biosfera desde 1990), situado en el sector occidental, en el que viven el 70% de los ejemplares de la misma, en un territorio agreste que sigue viviendo de la ganadería extensiva aunque desde hace años ha convertido a este animal en fuente de riqueza. Se trata de uno de los más exitosos ejemplos de recuperación de una especie a nivel continental.

“Aquí todos mimamos al oso como el bien preciado que es”, garantiza Rosalía Garrido, presidenta de una asociación de hosteleros local. “Cuando abrí los apartamentos había 60 en toda la cordillera. Hoy hay más de 350, unos 50 de ellos en Somiedo, y el turismo para avistarlos tampoco para de crecer”, señala a EcoAvant.com. "Hace diez años encontrar una huella ya era mucho, y ahora cada vez hacemos más avistamientos", explica Sofía González, cofundadora de Somiedo Experience, agencia que lleva a ecoturistas a seguir el rastro del oso, que ha llegado a ser visto desde la plaza mayor de Pola de Somiedo, la capital del concejo. "De no ser por él, sólo nos quedarían la ganadería o la emigración", confiesa.

 

Un parque "quitamiedos"

 

El concejo (municipio), donde viven un millar de personas y unas 10.000 vacas en una treintena larga de pueblos, cuenta con medio centenar de alojamientos con un aforo de más de 1.600 plazas (incluyendo campings) que acogen a los amantes de la fauna salvaje fuera de la temporada estival (las mejores épocas para ver al oso son primavera y el final del verano, cuando salen a por comida a espacios abiertos) proporcionando en muchos casos unos valiosos ingresos suplementarios a muchos ganaderos. La Buena Madre, la casa rural de Garrido, recibe “clientes holandeses, franceses y chinos que repiten cada año”. “El oso es un recurso turístico y un dinamizador económico de primer orden en todos los lugares de Europa donde se encuentra”, recuerda Marc Alonso.

Dirigentes locales y agentes económicos y sociales pirenaicos, e incluso de otros puntos de Europa, han sido invitados a conocer la fructífera experiencia de Somiedo, que según la FOP ha funcionado como “quitamiedos” después de que los visitantes hayan conversado con el ayuntamiento y los gestores, hosteleros, ganaderos y cazadores asturianos. Y eso que allí también hay lobos, mucho más dañinos para el ganado. Palomero recuerda que hizo falta una gran labor de sensibilización entre vaqueiros y cazadores furtivos hasta lograr implicarlos como lo estan hoy en la protección de la especie. 

En gran medida gracias al oso pardo, Somiedo recibe 100.000 visitantes anuales (atraídos también por sus excepcionales paisajes, avifauna, flora y variedad de setas y mariposas) y el municipio, donde han surgido casi un centenar de negocios de todo tipo para atenderlos de los que vive el 40% de la población, ha pasado de ser el penúltimo en renta por habitante de la comunidad en los años 80 a ocupar ahora una posición intermedia en la tabla.

Somiedo ha pasado de ser penúltimo pueblo en renta de Asturias a estar en la media


En el parque asturiano, los daños se registran más bien en colmenas y frutales, "la mayoría en las pomaradas (manzanares)", explica Juan Díaz, guarda desde 2006 de la Patrulla Oso de Asturias en Somiedo, encargado de tasarlos y realizar censos de los animales, que cada vez son más positivos: "este año han parido diez hembras", destaca. Con la concentración nocturna de rebaños en cercados protegidos con pastores eléctricos y la presencia las 24 horas del día de algún pastor humano y de mastines como vigilantes del ganado, las bajas en el mismo quedan reducidas a la mínima expresión.“La diferencia entre la Cordillera Cantábrica y los Pirineos es que mientras en aquella los rebaños son en su mayor parte de bovino, y el oso no se mete con las vacas, en éste se crían muchas ovejas y cabras, que le resultan más fáciles de atrapar”, diagnostica el presidente de la FOP.

“El año pasado, cuando algunos productores no quisieron adoptar las medidas que les ofrecimos, murieron cien ovejas, y este han sido 28, con prácticamente toda la ganadería protegida mediante una inversión de 300.000 euros” que incluyen la compra de los alambres electrificados y los perros, la contratación de pastores e incluso el transporte de refugios para ellos en helicóptero hasta los prados más elevados, destaca Ferran Miralles, director general de Política Ambiental de la Generalitat catalana, que dedica en total medio millón anual al proyecto del oso, como se ha visto, “más que a la reintroducción, la mayor parte a prevención y seguimiento”.

“Con las agrupaciones nocturnas, se han reducido mucho los ataques y las bajas”, reconoce Josep Maria Orteu, ganadero de ovino (250 animales) y equino (25 cabezas) de Esterri de Cardós (Lleida), pero “solo nos indemnizan por las ovejas muertas por el oso, no por las que se matan o lesionan en las estampidas que se producen, o los abortos que se producen por el estrés. Según la edad del animal, te pagan tan poco que no vale la pena ni tramitar los papeles”, se queja.

La FOP asegura que las indemnizaciones se abonan con rapidez pero confirma que en los pagos no se contempla el “lucro cesante” al que alude el ganadero y aboga por ello. Según Palomero, “ni un solo euro de pérdidas debe recaer sobre el pequeño productor. Europa reintegra a los países miembros los daños causados por los grandes carnívoros que ha declarado especies a proteger [lo que incluye al oso, el lobo y el lince boreal], no solo las ovejas muertas, sino también los abortos y hasta el pienso de los perros”.

WWF coincide en que la Comisión Europea tiene la "voluntad" de sufragar el 100 por cien de los costes directos e indirectos asociados a la coexistencia con el lobo y el oso, pero insiste en que para que estos fondos lleguen a los ganaderos, las comunidades autónomas han de solicitarlo previamente en el Ministerio de Agricultura, y afirma que algunas de ellas no lo hacen con la suficiente diligencia.

“Tal vez la gran diferencia sea que, a diferencia de la mayor parte del Pirineo, aquí nunca dejó de haber osos y hemos aprendido a convivir con ellos. Si se hacen las cosas correctamente, nosotros no les molestamos y ellos no nos molestan. Y ver a un oso en su medio natural es algo impresionante”, concluye Juan Díaz, quien, en un cruce inesperado en pleno bosque, ha llegado a hacerlo a tres metros de distancia sin que ninguno de los dos paseantes se sintiera amenazado por el otro. Como buenos vecinos.