Groenlandia, la isla gigante que alberga la mayor masa de hielo del hemisferio norte, de una superficie de 22 millones de kilómetros cuadrados, se descongela a velocidad acelerada. Se trata de un hecho que preocupa a la comunidad científica, que desde que se detectó el fenómeno no ha cesado de alertar sobre las catastróficas consecuencias que podría tener para todo el planeta. Según algunos cálculos, la desaparición de todo el hielo groenlandés haría subir más de siete metros el nivel medio del mar en el conjunto del planeta.

Y el proceso podría ser incluso más rápido de lo visto hasta ahora. Una especie de bacteria del género Phormidesmis, que lleva a cabo la fotosíntesis, ha sido identificada como la responsable de su aceleración. La bacteria interviene en la formación de la crioconita, un fango compuesto por residuos de combustión y pequeñas partículas de roca, que oscurece la superficie de la capa de hielo. Al formarse la crioconita, el hielo reduce su albedo, la capacidad de reflejar la luz solar, y por tanto se funde con mayor rapidez.

Los pequeños cráteres ocupan unos 200 km2 de la capa congelada groenlandesa

La formación de crioconita crea agujeros o pequeños cráteres sobre el hielo, con un fondo de sedimentos de color negro. Arwyn Edwards, biólogo de la Universidad de Aberystwyth (País de Gales, Reino Unido), calcula que éstos ya ocupan unos 200 kilómetros cuadrados de la superficie helada de Groenlandia. Edwards acaba de presentar en la convención anual de la Sociedad de Microbiología británica los resultados de un estudio, que identifica a la bacteria como responsable de la aceleración del deshielo.

Dos factores determinan la estabilidad de la capa de hielo: el primero es la temperatura, fundamental en el área ártica, la que más se calienta del planeta como consecuencia del cambio climático. El segundo es el albedo: con la intervención de los microorganismos, cuatro quintas partes de la radiación solar son absorbidas por el hielo y éste se funde a mayor velocidad.

De hecho, lo que hace la bacteria es amalgamar los diferentes componentes de la crioconita. Ésta es conocida desde 1870, cuando los peculiares hoyos cilíndricos de color negro fueron descritos por primera vez por el explorador, geólogo y geógrafo sueco Nils A. E. Nordenskiöld. El propio Nordenskiöld acuñó el neologismo. Es el resultado de la adición del prefijo griego “kryós”, que significa frío, y de “konis”, polvo en el mismo idioma.

Un ecosistema vivo

Además del Círculo Polar Ártico, el fenómeno se ha detectado en áreas del altiplano del Tíbet y la cordillera del Himalaya. Las partículas de crioconita pueden proceder de zonas lejanas continentales como los desiertos y tierras de cultivo, restos de erupciones volcánicas y emisiones de centrales de energía.

No hay dudas en la comunidad científica sobre la aceleración del deshielo ártico. Tampoco sobre la existencia de un patrón de oscurecimiento del hielo. Pero el proceso era hasta ahora poco conocido, sin un responsable claro al que atribuirlo. Lo que pone de manifiesto el estudio recientemente presentado es la importancia de la acción de la bacteria en el proceso. Se trata de un culpable microscópico, pero de efectos muy visibles. No se ha podido aún establecer con exactitud su grado de influencia, pero la clave, según Edwards, es “entender la capa de hielo como un ecosistema vivo, y por tanto comprender que los microbios son capaces por si mismos de cambiarlo”. Los microorganismos, continua el investigador, “son capaces de desarrollar una ingeniería de ecosistemas y en todo momento responden a los cambios en su entorno”.

El aumento del nivel del mar es uno de los mayores desafíos ambientales actuales

De manera continua suenan voces que alertan sobre la rapidez del deshielo de Groenlandia y de la zona ártica en general. La Agencia Nacional del Espacio norteamericana (NASA, en sus siglas en inglés) difunde regularmente imágenes de satélite que muestran “una fusión de la capa de hielo sin precedentes”. Hace poco más de un año, un renombrado estudio de la Universidad de Leeds (Inglaterra, Reino Unido) concluyó que hasta ahora se había subestimado significativamente el impacto del derretimiento del hielo de Groenlandia en la subida del nivel de los mares. El estudio pone el énfasis en la acción de los llamados lagos supraglaciares, que hacia el año 2060 podrían ocupar una superficie dos veces mayor que la actual.

Numerosos programas de investigación monitorizan la fusión de la capa de hielo de Groenlandia. Por ejemplo el Greenland Ecosystem Monitoring, que desde 1994 llevan a cabo instituciones públicas de la isla y de Dinamarca, estado al que administrativamente pertenece la isla. El programa tiene dos estaciones de investigación principales con página web propia, en Zackenberg, al noreste, y en Nuuk, al sudeste. Una de las misiones de la NASA, Oceans Melting Greenland, se ocupará durante cinco años de medir la fusión de la capa de hielo de Groenlandia. La agencia norteamericana considera el aumento del nivel del mar uno de los mayores desafíos ambientales del siglo XXI.