La inundación de los arrozales con agua de mar se ha confirmado como el método más eficaz para la erradicación de la plaga de caracol manzana (Pomacea insularum o Pomacea canaliculata) que invade desde agosto de 2009 los cultivos del Delta del Ebro (Tarragona) y había llegado a extenderse por entre 2.500 y 3.000 hectáreas de los mismos, repartidas entre diversos focos.

“Por primera vez, hemos conseguido hacer retroceder la invasión, que el caracol pierda territorio”, señalan a EcoAvant.com fuentes de la lucha contra la especie, de origen sudamericano y extremadamente prolífico, que detallan que “ahora sigue presente en unas 1.500 hectáreas y, si el año que viene contásemos con recursos suficientes, podríamos erradicarla de todo el hemidelta izquierdo”.

Se trata de la primera vez en cinco años que se consigue que la invasión retroceda

Entre noviembre y enero, cuando los campos suelen estar secos, se inundaron con agua de mar 3.500 hectáreas de cultivos del hemidelta izquierdo (el situado al norte del río). Durante 30 días, se dejó actuar en ellos el agua salada. Posteriormente, se lavaron los terrenos con agua dulce durante otros 30 días para garantizar que la presencia de sal en la tierra no perjudicara la siembra del cereal.

En el hemidelta derecho, menos afectado, pero al que el caracol ha llegado como consecuencia de acciones deliberadas (alguien diseminó hace dos años ejemplares en las cabeceras de todos los canales), se inundaron un centenar de hectáreas alrededor de los dos focos de invasión, que sumaban unas 10 o 15. “Prácticamente en todas las parcelas, el caracol ha quedado totalmente erradicado”, se felicitan los responsables de la operación.

Se trata del tercer año consecutivo que se utiliza esta estrategia, que no daña el arroz, pero en los anteriores no se había inundado una superficie tan extensa y no se habían conseguido resultados tan positivos. Un experto consultado asegura que si se inundaran con agua de mar las 6.500 hectáreas de cultivos restantes del hemidelta izquierdo, “se podría cerrar esa zona y asegurar mediante una vigilancia continua que no pudiera reinvadirla”.

Por ahora, el caracol manzana, que escapó de una piscifactoría de L'Aldea donde se lo criaba para su uso en acuarios de peces exóticos, sólo ha penetrado en los arrozales. No ha invadido los valiosos espacios naturales del Delta del Ebro, la tercera mayor zona húmeda del Mediterráneo, protegidos por un Parque Natural y Reserva de la Biosfera.

Resultados uniformes

Ello se debe a que varias lagunas reciben periódicamente agua de mar de forma natural y en otras, salobres, los técnicos han interrumpido los aportes de agua dulce para incrementar su salinidad. Solamente la laguna de l'Encanyissada, de agua totalmente dulce, podría verse gravemente afectada si algún molusco invasor lograra acceder a ella.

“Estamos en el límite de la irreversibilidad de la plaga. Con una acción rápida y contundente podríamos acabar con ella en el hemidelta, aunque no en el río, donde la tarea podría llevar dos o tres años más. O, por lo menos, limitar su número hasta convertirla en residual. Pero si no se erradica pronto, llegará a ser incontrolable”, señala el experto. No en vano, el caracol manzana está considerado una de las 10 especies invasoras más difíciles de combatir del planeta, destacan los encargados de combatirla en el tramo final del Ebro. 

El gasterópodo, de una voracidad extrema, se alimenta de los brotes tiernos de las plantas acuáticas, puede alcanzar los 10 centímetros de longitud y ya ha causado estragos en arrozales de otras partes del mundo, como Estados Unidos, el Sudeste Asiático o Filipinas. 

Los técnicos advierten de que el problema está cerca de ser "irreversible"

Cuando hace el suficiente calor, el animal puede hacer una puesta cada dos o tres días de entre 400 y 600 huevos de color rosado. A los 15 días nace la nueva generación, que sale del huevo totalmente formada y alcanza la madurez sexual en tres meses, aunque, a diferencia de otros caracoles, no son hermafroditas.

Durante los cinco años de lucha contra la plaga se han utilizado numerosas técnicas para intentar detener su avance: desecado de los arrozales durante el invierno, colocación de trampas-barrera en los canales, de filtros en las bombas de los mismos, uso de saponinas, salinización activa de las parcelas (lanzando sal a los conductos) o vertido de cal viva en los desagües. Unas han sido más eficaces que otras, y alguna, como el vertido de sal a paladas, se ha demostrado muy poco efectiva. 

Por el contrario, la salinización pasiva, la inundación de los campos con agua del cercano Mediterráneo, ha demostrado ser la única realmente efectiva para no dejar ni un solo foco con vida. Sus resultados son exhaustivos y uniformes. El año que viene, podría permitir vencer al caracol manzana y salvar definitivamente el delta. Pero habrá que darse prisa: el tiempo corre a favor del invasor.