Una nueva filtración de documentos de la negociación del tratado de Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, en sus siglas en inglés) entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE) se relaciona esta vez con la política climática y medioambiental de la UE. Los materiales revelados por la misma muestran una propuesta de Europa para reducir las medidas obligatorias de ahorro de energía y aumentar los obstáculos a la extensión de las renovables.

En concreto, uno de los papeles filtrados la semana pasada señala que se debe fomentar que las empresas se autorregulen en el terreno de los requisitos de eficiencia energética de los productos en los casos en que esta autorregulación consiga sus objetivos de forma más barata o de forma más rápida que las obligaciones legales. Esto podría provocar cambios dramáticos en las leyes europeas de eficiencia energética a la vez que entorpecería los esfuerzos para frenar el cambio climático.

Un documento apuesta por la autorregulación de las empresas sobre consumo energético

El portavoz de la organización Amigos de la Tierra Europa, Paul de Cerck, comentó que el documento “está en completa contradicción con los compromisos europeos para enfrentar el cambio climático. Inundará el mercado europeo con electrodomésticos poco eficientes, y serán los consumidores y el clima los que pagarán la factura. La propuesta, además, dejará de incentivar las medidas para promover la producción renovable de electricidad a partir del sol y del viento”. ClientEarth, organización multinacional de consultoría medioambiental, también se ha mostrado preocupada: “La industria no es la instancia apropiada para liderar la lucha contra el cambio climático. Es una locura que la UE y los Estados Unidos confíen en ella de esta forma”.

Jack Hunter, portavoz de la Agencia Europea de Medio Ambiente, explicó cómo los estándares energéticos jurídicamente vinculantes se han mostrado muy eficaces para reducir la factura energética de los hogares y las oficinas. “Tanto es así que el uso de energía ha caído en picado incluso cuando la economía británica crecía y los electrodomésticos consumían más”, comenta. Por su parte, la UE ha garantizado que mantiene su compromiso con el clima y que cualquier acuerdo debe expresar su respeto a los objetivos medioambientales asumidos.

Sin tarifas de entrada ni incentivos

El texto filtrado también exige que los operadores de redes energéticas garanticen el acceso al gas y a la electricidad “en términos comerciales que sean razonables, transparentes y no discriminatorios, incluso entre diferentes tipos de energía”. Esto quiere decir que los gobiernos no podrán aplicar tarifas de entrada al petróleo o gas, o incentivos a las energías verdes dándoles acceso preferente a la red eléctrica.

El miembro del Parlamento Europeo por el Partido Verde Claude Turmes denunció que “estas propuestas son completamente inaceptables. Sabotearán la capacidad de los legisladores de la UE de primar la eficiencia energética y las renovables sobre los combustibles fósiles. Es un intento de debilitar la democracia en Europa”. No hay que olvidar que la UE se ha comprometido a reducir sus emisiones de dióxido de carbono en un 40% hasta 2030 y en un 80% hasta el 2050, según manifestó en la Cumbre del Clima de la ONU de París de diciembre pasado.

Terceros países podrían ser obligados a suprimir protecciones medioambientales 

El documento filtrado también incluye un apartado aplicable a terceros países: “Las partes deben cooperar para reducir o eliminar medidas que distorsionen el comercio y la inversión en terceros países afectando a energía y materias primas”. Es decir, que otros estados podrían ser obligados a suprimir sus protecciones contra la extracción destructiva de combustibles fósiles, la minería o la explotación forestal. O a modificar sus leyes medioambientales según lo exijan los firmantes del tratado si es que quieren seguir manteniendo relaciones comerciales con ellos.

Otro de los problemas del TTIP es que se está negociando -ya se va por la decimocuarta ronda- en secreto y sin ningún escrutinio por parte de la ciudadanía de ambas partes. Aunque se han habilitado salas para leer el tratado en diferentes países, están muy protegidas y tienen fuertes medidas de seguridad para evitar más filtraciones. Por lo general, no se puede entrar sin autorización ni grabar, copiar o fotografiar ninguna parte del documento. Tampoco se pueden sacar hojas fuera de las salas ni se permite estar más de un período determinado en las mismas. Además, algunas de las cláusulas se están redactando de forma deliberadamente vaga para que tanto puedan interpretarse en favor del público como en favor de las empresas.

En mayo, la ONG medioambiental Greenpeace filtró buena parte del borrador del TTIP, revelando las intenciones reales del acuerdo: una mayor desregulación en todos los sectores. De esta forma, por ejemplo, la industria alimentaria tendría que abrir las puertas a los productos transgénicos y modificados genéticamente, y la cosmética legalizaría sustancias que no se pueden usar actualmente en Europa, entre otras muchas medidas. El objetivo final es rebajar las duras leyes ambientales y sanitarias de la UE acercándolas a las de Estados Unidos, mucho más laxas y permisivas en términos de seguridad alimentaria, uso de químicos, pesticidas, etc.

El objetivo de los negociadores es consensuar un primer borrador definitivo a finales de verano para así empezar a tratar los puntos complicados en el otoño y poder cerrar el acuerdo antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de enero. Esta es una meta bastante difícil de alcanzar ya que se han ido sobrepasando con anterioridad otras diferentes fechas límite y las negociaciones prosiguen con gran lentitud.

Aunque los sectores favorables al TTIP defienden los beneficios para la economía y el empleo de la UE, los críticos saben muy bien qué tendrán que pagar los países europeos a cambio: una pérdida de soberanía en todos los sentidos que se ofrece sin reservas a las empresas multinacionales, las cuales podrán demandar a los gobiernos si creen que dañan sus intereses, consiguiendo un poder prácticamente ilimitado. Afortunadamente, queda mucho por negociar y la ciudadanía está más despierta que nunca. Aún se está tiempo de evitar semejante desastre.