Un nuevo estudio publicado este miércoles en la revista científica Nature ofrece una solución combinada a varios de los desafíos más urgentes de la humanidad. Es la evaluación más completa hasta la fecha de dónde la protección estricta de los océanos puede contribuir a un suministro más abundante de mariscos saludables y proporcionar una solución natural y barata para abordar el cambio climático, además de proteger las especies y hábitats en conflicto.

Un equipo internacional de 26 autores y autoras identificó áreas específicas que, si se protegen, salvaguardarían más del 80% de los hábitats de especies marinas en peligro de extinción y aumentarían las capturas de pesca en más de ocho millones de toneladas métricas.

El estudio es también el primero en cuantificar la liberación potencial de dióxido de carbono en el océano por la pesca de arrastre, una práctica pesquera muy extendida, y concluye que la pesca de arrastre está bombeando cientos de millones de toneladas de dióxido de carbono al océano cada año, un volumen de emisiones similar al de la aviación.

"La vida en los océanos ha ido disminuyendo en todo el mundo debido a la sobrepesca, la destrucción del hábitat y el cambio climático. Sin embargo, solo el 7% del océano está actualmente bajo algún tipo de protección -lamenta el doctor Enric Sala, explorador residente de la National Geographic Society y autor principal de la investigación.

 

Proteger el 30% del océano para 2030"

 

"En este estudio hemos sido pioneros en una nueva forma de identificar los lugares que, si están fuertemente protegidos, impulsarán la producción de alimentos y salvaguardarán la vida marina, mientras reducen las emisiones de carbono -destaca-. Está claro que la humanidad y la economía se beneficiarán de un océano más saludable. Y podemos obtener esos beneficios rápidamente si los países trabajan juntos para proteger al menos el 30% del océano para 2030".

Para identificar las áreas prioritarias, los autores y autoras, biólogas y biólogos marinos destacados, expertos en clima y economistas, analizaron las aguas oceánicas desprotegidas del mundo en función del grado en que están amenazadas por las actividades humanas que pueden reducirse mediante las áreas marinas protegidas.

Luego desarrollaron un algoritmo para identificar aquellas áreas donde las protecciones brindarían los mayores beneficios en los tres objetivos complementarios de protección de la biodiversidad, producción de mariscos y mitigación del clima. Mapearon estos lugares para crear un "plan" práctico que los gobiernos pueden utilizar para implementar sus compromisos de proteger la naturaleza.

El estudio no proporciona un mapa único para la conservación de los océanos, pero ofrece un marco único para que los países decidan qué áreas proteger en función de sus prioridades nacionales. Sin embargo, el análisis muestra que el 30% es la cantidad mínima de océano que el mundo debe proteger para brindar múltiples beneficios a la humanidad.

"No existe una mejor solución para salvar la vida marina y obtener estos otros beneficios. La solución depende de lo que le importe a la sociedad, o un país determinado, y nuestro estudio proporciona una nueva forma de integrar estas preferencias y encontrar estrategias de conservación eficaces", puntualiza el doctor Juan S. Mayorga, coautor del informe y científico de datos marinos del Laboratorio de Soluciones de Mercado Ambiental en UC Santa Bárbara y Pristine Seas en la National Geographic Society.

El informe identifica áreas marinas muy diversas en las que las especies y los ecosistemas enfrentan las mayores amenazas de las actividades humanas. El establecimiento de áreas marinas protegidas (AMP) con protección estricta en esos lugares salvaguardaría más del 80% de los rangos de especies en peligro de extinción, frente a una cobertura actual de menos del 2%.

 

Protección actual de menos del 2%

 

Los autores encontraron que las ubicaciones prioritarias se distribuyen por todo el océano, y la gran mayoría de ellas se encuentran dentro de las Zonas Económicas Exclusivas de 200 millas de las naciones costeras.

Los objetivos de protección adicionales se encuentran en alta mar, aquellas aguas que se rigen por el derecho internacional. Estos incluyen la Cordillera del Atlántico Medio (una enorme cadena montañosa submarina), la Meseta Mascarena en el Océano Índico, la Cordillera de Nazca en la costa oeste de América del Sur y la Cordillera del Sudoeste de la India, entre África y la Antártida.

"Quizás el resultado más impresionante y alentador es la enorme ganancia que podemos obtener para la conservación de la biodiversidad, si elegimos cuidadosamente la ubicación de áreas marinas estrictamente protegidas -asegura el doctor David Mouillot, coautor del informe y profesor de la Universidad de Montpellier, en Francia-. Una prioridad notable para la conservación es la Antártida, que actualmente tiene poca protección, pero se proyecta que albergará muchas especies vulnerables en un futuro cercano debido al cambio climático".

El estudio encuentra que las áreas marinas protegidas (AMP) ubicadas de manera inteligente que prohíban la pesca en realidad impulsarían la producción de pescado, en un momento en que los suministros de pescado capturado en la naturaleza están disminuyendo y la demanda está aumentando. Al hacerlo, el estudio refuta una visión de larga data de que la protección de los océanos daña la pesca y abre nuevas oportunidades para reactivar la industria justo cuando está sufriendo una recesión debido a la sobrepesca y los impactos del calentamiento global.

 

El peor enemigo de las pesquerías es la sobrepesca

 

"Algunos argumentan que cerrar áreas a la pesca perjudica los intereses pesqueros. Pero el peor enemigo de las pesquerías exitosas es la sobrepesca, no las áreas protegidas", añade el doctor Sala.

El estudio encuentra que proteger los lugares correctos podría aumentar la captura de mariscos en más de 8 millones de toneladas métricas en relación con las operaciones habituales.

"Es simple: cuando cesa la sobrepesca y otras actividades dañinas, la vida marina se recupera -explica el doctor Reniel Cabral, coautor del informe e investigador asistente de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Ambiental y el Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad de California en Santa Bárbara-. Después de que se implementan las protecciones, la diversidad y abundancia de la vida marina aumenta con el tiempo, con una recuperación medible que ocurre en tan solo tres años".

Los impactos climáticos de la pesca de arrastre de fondo

 

El estudio es el primero en calcular los impactos climáticos de la pesca de arrastre de fondo, un método de pesca dañino utilizado en todo el mundo que arrastra pesadas redes por el fondo del océano. Ha encontrado que la cantidad de dióxido de carbono liberado al océano por esta práctica es mayor que las emisiones anuales de carbono de la mayoría de los países y similar a las emisiones anuales de dióxido de carbono de la aviación global.

"El fondo del océano es el depósito de carbono más grande del mundo. Si queremos tener éxito en detener el calentamiento global, debemos dejar intactos los fondos marinos ricos en carbono. Nuestros hallazgos sobre los impactos climáticos de la pesca de arrastre de fondo harán que las actividades en el lecho marino del océano sean difíciles de ignorar en los planes climáticos en el futuro", dijo la doctora Trisha Atwood, de la Universidad Estatal de Utah, coautora de la estudio.

El estudio ha encontrado que los países con el mayor potencial para contribuir a la mitigación del cambio climático a través de la protección de las reservas de carbono son aquellos con grandes aguas nacionales y grandes pesquerías de arrastre de fondo industriales. Calcula que eliminar el 90% del riesgo actual de alteración del carbono debido a la pesca de arrastre de fondo requeriría proteger solo alrededor del 4% del océano, principalmente dentro de las aguas nacionales.