La terrible proliferación de incendios forestales que sacudió la Península durante el mes de agosto ha dejado paso a una relativa normalización de la situación. A pesar de la aparición de varias agrupaciones de siniestros forestales, especialmente una en el sur de Extremadura y otra en torno a las provincias de Toledo y Cuenca, los sucesos se deben a incendios de escaso alcance.
Mapa de los incendios forestales en España
En la fachada norte apenas aparecen tres siniestros de consideración, uno en la región este de la provincia de León y otros dos concentrados en la provincia de Huesca.
La mayor proliferación de incendios se da en la región centro, con dos núcleos principales. Uno de ellos se concentra en torno a las provincias de Toledo y Cuenca, aunque en la mayoría de los casos se trata de fuegos de escasa extensión que afectan principalmente a terrenos agrícolas. Por su parte, en la provincia de Badajoz también aparece otra proliferación de siniestros, algunos en torno al cauce del Guadiana y otros más próximos al límite con Andalucía.
Más allá de estos focos principales puede destacarse otro en la provincia de Sevilla, próximo al cauce del Guadalquivir.
Hectáreas quemadas por incendios forestales
Cuando ya ha transcurrido más de mes y medio desde la dramática oleada de incendios forestales que arrasó una gran extensión de la Península, las estadísticas oficiales del Ministerio de Medio Ambiente se actualizan con lentitud, sin que todavía muestren la totalidad de la superficie afectada por dichos sucesos. Los números oficiales del Ministerio arrojan un total de 281.163,66 hectáreas calcinadas en lo que va de año, aunque la propia fuente aclara que dichos datos no incluyen una parte importante de los grandes incendios acaecidos en Castilla y León, con cuya inclusión el dato de superficie calcinada podría superar las 354.000 hectáreas en lo que va de año.
Al comparar estos números con los de años anteriores se puede comprender mejor la gravedad de lo ocurrido este verano. Aun a partir de la referencia de las 281.000 hectáreas, sin incluir la superficie que queda por contabilizar, este ya sería el peor año del último decenio, al que apenas se acercaría el dramático 2022, cuando ardieron más de 262.000 hectáreas. Con referencias más cercanas, la superficie calcinada durante el año pasado fue casi seis veces menor (48.679,67 hectáreas) y la referencia de la media del decenio es apenas una tercera parte (91.312 hectáreas).
Tal extensión supone una inmensa proliferación de grandes incendios con una superficie superior a 500 hectáreas. En lo que va de año se han producido 63 incendios de estas características, frente a los 17 y 16 siniestros acaecidos en 2023 y 2024, respectivamente.
Esta gran extensión de los incendios ocurridos hace que la cifra de siniestros totales no presente grandes diferencias con respecto a los números de años anteriores. De hecho, el total de sucesos de este año (7.118) se encuentra por debajo de los 8.070 siniestros de media ocurridos durante el último decenio. En cambio, el número resulta superior al del año pasado, cuando se habían dado 5.579 sucesos a estas alturas de año. Este contraste entre la diferencia del total de hectáreas quemadas y el número de siniestros muestra la tremenda extensión que han alcanzado los incendios desatados durante este pasado verano.
Según el tipo de vegetación afectada, los números todavía sufren la actualización de los datos de los siniestros ocurridos durante el verano. Así, el matorral y monte abierto, la superficie más afectada por los fuegos, se ha mantenido en 151.475 hectáreas afectadas; mientras que han crecido de manera considerable la superficie arbolada (83.679 hectáreas calcinadas) y los pastos y dehesas, cuya extensión afectada asciende a 46.008 hectáreas.