La sequía se posiciona como principal preocupación climática para el mundo rural y provoca que, tanto en el campo como en la ciudad, un 76% de sus habitantes considere que el consumo de agua debe limitarse en
actividades de ocio, según se ha constatado durante la conferencia La transición ecológica en la España rural: perspectivas y percepciones, organizada este miércoles en Madrid por OIKOS y Legados.

Para llegar a estas conclusiones, se llevó a cabo una encuesta entre el 9 y el 22 de marzo de 2023 a 2.053 personas. Así, el estudio refleja que la sequía es la principal preocupación para el mundo rural y el sector agrícola en particular, con una diferencia de 7 puntos porcentuales por encima del medio urbano (94,1% frente a un 86,9%), donde preocupa más la contaminación del aire o el tratamiento de residuos.

El apoyo a las limitaciones al uso del agua caen al 50,3% en el caso de las restricciones de agua en los hogares y al 44,9% en el caso de los regadíos. Sobre las comunidades más reacias a reducir o limitar el agua para los cultivos de regadío, figuran Extremadura, Murcia y la Comunidad Valenciana.

"Existen suficientes evidencias científicas que nos advierten sobre un crecimiento inviable que amenaza al planeta en los próximos años. Por respeto al planeta, al futuro y a nosotros mismos debemos cambiar patrones de producción y consumo con la participación de empresas y ciudadanos. No hay lucha posible contra el cambio climático sin descarbonización o sin dejar de quemar combustibles fósiles", ha destacado en la presentación la ex ministra de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina.

 

Diferencias entre campo y ciudad 

 

El estudio revela que existe una gran preocupación en el medio rural por la problemática ambiental actual, donde el 90% cree en el cambio climático y más del 70% considera que actuar sobre ello debe ser una prioridad. Además, tanto el mundo rural como urbano considera que el cambio de hábitos como principal vía hacia la sostenibilidad.

En cualquier caso, existen algunos puntos de diferencia entre la opinión pública rural y urbana, como las regulaciones ambientales en la agricultura, el uso de energías fósiles, la utilización del suelo para instalar renovables, el impacto económico, o, incluso, la caza.

En este sentido, el uso de energías fósiles es apoyado solo por la mitad (51%) de la población rural (20% menos que en zonas urbanas) y mientras que el 54% de la población urbana considera que hay que aumentar las regulaciones al sector agrícola y ganadero, esta consideración la comparte el 43% del mundo rural. Por otro lado, las restricciones a las grandes explotaciones ganaderas y agrícolas se sitúan en un 51% en la ciudad contra un 41% en el campo.

En cuanto al uso de las energías renovables, se observa que, si bien la instalación de parques eólicos y fotovoltaicos es apoyada por cerca del 60% de la población, el debate tiene un mayor sesgo ideológico en la ciudad que en el campo, en el que hay un consenso mucho mayor entre tendencias políticas que en el entorno urbano, donde se presenta una diferencia de 20 puntos porcentuales entre izquierdas y derechas.