Los efectos del cambio climático ponen de relieve la vulnerabilidad de los Países Bajos, ya que cerca de una cuarta parte de su territorio está situado al nivel del mar o por debajo de éste y futuras inundaciones podrían arrasar la región si antes no se toman las medidas adecuadas. Una original forma de aprovechar al máximo las frecuentes lluvias torrenciales que inundan la zona y al mismo tiempo paliar sus efectos podría ser a base de cervezas, una de las bebidas fermentadas más antiguas de la humanidad.

Mientras trabajaba sensibilizando a la población sobre la amenaza del aumento de las precipitaciones y del nivel de las aguas, a Joris Hoebe, quien produce cerveza en casa como hobby, le llegó la inspiración: “Si la elaboración de esta bebida requiere mucha cantidad de agua ─cuatro o cinco litros por cada uno de cerveza, sin contar la que se necesita para cultivar todos los ingredientes─ y tenemos un problema con las fuertes lluvias, ¿por qué no combinarlas?”, se preguntó. Nacía así la idea de elaborar una cerveza con agua de lluvia, una iniciativa en la que actualmente están involucrados la fábrica De Prael, la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam (AUAS, por sus siglas en inglés), y los proyectos Knowledge mile y Amsterdam Rainproff.

Fabrican unos 2.000 litros de esta bebida al mes y trabajan para aumentar la producción

Durante los pasados mayo y junio, un equipo de investigadores instaló dos grandes tanques en los exteriores de la AUAS para recoger el agua de la lluvia. Y consiguieron rápidamente 1.000 litros del preciado líquido. Lo hirvieron y filtraron para eliminar bacterias y lo analizaron para comprobar que era apto para el consumo humano. Posteriormente, lo enviaron a la fábrica de cerveza De Prael, una empresa fundada hace 13 años. “El agua estaba más limpia que el agua potable”, aseguran los responsables de la iniciativa.

El resultado: la Hemelswater (que significa agua del cielo en neerlandés), una cerveza variedad rubia de 5,7 grados con un suave regusto amargo, afrutado y suave. Está elaborada, además de con agua de lluvia ultra filtrada, con el resto de los ingredientes de esta bebida: cebada malteada, trigo, levadura y lúpulo.

La Hemelswater se distribuyó por comercios y bares de Ámsterdam a un precio de dos euros la botella y cuatro euros las jarras de barril. “La gente ha reaccionado con mucho entusiasmo. Nuestro objetivo es hacer una buena cerveza y crear conciencia sobre los problemas del cambio climático y las fuertes lluvias. Esperamos contribuir a ello”, afirma Hoebe a EcoAvant.com.

 

Sorbetes, sopas y limonadas

 

Actualmente, fabrican unos 2.000 litros de cerveza al mes. “Estamos trabajando para aumentar la producción. Hemos ampliado la red de recogida de agua de lluvia colaborando con cinco cafeterías y queremos tener distribuidos 100 tanques de 1.000 litros en Ámsterdam el próximo año”, expone el emprendedor.

Además, se está trabajando en el desarrollo de tanques inteligentes, que mediante unos sensores informarán de cuándo estarán llenos, y en la fabricación de más tipos de cerveza y otros productos como sorbetes, sopas y limonadas. También está en estudio ampliar el mercado e involucrar a otros “ingeniosos cerveceros” de países como España, Francia y el Reino Unido.

En el siglo XX, las precipitaciones se incrementaron en los Países Bajos en un 21%

El proyecto de la Hemelswater se enmarca en un programa conjunto del gobierno municipal de la capital holandesa y la compañía del agua Walternet, llamado Amsterdam Rainproof (Ámsterdam a prueba de lluvia, en español), que tiene como objetivo concienciar a los ciudadanos sobre los problemas que suponen las lluvias, cada vez más intensas, y motivarlos para que tomen medidas para aumentar la capacidad de hacer de esponja de la ciudad, absorbiendo el agua de lluvia o utilizándola para evitar inundaciones.

Los animan, por ejemplo, a instalar sistemas de captación de agua de lluvia en sus casas, techos verdes (cubiertos de vegetación) o azules (con tanques que retienen las aguas pluviales y las liberan lentamente cuando las precipitaciones cesan), a ampliar los umbrales de las puertas principales de sus viviendas y a evitar la construcción de sótanos, así como a instalar pavimentación permeable, poner plantas o estanques en sus jardines y acumular el agua de la lluvia para regar las plantas o para llenar la cisterna del inodoro. “Cada gota cuenta para salvaguardar la ciudad”, aseguran.

En los Países Bajos, la temperatura media aumentó 1,7 grados durante el siglo XX. Las precipitaciones se incrementaron en un 21%, y también su intensidad: siete de los 10 episodios de lluvias más extremas desde 1951 tuvieron lugar en los últimos 20 años. El 28 de julio de 2014, un aguacero caído en la llamada Venecia del norte causó daños en propiedades privadas por valor de 70 millones de euros, según datos de MediaLABamsterdam. El cambio climático afecta de manera diferente a cada región del globo, pero llega a todos los rincones.