La contaminación atmosférica podría causar daños neurológicos relacionados con la aparición de Alzheimer, Parkinson y de la enfermedad de la neurona motora, según un estudio de la Universidad de Lancaster (Reino Unido).

Investigaciones anteriores habían vinculado la exposición a la contaminación atmosférica por partículas finas con la enfermedad de Alzheimer. No obstante, después de examinar los troncos encefálicos de 186 jóvenes residentes de la Ciudad de México de edades comprendidas entre los 11 meses y los 27 años, estas científicas inglesas han encontrado marcadores no solo de la enfermedad de Alzheimer, sino también de la de Parkinson y de la enfermedad de la neurona motora.

Estos marcadores, además, se unen a la presencia de diminutas y distintivas nanopartículas dentro del tronco encefálico, que es la parte posterior del cerebro que regula el sistema nervioso central, controla los ritmos cardíacos y respiratorios, y la forma en que se percibe la posición y el movimiento del cuerpo, incluyendo, por ejemplo, el sentido del equilibrio.

En este sentido, una de las principales autoras del estudio, Barbara Maher, ha explicado que los tallos cerebrales de los jóvenes del estudio no solo mostraban los sellos neuropatológicos de Alzheimer, Parkinson y la enfermedad de la neurona motora, sino que también tenían altas concentraciones de nanopartículas ricas en hierro, aluminio y titanio en el tronco cerebral, específicamente en la sustancia negra y el cerebelo.

"Las nanopartículas ricas en hierro y aluminio que se encuentran en el tronco encefálico son sorprendentemente similares a las que se producen como partículas derivadas de la combustión y la fricción en la contaminación atmosférica, de los motores y los sistemas de frenado", ha añadido. Además, se observaron partículas similares en las células nerviosas de la pared intestinal, lo que sugiere que estas partículas llegan al cerebro "después de ser ingeridas y pasan del intestino a las células nerviosas que conectan el tronco cerebral con el sistema digestivo", ha especificado.

Así, la autora también ha señalado que las "marcas neuropatológicas" encontradas incluso en el bebé más pequeño (11 meses de edad) incluían crecimientos de células nerviosas, y placas y ovillos formados por proteínas mal dobladas en el cerebro, lo que se relaciona con la enfermedad de la neurona motora.

Así, según el estudio, lo único común a todos los jóvenes examinados fue su exposición a altos niveles de contaminación atmosférica por partículas. Maher ha expresado que las asociaciones entre la presencia de daños en las células y sus componentes individuales, especialmente las mitocondrias, y estas nanopartículas ricas en metales son una "pistola humeante".

A menor contaminación ausencia de patología

 

Estas partículas ricas en metales pueden causar inflamación y también actuar como catalizadores de la formación excesiva de especies reactivas de oxígeno, pudiendo causar la muerte de neuronas. En este sentido, los troncos cerebrales de aquellos que vivían en zonas de menor contaminación no han mostrado la patología neurodegenerativa que se observa en los jóvenes residentes en la Ciudad de México.

Estos nuevos hallazgos muestran que las nanopartículas derivadas de la contaminación y ricas en metales pueden llegar al tronco cerebral, ya sea por inhalación o ingestión, y que están asociadas con el daño a componentes clave de las células nerviosas del tronco cerebral, incluida la sustancia negra.

Una "Pandemia de enfermedades neurológicas"

 

Así, según las investigadoras, el tipo de daño neurológico asociado con el Alzheimer, el Parkinson y las enfermedades de las neuronas motoras ya es evidente. Estos datos indican la posibilidad de una "pandemia de enfermedades neurológicas" en ciudades muy contaminadas de todo el mundo, a medida que las personas experimentan una mayor esperanza de vida y se desarrollan todos los síntomas de un daño neurológico crónico anterior, según las científicas.

"Es fundamental comprender los vínculos entre las nanopartículas que respiras o tragas y los impactos que esas partículas ricas en metales tienen en las diferentes áreas del cerebro", ha apostillado Maher.

"Diferentes personas tendrán diferentes niveles de vulnerabilidad a dicha exposición a las partículas, pero nuestros nuevos hallazgos indican que los contaminantes del aire a los que estás expuesto, lo que estás inhalando y tragando, son realmente significativos en el desarrollo del daño neurológico", ha concluido, advirtiendo de que, "con esto en mente, el control de las fuentes de contaminación del aire con nanopartículas se vuelve crítico y urgente".