Aunque todavía no se ha excavado ni un solo metro, el interés por el litio que se esconde en las proximidades de la ciudad de Cáceres no deja de crecer. Barcelona, Valencia e incluso Badajoz ya planean utilizar este preciado recurso en sus futuras fábricas de baterías destinadas a los coches eléctricos. Sin embargo, los cacereños y cacereñas no quieren perjudicar a su montaña para apoyar la nueva movilidad verde.

Tampoco están por la labor sus dirigentes, ya que el Ayuntamiento de Cáceres se ha posicionado varias veces, de forma mayoritaria, en contra de la mina que quiere abrir la empresa Tecnología Extremeña del Litio (TEL). El consistorio no ha consentido modificar su Plan General Municipal de Urbanismo —imprescindible para permitir la extracción del mineral— y acaba de exigir a la Junta de Extremadura que declare la Sierra de la Mosca, lugar donde se han realizado las prospecciones, como Paisaje Protegido, blindándola así ante los intereses mineros.

El subsuelo de este territorio no es el único que alberga litio en la península ibérica, y el valioso metal ya se ha comenzado a extraer en otras zonas de Extremadura, Portugal y Galicia, pero el enclave que más interés suscita es el de Cáceres. Se estima que en este municipio está el segundo mayor yacimiento de litio de Europa. En concreto, unos 1,6 millones de toneladas de carbonato de litio, una cantidad con la que se podrían fabricar baterías para 10 millones de coches eléctricos, según los promotores del denominado proyecto San José Valdeflórez que promueve su explotación.

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Yacimientos detectados y en activo de litio, cobalto y grafito en Europa. / FRAME

“Mientras que en otras actividades de gran escala, como una cementera o una petroquímica, puedes elegir dónde ubicarla, en la industria minera el mineral está donde está, ya que es la naturaleza quien lo marca. En el caso de Cáceres, si te vas un poco más lejos de la ciudad ya no hay litio”, explica a SINC Roberto Martínez Orío, jefe del Área de Recursos Minerales del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

 

Una ‘isla verde’ para la comarca

 

La zona prospectada es una ‘isla verde’ localizada al sureste de la ciudad histórica, un lugar de esparcimiento para sus vecinos. “La sierra de la Mosca es un enclave accidentado único en la penillanura trujillano-cacereña, con un valor ecológico y paisajístico enorme. Dehesa, ribera, fauna, flora… Aquí se da una representación del bosque mediterráneo”, explica a SINC Francisco Merino, licenciado en Ciencias Ambientales y CEO de la compañía de servicios ambientales INGEAMA.

Según Merino, este terreno es un ecotono, un tecnicismo que designa una zona de transición entre dos hábitats: “Es un corredor ecológico entre dos figuras de protección ambiental, dos ZEPA (Zonas Especiales de Protección de Aves). Una es la de Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes, y la otra es la de la capital de Cáceres, la única incluida dentro de una ciudad debido a la presencia del cernícalo primilla (Falco naumanni). Por este corredor los animales van de un lado a otro para comer, cazar, dormir o reproducirse; y su merma dañaría toda la cadena trófica de la zona”.

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Imagen del Valle de Valdeflores. / Informe Preliminar ENP de la Sierra de la Mosca

Dentro de la sierra, concretamente en el Valle de Valdeflores, en la zona de La Montaña, ya saben lo que es la minería. Allí se desarrolló una importante actividad en la mina de San José hasta mediados de los años 80, donde se extraía principalmente estaño por galerías subterráneas.

Cuarenta años después, el pueblo cacereño teme que una nueva explotación a cielo abierto cambie para siempre su querida y cercana montaña. Según datos facilitados por la plataforma ciudadana Salvemos La Montaña de Cáceres, el hueco que se abriría (llamado corta) estaría solamente a 450 metros del Santuario Virgen de la Montaña, a unos 600 de la planta potabilizadora de agua del municipio y a 1.200 metros del Hospital Universitario.

Los opositores al proyecto también apuntan el perjuicio que supondría para el turismo, el daño medioambiental y el impacto visual y paisajístico de la mina, que está previsto que opere durante casi 20 años.

 

‘No’ a la mina

 

“Para nosotros, la montaña es un símbolo. Cuando bajan a la Virgen, todo el recorrido está lleno de gente de arriba abajo, y cuando llega a la parte antigua no se puede ni andar. Y para los no religiosos es un símbolo de tipo natural. Está dentro de los genes cacereños”, explica Santiago Márquez, uno de los portavoces de la plataforma ciudadana Salvemos la Montaña.

Esta plataforma, creada en 2017, la componen cerca de 40 voluntarios, aunque han sido capaces de organizar manifestaciones multitudinarias o reunir hasta 35.000 firmas para apoyar sus alegaciones. No quieren correr el riesgo de sufrir un desastre como el de Aznalcóllar (Sevilla).