La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial que constituye un enorme problema social, económico y de salud. El diseño de estrategias para perder peso es clave tanto para controlar la pandemia relacionada como las enfermedades asociadas, dado que estas disminuyen la calidad y la esperanza de vida de las personas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos con sobrepeso u obesidad con alguna comorbilidad pierdan un 10 % de su peso inicial a través de una intervención sobre el estilo de vida como principal herramienta.

Dado que los recursos de tiempo que se necesitan para una intervención dietética efectiva son muy importantes, la expansión de estos beneficios al entorno del paciente podría optimizar los costes y esfuerzo del equipo sanitario asistencial. Esta expansión, conocida como ‘efecto halo’ se ha demostrado en los familiares de personas afectadas con obesidad mórbida intervenidos con cirugía bariátrica.

Sin embargo, en la actualidad se desconoce si tratamientos para la obesidad menos agresivos, como intervenciones dietéticas o de estilos de vida, pueden producir también este efecto expansivo sobre el resto de la familia.

La dieta mediterránea y la actividad física

 

Así, un nuevo estudio en el que han participado tres centros de investigación de Cataluña: CIBEROBNIISPV e IDIAPJGol, pretende evaluar la asociación entre la adherencia a la intervención nutricional sobre el estilo de vida (adherencia a la dieta mediterránea y la actividad física) de los participantes del estudio PREDIMED‐Plus, y de las personas que conviven con ellos, e identificar el apoyo social y la función familiar.

Se estudiaron 541 cohabitantes y se demostró por primera vez que la mayor adherencia a la dieta mediterránea y el mayor nivel de actividad física de los participantes se asociaron de forma directa con el comportamiento de los miembros con quienes conviven. Por otra parte, la mayor adherencia a la intervención se asoció a una mejor función familiar y a un mayor apoyo social de las personas con quienes conviven.

El entorno familiar, clave para la pérdida de peso

 

Los expertos han observado que cuando las parejas de los pacientes sometidos a una dieta para perder peso están involucradas, el efecto de la esta y la pérdida de kilos son más notables. 

Por tanto, el entorno familiar también podría condicionar el cumplimiento de la intervención, ya que los patrones alimentarios familiares suelen ser similares.

Por contra, si el paciente está inmerso en un entorno altamente desfavorable, condicionará una mayor dificultad para lograr cambios alimentarios y de estilo de vida. Para los autores, esta situación podría no solo anular el beneficio expansivo, sino dificultar la pérdida de peso del individuo tratado.