La obesidad no es simplemente el resultado de un estilo de vida inadecuado: es un problema complejo y multifactorial. Sus causas están relacionadas con la biología y el comportamiento, pero también con cambios fisiológicos, enfermedades, estrés… Y todos estos cambios se enmarcan un contexto cultural, medioambiental, económico y social concreto.

Esto implica que la obesidad no es una cuestión de responsabilidad individual, sino de la población en general. Y debería abordarse como tal. De hecho, la OMS ha subrayado recientemente que la prevención y la gestión efectivas del sobrepeso requieren un enfoque integrado, que implique acciones en todos los sectores de la sociedad.

Además de los efectos negativos en la salud de las personas afectadas, muchas veces son víctimas de estigma o gordofobia, que causa su exclusión y marginación, y da lugar a desigualdades.

La gordofobia está alimentada por la creencia de que las personas que se perciben con exceso de peso son perezosas y glotonas, y que no tienen fuerza de voluntad ni autodisciplina para mantenerse delgadas. Según esta opinión, la obesidad sería simplemente una elección de quienes la sufren, y es únicamente responsabilidad de ellos evitarla.

 

Una nueva narrativa sobre la obesidad

 

Coincidiendo con el Día Mundial de la Obesidad de 2020, se publicó un estudio sobre las causas y consecuencias del estigma de peso y la importancia de abordarlo no solo como un asunto de salud pública, sino también como de derechos humanos y sociales. Los autores tenían como objetivo novedoso abordar la brecha existente entre las narrativas estigmatizantes en torno a la obesidad y los conocimientos científicos actuales sobre los mecanismos de regulación del peso corporal.

Según dicho estudio, las pruebas científicas demuestran que regular el peso no depende únicamente de la voluntad personal, sino que existen factores biológicos, genéticos y ambientales que contribuyen de forma decisiva. Sin embargo, en las campañas de salud pública, en el discurso político, en los medios de comunicación e incluso en la literatura científica se sigue señalando como principal causa de la obesidad a la responsabilidad individual. Esta narrativa desempeña un papel importante en la expresión del estigma social y refuerza los estereotipos basados en el peso.

Por ello, es necesario un esfuerzo conjunto de todas las partes interesadas –incluidos profesionales sanitarios, investigadores, responsables políticos, pacientes y medios de comunicación– para establecer una nueva narrativa que cambie el papel de las personas con obesidad de villanas a víctimas y elimine el estigma y la discriminación por el peso.

 

La influencia de los medios de comunicación

 

Los medios ocupan una posición privilegiada para acceder a la mayoría de la población y tienen la capacidad de influir y condicionar la percepción que tiene el público sobre la gravedad de las enfermedades.

Se ha demostrado que informar de manera más objetiva y pedagógica sobre las dolencias contribuye a que se comprenda mejor cómo tratarlas. Por el contrario, si las informaciones son deficientes pueden confundir, crear ansiedad y propiciar que la población tome decisiones equivocadas. La forma en que los medios representan la obesidad es, por lo tanto, importante para aumentar o reducir el estigma hacia las personas con sobrepeso.

Esta influencia mediática se enmarca dentro del proceso de construcción social de la realidad, según el cual los medios no solo informan, sino que construyen la realidad e influyen en las opiniones y actitudes del público. De esta manera, los medios modelan nuestra percepción del mundo y nos hacen partícipes de su forma de entenderlo.

The Conversation

 

Contra la gordofobia en los medios

 

La imagen que ofrecen los medios de comunicación de la obesidad a menudo transmite prejuicios que perpetúan el estigma. Lo hacen mediante el uso de encuadres, imágenes y lenguaje que tratan el sobrepeso como un problema de responsabilidad personal más que debido a factores sociales.

Un tratamiento correcto de las informaciones puede contribuir a la eliminación de la gordofobia. Para ello, son útiles las guías que han elaborado diversas organizaciones y colectivos.

La OAC (Obesity Action Coalition) ha editado una publicación que recoge diversas pautas y ofrece una galería de imágenes libres de prejuicios que pueden utilizar los periodistas.

Otra de las guías de referencia es la que ha publicado en Argentina el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo.

En tercer lugar, en el estudio de 2020 mencionado más arriba se incluye una declaración conjunta de consenso, elaborada por 36 expertos internacionales, con recomendaciones para eliminar los prejuicios sobre el peso.

Entre las recomendaciones recogidas en estas guías, destaca la de no reproducir estereotipos que asocian la gordura con la falta de ejercicio, malnutrición y ausencia de voluntad, ni los que asocian la gordura con la enfermedad o la delgadez con la buena salud.

También es preciso evitar toda ridiculización de las personas debido a sus características físicas y evitar describir el peso corporal con terminología y lenguaje que puedan resultar ofensivos. Se trata de situar a las personas antes que a la enfermedad y no etiquetarlas.

En definitiva, dado el papel fundamental de los medios en la percepción del público, es necesario su compromiso para ofrecer una imagen justa, precisa y no estigmatizante de la obesidad.