Cada 28 de julio desde el año 2010 se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis Vírica, una enfermedad causada por virus, responsable de altos niveles de morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Esta efeméride reivindica la necesidad de intensificar la lucha internacional contra esta enfermedad, fomentar la actuación y la participación de autoridades y público en general, y hacer hincapié en la necesidad de una mayor respuesta mundial.

Sumario

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en su 63° Asamblea celebrada en 2010 el importante problema de salud pública que representa la hepatitis y declaró el 28 de julio como el Día Mundial contra la Hepatitis Vírica. El objetivo es concienciar a la población e impulsar a nivel mundial todas las iniciativas y programas posibles en el ámbito sanitario en contra de esta enfermedad. Se eligió el 28 de julio por ser el día del nacimiento del doctor Baruch Blumberg, laureado con el Premio Nobel, que descubrió el virus de la hepatitis B e inventó una prueba diagnóstica y posteriormente la vacuna. El lema de este año 2023 es “Una vida, un hígado” que pone de relevancia la importancia de ampliar el acceso a los diagnósticos y a los tratamientos para salvar vidas.

 

Cinco variantes, más de un millón de muertes al año y una infección cada diez segundos

 

La hepatitis es una inflamación del hígado que puede causar una serie de problemas de salud y puede ser mortal. El hígado realiza en silencio más de 500 funciones vitales cada día para mantenernos con vida. El problema es que la infección por hepatitis vírica suele ser silenciosa y los síntomas solo aparecen cuando la enfermedad está avanzada. Se calcula que hay más de un millón de muertes al año relacionadas con la hepatitis, y una nueva infección crónica cada diez segundos.

Las cinco cepas principales del virus de la hepatitis son las de los tipos A, B, C, D, y E:

  • Hepatitis A (VHA): Se transmite principalmente a través del consumo de agua o alimentos contaminados con el virus, o por contacto directo con una persona infectada. Por lo general, es una enfermedad aguda pero no suele tener consecuencias graves a largo plazo. Existe una vacuna eficaz para prevenirla.

  • Hepatitis B (VHB): Se transmite por contacto con sangre, relaciones sexuales sin protección, uso compartido de agujas contaminadas, de madre a hijo durante el parto, entre otros. La hepatitis B puede ser una infección aguda o crónica. La infección crónica puede llevar a daño hepático, cirrosis y cáncer de hígado. La vacunación es la principal medida para prevenir la hepatitis B.

  • Hepatitis C (VHC): Se transmite principalmente por el contacto con sangre infectada, a menudo a través del uso compartido de agujas. También puede transmitirse por vía sexual y de madre a hijo durante el parto. La hepatitis C puede volverse crónica y causar daño hepático a lo largo del tiempo. Existen tratamientos efectivos para curar la hepatitis C.

  • Hepatitis D (VHD): Este tipo de hepatitis solo ocurre en personas que ya tienen una infección activa de hepatitis B. La coinfección de hepatitis B y D puede aumentar la gravedad del daño hepático.

  • Hepatitis E (VHE): Se transmite principalmente a través del consumo de agua contaminada, especialmente en áreas con saneamiento deficiente. Por lo general, la hepatitis E es una enfermedad aguda y autolimitada, pero puede ser más grave en mujeres embarazadas.

Aparte de las hepatitis virales, también hay otros factores que pueden causar hepatitis, como el consumo excesivo de alcohol, ciertos medicamentos, toxinas, enfermedades autoinmunes y otras infecciones virales y bacterianas.

Los síntomas comunes de la hepatitis incluyen fatiga, pérdida de apetito, dolor abdominal, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), orina oscura y heces de color claro. Si se sospecha de hepatitis, es esencial buscar atención médica para un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado.

 

325 millones de personas en todo el mundo sufren hepatitis B y/o C

 

La hepatitis de los tipos B y C provocan enfermedad crónica en cientos de millones de personas, causan casi 8.000 nuevas infecciones cada día, que en su mayoría pasan desapercibidas y, en su conjunto, son la causa más común de defunciones relacionadas con cirrosis hepática, cáncer y hepatitis viral. Se estima que, en todo el mundo, 325 millones de personas sufren hepatitis B y/o C, y para la mayoría de ellas las pruebas y el tratamiento siguen siendo inaccesibles. Aproximadamente el 57% de los casos de cirrosis hepática y el 78% de los casos de cáncer primario de hígado son causados ​​por los virus de la hepatitis B y C.

 

Reducir un 65% las de defunciones y un 90% las infecciones antes de 2030

 

La Organización Mundial de la Salud ha establecido un ambicioso plan para la eliminación de la hepatitis como un problema de salud pública para el año 2030. Esta meta se basa en el marco del "Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de las Hepatitis Virales". Según la OMS de aquí a 2030 se podrían prevenir unos 4,5 millones de defunciones prematuras en países de ingresos bajos y medianos, mediante vacunación, pruebas de diagnóstico, medicamentos y campañas de educación. La estrategia mundial aprobada por todos los estados miembros se planteó para reducir en un 90% las nuevas infecciones y en un 65% las defunciones por hepatitis.

Para lograr esto, se plantea trabajar en los siguientes objetivos:

  • Reducción de la incidencia de nuevas infecciones por hepatitis B y C: Se busca implementar estrategias preventivas, como promover el uso de agujas y jeringas estériles, fomentar el uso de preservativos en relaciones sexuales y mejorar las prácticas de atención médica para prevenir la propagación de la infección.

  • Aumento del acceso a pruebas de detección y diagnóstico temprano: Se pretende ampliar las capacidades de diagnóstico y facilitar el acceso a pruebas de detección de hepatitis B y C para que las personas puedan conocer su estado serológico y recibir atención médica temprana si es necesario.

  • Mejora del acceso al tratamiento: El objetivo es garantizar que las personas diagnosticadas con hepatitis B y C tengan acceso a tratamientos efectivos y asequibles para evitar que la enfermedad progrese y reducir el riesgo de complicaciones, como la cirrosis y el cáncer de hígado.

  • Reducción de la mortalidad por hepatitis B y C: Se busca disminuir significativamente las muertes relacionadas con estas hepatitis mediante la prevención de nuevas infecciones, la detección temprana y el tratamiento oportuno.

  • Eliminación de la transmisión de hepatitis B de madre a hijo: Se plantea prevenir la transmisión de la hepatitis B de madre a hijo mediante la administración de la vacuna y la inmunoglobulina específica al recién nacido.