Han cambiado la guerra que mata por otra que devuelve la vida. Ahora luchan contra los efectos del cambio climático. Militares veteranos estadounidenses, que fueron miembros de unidades de submarinistas de élite, aprenden cómo contribuir a restaurar arrecifes de coral en un proyecto impulsado por la organización sin ánimo de lucro Force Blue (Fuerza Azul). En un momento en que su gobierno parece embarcado en una espiral de rearme y belicismo y da abiertamente la espalda a la protección del medio ambiente, ellos han cambiado los frentes de Irak o Afganistán por las paradisíacas costas de la isla de Gran Caimán, un territorio caribeño bajo soberanía británica más conocido a nivel internacional por su condición de paraíso fiscal.

"Dando a los guerreros una causa. Dando a una causa sus guerreros", es el lema de esta iniciativa con la que se pretende recuperar arrecifes coralinos dañados por la acidificación y calentamiento de las aguas causados por el cambio climático, la contaminación, la sobrepesca y el fondeo de embarcaciones de crucero o deportivas. Force Blue nació principalmente para contribuir a reinsertar en la vida civil a los veteranos de guerra, "pero hemos recibido un gran apoyo, no solo de la comunidad de veteranos, sino también de la industria del buceo, los ecologistas, los artistas, los biólogos marinos, el sector del turismo,...", asegura el cofundador y director de la entidad, Jim Ritterhof, un experimentado buceador deportivo.

Los exmilitares aprenden el valor ambiental y social del ecosistema coralino 

Ritterhof descubrió los fondos submarinos de las islas Caimán en 2015, cuando los visitó junto a su amigo, exmarine y confundador de Force Blue, Rudy Reyes, y el submarinista Keith Sahm, que dirige en el archipiélago caribeño el Sunset House, el mayor centro de buceo deportivo que hay en el mismo.

"Ahí teníamos a Reyes, un buceador de combate entrenado, uno de los individuos más cualificados que uno se puede encontrar bajo el agua, y que sin embargo jamás había visto un pez", recuerda Ritterhof. Reyes, que hasta ese momento sólo se había sumergido acarreando cargas de explosivos para tratar de hundir embarcaciones enemigas, se mostró entusiasmado con la experiencia, y de aquellas inmersiones surgió la idea de poner en marcha algún tipo de iniciativa que "no sólo ayudara a los veteranos y los arrecifes de coral" sino que "uniera ambos mundos".

Luchar contra el pez león

A principios de este año, un primer equipo de seis submarinistas ex miembros de unidades de operaciones especiales, que han combatido en las dos últimas guerras asiáticas en las que se han involucrado los Estados Unidos, iniciaron su formación práctica en las islas Caimán en ámbitos como la identificación y la recolección de coral, los patrones que rigen la vida marina, fotografía de naturaleza submarina, buceo nocturno bioluminiscente y captura y sacrificio de peces león, una voraz especie invasora que se está extendido por la costa atlántica americana. 

Además, han empezado a recibir formación teórica sobre el valor ambiental de los arrecifes de coral, los factores locales y globales que contribuyen al deterioro de los mismos, la resiliencia ecológica y social de estos ecosistemas y cómo los científicos y los responsables políticos están trabajando para aumentarla. Los arrecifes coralinos no son solamente un hermoso escenario para inmersiones y un rico ecosistema, también son un motor económico para los países que los albergan, con frecuencia naciones en desarrollo, en sectores que van del turismo a la medicina, dado que proporcionan sustancias que permiten la elaboración de productos contra dolencias como el cáncer, la artritis o las infecciones bacterianas.

"Es uno de los submarinistas más cualificados y nunca había visto un pez"

Más adelante, este primer equipo de submarinistas militares reciclados se desplazará a la isla de Pequeño Caimán, donde ayudará a los investigadores del Instituto del Mar del Caribe Central en la exploración y localización de nuevos arrecifes no identificados, y aprenderán a trasplantar ejemplares de ecosistemas sanos a zonas donde sus colonias se hayan degradado o hayan desaparecido por culpa de las actividades humanas.

Y, de acuerdo con los planes anunciados por la organización, posteriormente regresará de nuevo a Gran Caimán para poner en práctica lo aprendido tratando de devolver a la vida un gran arrecife gravemente dañado por el ancla de un gran barco de cruceros en 2015.

Durante los próximos dos años, Force Blue pretende extender su programa de formación a otros lugares del planeta ofreciendo programas bianuales para un máximo de 20 submarinistas anuales.

Según Force Blue, "más del 40% de los tres millones de hombres y mujeres veteranos de las guerras de Irak y Afganistán son propensos a experimentar algún tipo de estrés post-traumático debido a la dificultad para adaptarse a una vida estructurada después de la carrera militar y/o a problemas para aprovechar sus habilidades militares en la vida civil". Y, según el cofundador de la entidad Jim Ritterhof, "Force Blue da a ex buceadores de combate la oportunidad de experimentar y explorar uno de los ecosistemas en peligro más crítico del planeta y utilizar sus habilidades para ayudar en la protección del mismo". Ahora bucearán para construir, no para destruir.