Los mares son grandes masas de agua salada que forman parte del sistema oceánico, pero se caracterizan por estar más cerca de los continentes, tener menor profundidad y estar más influenciados por factores terrestres. Son ecosistemas ricos en biodiversidad y fundamentales para la vida en la Tierra.

Sumario

 

Cuando pensamos en el mar, solemos imaginar una vasta extensión azul que se funde con el horizonte. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre qué es realmente un mar, cómo se diferencia de un océano y por qué su papel ecológico es tan crucial.

 

Qué es un mar desde la ecología

 

La definición ecológica de un mar se refiere a su papel como ecosistema dentro del sistema planetario. Desde esta perspectiva, un mar es una unidad ecológica de agua salada, generalmente más pequeña y menos profunda que un océano, que se encuentra parcialmente encerrada por tierra o conectada a un océano, y que alberga una alta biodiversidad, especialmente en zonas costeras.

Características ecológicas clave de un mar:

· Alta productividad biológica: Los mares suelen tener aguas más cálidas y ricas en nutrientes, lo que favorece la proliferación de fitoplancton, base de la cadena alimentaria marina.

· Ecosistemas diversos: Incluyen arrecifes de coral, praderas marinas, manglares y zonas de transición entre ambientes terrestres y marinos.

· Interacción intensa con el ser humano: Por su cercanía a las costas, los mares son más vulnerables a la contaminación, la sobrepesca, el turismo y el desarrollo urbano.

· Regulación climática: Participan en el intercambio de gases con la atmósfera, especialmente dióxido de carbono, y en la regulación térmica de las zonas costeras.

· Reservorios de biodiversidad: Albergan especies endémicas y migratorias, muchas de ellas en peligro por la presión antropogénica.

En resumen, desde el punto de vista ecológico, un mar no es solo una masa de agua salada, sino un ecosistema complejo y dinámico, esencial para la salud del planeta y para millones de personas que dependen de él directa o indirectamente.

 

Cuántos mares existen en la tierra y su tipología

 

Según la Organización Hidrográfica Internacional (OHI), existen 60 mares reconocidos oficialmente en el planeta.

Estos mares están distribuidos por todos los continentes y se clasifican en distintos tipos según su ubicación y conexión con los océanos:

· Mares costeros o golfos: abiertos hacia el océano, como el Golfo de México.

· Mares continentales: casi cerrados, conectados por estrechos, como el Mar Mediterráneo.

· Mares interiores o lagos salinos: completamente cerrados, como el Mar Caspio. 

 

Mares y océanos: parecidos en apariencia, distintos en esencia

 

Aunque a simple vista parecen lo mismo, los mares y los océanos tienen diferencias profundas que van más allá del tamaño. Ambos son cuerpos de agua salada, pero su papel en el planeta, su biodiversidad y su relación con el ser humano los distinguen claramente.

Los mares son extensiones de agua más pequeñas, generalmente ubicadas cerca de los continentes y, en muchos casos, parcialmente encerradas por tierra.

Por su parte, los océanos son vastos y profundos. Cubren más del 70% de la superficie terrestre y forman un sistema interconectado que regula el clima global, almacenan carbono y alberga una biodiversidad inmensa.

Las diferencias clave entre ambos pueden resumirse así:

· Tamaño y profundidad: los océanos son mucho más extensos y profundos que los mares.

· Ubicación: los mares están más cerca de los continentes, mientras que los océanos separan grandes masas de tierra.

· Temperatura y biodiversidad: los mares suelen ser más cálidos y albergar ecosistemas costeros muy ricos, pero también más vulnerables.

Influencia humana: los mares sufren mayor presión por la pesca, el turismo y la contaminación, debido a su proximidad a las zonas habitadas.

Comprender estas diferencias no es solo una cuestión de geografía: es clave para valorar el papel que cada uno juega en el equilibrio ecológico del planeta. Los mares, aunque más pequeños, son esenciales para la vida marina, la economía costera y la salud ambiental. Y por eso, merecen atención, estudio y protección.

 

Amenazas que ponen en riesgo los ecosistemas marinos

 

Los mares, que durante siglos han sido fuente de alimento, rutas de navegación y hogar de una biodiversidad extraordinaria se enfrentan hoy a múltiples presiones que comprometen su equilibrio y su futuro.

· Contaminación: Cada año, millones de toneladas de residuos llegan al mar. Plásticos, productos químicos, fertilizantes y metales pesados alteran la calidad del agua y afectan a la vida marina. El microplástico, en particular, se ha convertido en una amenaza global: se encuentra en peces, mariscos e incluso en el agua potable. Las zonas costeras son las más afectadas, donde la acumulación de contaminantes genera “zonas muertas” sin oxígeno ni vida.

· Cambio climático: El aumento de la temperatura global está modificando la dinámica de los mares. Las aguas se calientan, los corales se blanquean, las especies migran y el nivel del mar sube. Además, la acidificación provocada por el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera altera la química del agua, dificultando la supervivencia de organismos como los moluscos y los crustáceos.

· Sobrepesca: La demanda creciente de productos del mar ha llevado a una explotación excesiva de muchas especies. La pesca industrial, a menudo sin regulación efectiva, ha reducido drásticamente las poblaciones de peces, afectando no solo a la biodiversidad, sino también a las comunidades costeras que dependen de la pesca artesanal.

· Destrucción de hábitats: La expansión urbana, el turismo masivo y la construcción de infraestructuras costeras han destruido ecosistemas clave como manglares, praderas marinas y arrecifes de coral. Estos hábitats no solo albergan vida marina, sino que también protegen las costas de la erosión y las tormentas.

· Tráfico marítimo y ruido submarino: El aumento del transporte marítimo genera contaminación acústica que afecta a especies como ballenas y delfines, que dependen del sonido para comunicarse y orientarse. Además, los derrames de petróleo y los choques con embarcaciones son cada vez más frecuentes.

· Especies invasoras: El transporte de organismos marinos en aguas de lastre ha introducido especies invasoras en ecosistemas donde no tienen depredadores naturales. Estas especies compiten con las nativas, alteran las cadenas alimentarias y pueden provocar desequilibrios irreversibles.

La protección de los mares no es solo una cuestión ambiental: es una necesidad urgente para preservar la vida, la economía y el equilibrio climático del planeta. La ciencia, la educación y la acción política deben converger para revertir estas amenazas antes de que el daño sea irreversible.

 

Los grandes estudiosos de los mares

 

A lo largo de los siglos, diversas figuras han contribuido a desentrañar los misterios de los océanos y mares, transformando nuestra comprensión del planeta azul.

· Aristóteles: el primer naturalista marino

En el siglo IV a.C., el filósofo griego Aristóteles ya observaba y describía especies marinas en las costas del Egeo. Sus escritos sobre peces y moluscos son considerados los primeros estudios sistemáticos de la vida marina.

· Matthew Fontaine Maury: el cartógrafo de los mares

Apodado el “padre de la oceanografía moderna”, Maury publicó en 1855 La geografía física de los mares, una obra pionera que recopilaba datos sobre corrientes, vientos y rutas marítimas. Su trabajo permitió mejorar la navegación y sentó las bases de la oceanografía como ciencia.

· Charles Wyville Thomson: el líder de la expedición Challenger

Entre 1872 y 1876, la expedición científica del HMS Challenger, dirigida por Thomson, recorrió más de 120.000 kilómetros recogiendo datos de profundidad, temperatura y vida marina. Fue la primera campaña oceanográfica global y marcó un antes y un después en el estudio de los fondos marinos.

· Marie Tharp: la cartógrafa del fondo oceánico

En la década de 1950, esta geóloga estadounidense revolucionó la ciencia al crear los primeros mapas detallados del fondo oceánico. Su trabajo reveló la existencia de dorsales oceánicas y fue clave para confirmar la teoría de la tectónica de placas.

· Sylvia Earle: la defensora de los océanos

Bióloga marina, exploradora y ex directora científica de la NOAA, Earle ha dedicado su vida a la investigación y conservación de los mares. Ha liderado más de 100 expediciones y es una de las voces más influyentes en la defensa de los ecosistemas marinos.

· Roger Revelle: el océano y el cambio climático

Pionero en el estudio de la interacción entre océano y atmósfera, Revelle fue uno de los primeros científicos en advertir sobre el impacto del dióxido de carbono en el calentamiento global. Su trabajo sentó las bases para la investigación climática moderna.