El proyecto Alerta Forestal del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) ha comprobado que los pinos de Cataluña están mostrando los efectos de la sequía con un año de retraso y que están muriendo "de forma repentina", sobre todo en algunas comarcas de Barcelona.

En un comunicado de este miércoles, se afirma que ante una fuerte sequía las coníferas como los pinos o los abetos resisten en la medida de lo posible a las condiciones adversas, pero "algunos sufren de una forma silenciosa que puede durar meses y que puede llevarlos a la muerte en cuestión de pocos días".

Este fenómeno es el que se está observando en zonas como las comarcas de Osona o el Berguedà (Barcelona) este verano, "donde se está viendo cómo muchas copas de pinos quedan totalmente marrones en poco tiempo y de forma repentina"

Este fenómeno es el que se está observando en zonas como las comarcas de Osona o el Berguedà (Barcelona) este verano, "donde se está viendo cómo muchas copas de pinos quedan totalmente marrones en poco tiempo y de forma repentina".

Alerta Forestal avisa de síntomas repentinos de sequía en pinos de Catalunya

 

Las investigadoras han apuntado que "cuando esto sucede, los pinos están muertos, no tienen capacidad de rebrotar y no tienen ninguna hoja verde que les permita mantener las funciones vitales", y este fenómenos puede darse meses, o incluso años, después de haber terminado un período de sequía.

"Esto explica por qué a pesar de que esta primavera ha sido más o menos lluviosa en muchas zonas, se han visto cómo aparecen pinos con las copas marrones sobre todo en zonas de Osona y el Berguedà: son pinos que están muriendo por la sequía del verano pasado", han insistido.

 

Afectación de los bosques

 

Según el informe DeBosCat 2022, la red de seguimiento del estado de salud de los bosques de Catalunya, 2022 fue al año con más bosques registrados afectados por sequía: de un total de 33.072 hectáreas de bosque con signos de sufrimiento por sequía y calor extremo, 5.993 hectáreas eran coníferas.

33.072 hectáreas de bosque con signos de sufrimiento por sequía y calor extremo, 5.993 hectáreas son coníferas

Las investigadoras aseguran que, teniendo en cuenta que las coníferas muestran la afectación por sequía con cierto retraso, "es posible que este dato sea una subestimación de las coníferas que realmente han sido perjudicadas por esta falta de agua prolongada".