El camaleón es un animal discreto. Se desplaza con extrema lentitud y una cautela algo teatral, y puede copiar el color del paisaje sobre su piel. No hace ruido y su ritmo es tan pausado que apenas mueve la más fina de las ramas. Durante largos ratos, apenas el movimiento inconexo de sus ojos delata que se trata de un ser vivo. Es casi imposible saber que está a veces al alcance de la mano.

Con esta carta de presentación, no es extraño que nadie pueda ofrecer una cifra de cuántos camaleones autóctonos (Chamaeleo chamaeleon) quedan en España. Sí hay acuerdo en que la presión urbanística y el turismo han alterado sus condiciones de vida en la costa andaluza, hasta ahora el último hábitat del último saurio europeo. El ladrillo es su gran amenaza.

Un ejemplo está en Marbella. Cada cierto tiempo, la Asociación ProDunas realiza una suelta de camaleones en las Dunas de Artola, un paraje protegido cada vez más asediado por las urbanizaciones. El COVID-19 también ha afectado a la de este año, prevista para marzo. La entidad aún confía en poder realizarla antes de la época de apareamiento (entre julio y agosto). De lo contrario, se perdería el ciclo reproductivo anual de los seis ejemplares.

El hecho de que no rehuya la presencia humana es un handicap para él

"Hay vecinos que nos los entregan cuando los encuentran en mal estado", explica Susanne Stamm, que fundó la asociación con Fernando Piquer. Conocieron este paraje hace más de quince años y desde entonces las urbanizaciones han ganado mucho terreno, hasta llegar al límite del dominio público que conforman la franja costera y el propio espacio natural, que se extiende por una superficie de unas 20 hectáreas.

El camaleón común es una especie en "riesgo menor", según la Lista roja de especies amenazadas de la UICN, con un hándicap importante: es una especie antrópica. Es decir, no rehúye la presencia del hombre, aunque este resulte para el reptil de la lengua proyectable un peligro mortal. Tiene una longitud de entre 15 y 18 centímetros y no debe confundirse con otras especies de camaleones, como los camaleones de Yemen (Chamaeleo calyptratus) o el camaleón pantera (Furcifer pardalis), más grandes, más coloridos y sin protección en España. (Hay muchas más, son célebres los de Madagascar).

Dice el Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España que tiene "pocos requerimientos en cuanto al soporte arbóreo", "se presenta en zonas marginales y degradadas en hábitats humanizados" y que habita un área litoral "fuertemente fragmentada", adentrándose hacia el interior en La Axarquía.

Esta comarca, la más oriental de Málaga, ha albergado históricamente la mayor población de camaleones, asociada a los cultivos de secano como el olivo y el almendro. Rafael Yus, presidente de Ecologistas en Acción en La Axarquía y autor de varias publicaciones sobre el camaleón en la zona, explica que el hábitat de esta especie está amenazado por el "urbanismo de litoral": "Los camaleones tienen cada vez menos espacio para hacer sus nidos para las puestas, entran en los jardines particulares y allí encuentran la muerte entre los dientes de las mascotas o por la inundación por riego de sus nidos".

Tampoco ayuda el vertiginoso ritmo de sustitución de los cultivos de secano por plantaciones de frutos subtropicales, menos apetecibles para ellos, según Yus, porque son más umbríos y atraen menos insectos. Por último, la proliferación de carriles hormigonados para cultivos y viviendas (muchas de ellas irregulares), aumenta el índice de atropellos en época de reproducción, que es uno de los pocos momentos en que deambulan por el suelo. 

"No estoy en condiciones de afirmar que las poblaciones se reducen, porque desde los años noventa no se hacen inventarios (que sepamos, al menos no publicados), pero ahora encontramos menos ejemplares y vemos muchos cadáveres atropellados. Nuestra hipótesis es que la población de La Axarquía ha mermado", concluye Yus.

El Centro de Conservación y Recuperación del Camaleón Común, en la misma capital malagueña,tiene la función de devolver la salud a los ejemplares enfermos o heridos y generar ejemplares jóvenes para reintroducirlos en la provincia.

En muchos casos, los huéspedes del centro proceden de casas particulares, donde han tratado de convertirlos en mascotas. "Esos son los que peor llegan, a veces deshidratados o heridos, muy delgados y sin fuerzas. Hay gente que los tienen un mes, hasta que comprueban que no pueden", comenta Joaquín Santaolalla, veterinario responsable del programa de reproducción de Málaga. En otros casos los lleva el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, que ha llegado a incautarse de ejemplares puestos a la venta en Internet.

Una quincena de terrarios son aquí el hogar de los saurios convalecientes. En el centro se recuperan y se preparan para volver a su hábitat. Las crías reciben a diario su ración de moscas, y cuando alcanzan los seis o siete centímetros son liberados en lugares idóneos para su supervivencia. "Antes de los dos meses tenemos que soltarlos, en unos puntos ya marcados", señala el técnico. La cría en cautividad garantiza que los individuos llegan a su entorno natural en plenitud de facultades.

Las dificultades del censo

En 2019 el centro de Málaga reintrodujo 88 ejemplares en la provincia. Sin embargo, no es fácil verificar los resultados del proyecto. En 2012 se intentó mediante el procedimiento de pegarles a la base de la cola de los nuevos individuos liberados un chip con GPS que permitiera localizarlos, pero el dispositivo emisor se desprendió cuando los camaleones mudaron por primera vez de piel.

En 2010, Biogea realizó un censo para el Ayuntamiento de Málaga. Miguel Ángel Farfán, biólogo de la universidad malagueña, estuvo al frente de aquel estudio y explica que, paradójicamente, aprovecharon la noche para encontrar camaleones. "Para evitar a los depredadores, los camaleones suelen ocupar las zonas altas de la vegetación. Cuando duermen, empalidecen y resaltan mucho si los enfocas con una linterna", señala.

El resultado es un trabajo que permite conocer bien la distribución de ejemplares en Málaga capital, porque la cuadrícula no solo refleja la presencia o ausencia de la especie, sino también su presencia relativa, la densidad de población. Esto lo diferencia del censo realizado para el Libro Rojo en 2002, donde únicamente se recoge la presencia o ausencia de la especie.

Con todo, Farfán cree que, de realizarse hoy, el censo arrojaría unos resultados diferentes. Muchas de las cuadrículas del mapa están hoy completamente urbanizadas. Probablemente en esos lugares la presencia del camaleón sea hoy testimonial. Si es que queda alguno.

Mientras desaparece en Andalucía, surgen colonias en lugares donde nunca se lo vio

En febrero de 2018, Ecologistas en Acción presentó un informe donde alertaba de que un tercio del litoral de la provincia de Málaga está ya urbanizado desde los primeros 500 metros a partir del rompiente de las olas. Según la organización, hay 1,7 millones de viviendas en el litoral andaluz, una cuarta parte de ellas construidas durante la burbuja inmobiliaria. Y esa es precisamente la zona tradicional del camaleón, adaptado a cazar y moverse por los retamares y arbustos del terreno.

"La impresión generalizada es que se ven menos, que se están rarificando. Desaparecen porque desaparece su hábitat", confirma Mariano Cuadrado, biólogo conservador del Zoológico de Jerez y autor de la entrada del camaleón común en el Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España. Cuadrado señala su desaparición de hábitats tradicionales, comolos municipios de Puerto Real, San Fernando o Rota, en la provincia de Cádiz.

Sin embargo, mientras desaparece de algunos lugares, de vez en cuando se le detecta en otros alejados de su área conocida. "Es cierto también que la especie ha ampliado notablemente el área de distribución, no sabemos muy bien por qué", dice el biólogo. Hoy hay poblaciones de camaleón en Almería, Murcia, Alicante, e incluso en la Albufera de Valencia. "Lugares donde nunca, jamás, se habían encontrado", según Cuadrado. Se trata de pequeñas poblaciones aisladas, fruto probablemente de algún traslado. "Es una especie que siempre se ha prestado a que alguien los coja en la naturaleza y se los lleve", lamenta.

Es el caso, por ejemplo, de los camaleones de El Rocío, o de una pequeña población que se mantiene en Isla Cristina, una de las pocas que quedan en Huelva. Fue un guarda forestal de Jerez quien introdujo los individuos en un pinar que hoy está siendo acorralado por las urbanizaciones. Manuel Díaz, miembro de la Asociación para la Defensa del Camaleón, preparó un estudio sobre esa colonia y explica que está tan aislada que no hay posibilidad de que entre en contacto con otros grupos. Por eso, han intentado recolocaciones de individuos para favorecer la diversidad genética.

Otras veces, las obras han sacado a los camaleones de su hábitat. Hace años Biogea fue contratada por la constructora encargada de construir la gran ronda de circunvalación de Málaga con la finalidad de localizar los animales y trasladarlos antes de que las máquinas empezaran a morder el terreno.

El Programa de Conservación y Recuperación del Camaleón Común de la Junta de Andalucía aboga por realizar un seguimiento específico de las obras en el litoral "para evitar una posible afección a las puestas, poblaciones e individuos", pero Cuadrado duda de la eficacia de estas medidas: "Te llevas ejemplares adultos, pero los huevos enterrados desaparecen", cuestiona.

Con todo, esta es la única medida de conservación que se ha aplicado a los camaleones que se distribuyen en hábitats humanos y suelos no protegidos. "Las posibilidades de evitar la construcción ahí son prácticamente nulas", dice Cuadrado, que lamenta además un tipo de urbanismo en boga: el prototipo de urbanización americana con parterres de césped y palmeras aisladas, sin plantas que produzcan flores, porque manchan y atraen insectos.

Asediado en su hábitat tradicional, es posible que el camaleón esté resistiendo porque no necesita demasiado. Allí donde haya un terreno litoral con temperaturas suaves, podrá encontrar su lugar. "Sólo le hace falta que lo dejen tranquilo en un lugar donde reproducirse y hacer la puesta", que tiene lugar en octubre y se extiende por un periodo inusualmente largo, hasta el verano, destaca el especialista.

"Es una especie que lleva con nosotros bastantes siglos, y decir con quién vino es muy difícil. Lo que está claro es que coincide con asentamientos humanos desde antiguo", resume Cuadrado. Pero es posible que ahora esté haciendo las maletas: se va de donde le echan, pero se está adaptando a nuevos entornos. A la fuerza, el camaleón, ese reptil tan lento, se está convirtiendo en nómada.