La red internacional de museos Guggenheim es un referente global de la cultura contemporánea. Con sedes en cuatro países y más de un millón de visitantes anuales, estos museos no solo atraen turismo, sino que también revitalizan económicamente los territorios donde se instalan.
El ejemplo de Bilbao es paradigmático: la apertura del Guggenheim en 1997 transformó una ciudad industrial en declive en un destino cultural de primer orden. Sin embargo, el éxito del llamado “efecto Bilbao” está hoy en el centro de un intenso debate social y ambiental, a raíz del plan de expansión del museo hacia la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, uno de los espacios naturales más valiosos y frágiles del norte de España.
Urdaibai: un tesoro ecológico bajo amenaza
Urdaibai es mucho más que un bello paisaje. Esta ría y sus humedales, reconocidos por la UNESCO como Reserva de la Biosfera desde 1984, albergan más de 300 especies de aves migratorias y son refugio de especies en peligro crítico como el visón europeo.
Su ecosistema, parte de una red de humedales de importancia internacional, es esencial para la biodiversidad, la regulación de ciclos de agua y carbono, y la protección frente a inundaciones y tormentas. Sin embargo, los humedales son uno de los hábitats más amenazados del planeta: desde 1900, se ha perdido el 50 % de su superficie a nivel mundial, una reducción tres veces más rápida que la de los bosques.
El proyecto de expansión: ¿progreso o retroceso?
La propuesta para Urdaibai contempla una inversión de 127 millones de euros y la construcción de nuevas infraestructuras –carreteras, aparcamientos, edificios– que fragmentarían el hábitat y aumentarían la presión humana sobre un entorno vulnerable y ya sometido a mucha presión. El propio plan reconoce que se espera un flujo de casi 150 000 visitantes anuales.
Organizaciones ecologistas, como WWF, Greenpeace y SEO/Birdlife, han alertado de que el proyecto podría “hacer desaparecer la reserva como espacio protegido”, transformando la zona en un polo turístico y comercial, incompatible con los valores que justifican su protección.
El caso de Urdaibai no es aislado. Iniciativas culturales de gran escala han generado conflictos similares anteriormente, como el fallido Monumento a la Tolerancia de Eduardo Chillida en Fuerteventura, que requería intervenir una montaña sagrada para la población local.
Este y otros precedentes muestran que la cultura no es siempre un motor de responsabilidad, conciencia y conservación del patrimonio tanto natural como histórico, sino que puede convertirse en una amenaza si no se gestiona con criterios de sostenibilidad.
Contradicciones legales y éticas
La expansión del Guggenheim en Urdaibai entra en contradicción directa con compromisos internacionales asumidos por España en materia de conservación.
Entre estos compromisos destacan las Directivas europeas de Aves y Hábitats, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 14 y 15), la Estrategia de Biodiversidad 2030 y el nuevo Reglamento Europeo de Restauración de la Naturaleza. Además, vulnera principios fundamentales del derecho ambiental europeo, como el de precaución y el de no regresión normativa en materia de conservación y protección de la naturaleza.
Priorizar la cultura sobre la conservación de la naturaleza supone, en este contexto, un retroceso en la protección de la biodiversidad y la integridad de los ecosistemas. Algo que debería hacer revisar con sumo detalle posibles alternativas a este proyecto, incluyendo su eventual cancelación.
¿Es posible otra cultura?
El debate de fondo trasciende a Urdaibai: ¿puede la cultura justificar la destrucción de la naturaleza? La respuesta, desde una perspectiva de sostenibilidad y justicia intergeneracional, es clara: no.
La coexistencia de cultura y conservación es posible, pero exige que los proyectos culturales se diseñen bajo estrictos criterios ambientales y de participación social. Existen alternativas viables para expandir la oferta cultural sin sacrificar espacios irremplazables.
El verdadero progreso no consiste en sumar visitantes a cualquier precio, sino en preservar el patrimonio natural y cultural para las generaciones futuras
Urdaibai, por su valor ecológico y simbólico, está en una situación privilegiada para servir de ejemplo sobre cómo la cultura puede sumar a la protección de la naturaleza, y no competir con ella.
La decisión sobre el futuro de Urdaibai marcará un precedente para Europa y el mundo. Es el momento de demostrar que el verdadero progreso no consiste en sumar visitantes a cualquier precio, sino en preservar el patrimonio natural y cultural para las generaciones futuras.
Jon Morant Etxebarria, Universidad de Alicante; Carlos Javier Durá Alemañ, Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA - CSIC) y Fernando Valladares, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)