La magnitud de la tragedia es difícil de concebir. Una superficie arrasada de la extensión de Hungría, una treintena de muertos, más de mil millones de mamíferos calcinados, miles de viviendas pasto de las llamas, una cortina de humo que está dando la vuelta al mundo, la ciudad de Melbourne convertida súbitamente en la de peor calidad del aire del planeta... Los gigantescos y virulentos incendios forestales que afectan desde el pasado otoño el sureste de Australia se han convertido ya en uno de los peores desastres ambientales de las últimas décadas. Tal vez sean los peores fuegos de la historia. 

2019 fue el año más caluroso y seco en el país desde que se tienen registros. En muchas de las áreas afectadas se ha llegado a tener temperaturas de 40° C y en un suburbio de Sydney se alcanzaron 48,9º C. El cambio climático tiene en la isla-continente uno de sus lugares más vulnerables, y el actual Gobierno conservador de Canberra es de los que más ha obstaculizado los progresos de la lucha contra el calentamiento global en la cumbres climáticas de la ONU. Australia sigue apostando por el carbón para generar energía y es un gran exportador de este combustible fósil, el principal contribuidor al efecto invernadero al ser quemado. Ahora, sufre las consecuencias en su propia tierra.

2019 fue el año más caluroso y seco desde que hay registros, se alcanzaron los 48,9ºC 

Aunque las zonas afectadas pertenecen principalmente a Nueva Gales del Sur, al sureste del país, donde se hallan la mayor ciudad, Sidney, y la capital, Canberra, el fuego ha afectado a la mayor parte del país. Victoria al sur, Queensland en el noreste, y también algunas partes del sur y suroeste han visto como las llamas avanzaban por sus bosques, campos e incluso poblaciones.

Los 10 millones de hectáreas quemadas, una superficie del tamaño de Austria o Hungría, contrastan con las 900.000 de los incendios registrados en la Amazonia o los casi 800.000 de California del pasado año. La grave y prolongada sequía y las olas de calor récord que está sufriendo el país están detrás de estos graves incendios. El sudeste de Australia sufre la peor sequía conocida. En 2019 muchas de las áreas afectadas registraron su período más seco de enero a agosto. En noviembre, los meteorólogos australianos identificaron el primer día en que Australia entera no recibió lluvia alguna.

El fuego forma parte del ciclo natural de los ecosistemas australianos. Incluso los eucaliptos, originarios de la isla-continente, se han adaptado al mismo para imponerse a otras especies vecinas, algo que también se ha sufrido recientemente en lugares repoblados con estos árboles como Galicia o Portugal. Pero la magnitud de los siniestros de este año no tiene precedentes.

Segundo exportador mundial de carbón

En 2019 Australia fue el segundo mayor exportador de carbón del mundo. El carbón es uno de los principales responsables del cambio climático. Esto está agravando las temporadas de incendios forestales, ya que se incrementan las olas de calor y sequías haciendo que la vegetación, ya de por si seca en esta parte del mundo, se seque y se convierta en material inflamable (combustible).

Las emisiones de Australia no han dejado de aumentar en los últimos cuatro años y el Gobierno no ha presentado todavía un plan creíble para revertir esta tendencia, como le exigen los acuerdos de París. De hecho, el primer ministro Scott Morrison, en el cargo desde agosto de 2018, se negó durante mucho tiempo a vincular el cambio climático con estos incendios de alta intensidad. Decía que no era “creíble” hacerlo, y su papel en las cumbres climáticas ha sido todo menos constructivo.

Además, ha sido duramente criticado por hallarse de vacaciones en Hawai durante algunos de los momentos más graves de los incendios el pasado diciembre. Hace tan solo seis días, tras apoyar los trabajos de una Comisión Real que investiga las causas de los incendios (y las relaciona con las alteraciones del clima), Morrison seguía considerando que el cambio climático y los incendios forestales no deberían vincularse.

Un satélite muestra que el humo de los siniestros ha dado la vuelta al planeta

“La evidencia científica de que el cambio climático está detrás de las condiciones cálidas y secas sin precedentes que han hecho que estos incendios sean tan terribles es abrumadora. Dudar del vínculo entre el cambio climático y el desastre de los incendios es el mismo fracaso de liderazgo que ha dejado a Australia sin una política efectiva para reducir las emisiones, y que vio al primer ministro tan poco preparado para las catastróficas condiciones de este verano a pesar de numerosas advertencias”, replica el director de Greenpeace Australia Pacífico, David Ritter.

Ciudades suramericanas como Santiago de Chile sufrieron sus consecuencias, aunque mucho menos que urbes australianas como Melbourne, la segunda mayor del país, que coyunturalmente se ha convertido en la de mayor contaminación atmosférica del planeta. Brett Sutton, jefe de la Oficina de Salud de Victoria, estado cuya capital es Melbourne, confirmó que, la noche del pasado lunes, la calidad del aire de la ciudad alcanzó "los peores niveles del mundo". La intensidad del humo es tal que se han activado falsas alarmas de incendio por toda la ciudad y sus suburbios. Del mismo modo, los partidos de clasificación del primer día del Open de Australia de tenis previstos para este martes han sido suspendidos.

Observaciones realizadas con el satélite Suomi NPP de la NOAA/NASA han rastreado el movimiento del humo de los incendios australianos en todo el mundo, mostrando que ya ha circunnavegado la Tierra. En una imagen creada a partir de los datos recopilados, un círculo negro muestra el humo que se había rastreado desde sus orígenes regresando a la región oriental de Australia después de haber viajado alrededor del mundo.

La biodiversidad australiana, con especies únicas en el mundo, se ha visto duramente afectada. Hasta un tercio del hábitat del koala en el sureste del país ha sido consumido por las llamas, y miles de estos amenazados animales, incapaces de desplazarse con rapidez para huir, han muerto abrasados. “Es extremadamente impactante, apenas puedo describirlo con palabras. En algunos lugares no puedes caminar 10 metros sin toparte con el cadáver de una animal calcinado”, afirma Evan Quartermain, jefe de programas de la organización Humane Society International (HSI), que trata de rescatar a los supervivientes.

La Comisión Europea advirtió el martes de que incendios tan graves como los que tienen lugar en Australia suponen un "riesgo mundial" y llamó a aunar esfuerzos para dar una respuesta global al cambio climático. El impacto de estos fuegos en términos de emisiones es inmenso. Está claro que el cambio climático y las catástrofes naturales que está incrementando no entienden de fronteras. Australia está aprendiendo de una manera muy dura la lección.