El monte Manuz, en el municipio cántabro de Valdeolea, en el límite con Castilla y León, fue hace 12 meses uno de los muchos parajes de la península que engrosaron, en un verano especialmente funesto (se registraron en España 32 grandes siniestros, 12.562 fuegos en total, y ardieron 180.632 hectáreas en el peor año de la última década), la lista negra de territorios devastados por los incendios forestales. En setiembre de 2012, las llamas devoraron 38 hectáreas del patrimonio forestal de este rincón de la comarca de Campoo-Los Valles.

Pero un año después, las cicatrices del siniestro han empezado a desaparecer bajo un manto verde. De ello se encargaron la capacidad de regeneración de la naturaleza, favorecida por la pluviosidad de la zona, y la empresa de gestión ambiental Bosques Sostenibles, que ha plantado allí 33.000 árboles en una operación financiada con las aportaciones de compañías como Volkswagen o la consultora farmacéutica Viglya.

Bosques Sostenibles se compromete a cuidar de los ejemplares plantados por 30 años

Bosques Sostenibles es una de las cada vez más abundantes iniciativas dedicadas a gestionar de forma sostenible —ambiental y financieramente— proyectos de recuperación del medio, que ofrece a corporaciones y entidades de todo tipo, pero también a particulares, como manera de compensar sus impactos ambientales en el marco de sus políticas de responsabilidad social corporativa (RSC) o siguiendo el dictado de su sensibilidad personal.

La empresa ofrece financiar la recuperación de bosques de Cantabria o Castilla y León (aunque se pueden plantar en cualquier otro lugar de la península), que se compromete a cuidar durante 30 años con métodos de silvicultura ecológica y sostenible. El cliente recibe un certificado donde se precisan los árboles que se han plantado en su nombre y la cantidad de C02 que se estima que van a absorber.

El cliente puede elegir el tipo, la duración y la localización de la acción reforestadora. De los recursos financieros que aporta, todo el remanente necesario para los tratamientos silvícolas queda depositado en una cuenta bancaria asociada a la plantación para su uso específico hasta la conclusión del contrato.

Detallados estudios sobre clima, duración del crecimiento, temperaturas mínimas absolutas, fertilidad, pendiente, distancia a la costa, vientos, idoneidad de especies y otros preceden a la plantación, realizada con semillas seleccionadas de los mejores ejemplares de cada tipo de árbol.

En unos años, los plantones que arraigan en el monte Manuz actuarán eficazmente como sumideros de CO2, reguladores del ciclo hidrológico y protectores de la fertilidad del suelo. Y las empresas financiadoras habrán compensado en mayor o menor medida las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan sus actividades industriales o mercantiles.

Especies autóctonas

Durante los meses del pasado invierno se procedió a la retirada de los restos de árboles quemados, se preparó el terreno para acoger a los nuevos árboles y se plantaron de forma manual los 33.000 ejemplares, pertenecientes a especies y variedades autóctonas. Más de la mitad son pinos silvestres; una cantidad importante, robles y hayas, y el resto lo suman endrinos, espinos albares y manzanos y perales silvestres.

“Se optó por llevar a cabo una preparación del terreno lineal, siguiendo las curvas de nivel”, explica Jesús David Sánchez, ingeniero de montes de Bosques Sostenibles. “Es el método más acorde con el tipo de suelo: aumenta la capacidad de retención de agua, mejora las condiciones para el desarrollo de los árboles y evita la erosión ocasionada por la escorrentía superficial”, precisa.

Las especies más sensibles, como hayas y robles, se han cubierto con protectores biodegradables que les proporcionaran unas condiciones microclimáticas más favorables. También se han mejorado los accesos al lugar, se han abierto cortafuegos y se ha instalado un vallado para proteger a los aún indefensos árboles de las reses de las explotaciones ganaderas de la zona en estas primeras fases de su desarrollo.

El proyecto CarboCantabria trata de calcular cuánto CO2 absorbe cada árbol

El proyecto ha generado 350 jornales de empleo directo, la mayor parte en las labores de plantación. “Una vez sentadas las bases del futuro bosque y comprobado el correcto arraigo y supervivencia de las plantas instaladas, la transformación del entorno y su paisaje han sido inmediatas”, declara Elena Álvarez, directora ejecutiva de Bosques Sostenibles.

La empresa, que colabora con la Universidad de Valladolid y con diferentes centros de desarrollo tecnológico, mantiene un activo compromiso con la I+D+i y uno de sus proyectos estrella en este campo es CarboCantabria, cuyo objetivo principal es la evaluación en continuo de los flujos de carbono y energía entre la atmósfera y la biosfera.

En colaboración con la empresa de tecnología ambiental Tecnalia (la mayor corporación privada de I+D+i española), se han instalado unos avanzados dispositivos para medir los intercambios de gases entre los árboles y su entorno. Unas torres telescópicas dotadas de microsensores de CO2 y humedad y de un equipo micrometeorológico con un anemómetro sónico (capaz de detectar la menor oscilación del viento) y medidores de radiación, temperatura y pluviometría, entre otros dispositivos, se alzan junto a varios ejemplares escogidos de encina y abedul y recogen información a la altura de la copa y también del suelo.

“Hasta ahora, los cálculos de compensación de emisiones se basaban en meras estimaciones, no en datos reales. Nosotros los podremos establecer con precisión”, afirma Jesús Torrecilla, de la división de Desarrollo Sostenible de Tecnalia. Las torres recabarán datos durante un año completo porque, dependiendo de las condiciones meteorológicas de cada estación, el mismo árbol puede captar más o menos CO2, o incluso convertirse en emisor neto. Los resultados del estudio permitirán demostrar de forma rigurosa qué aportación debe hacer una empresa responsable si quiere dejar de favorecer el cambio climático.