El pasado lunes, el velero Fleur de Passion (Flor de la Pasión) zarpó desde Sevilla iniciando un viaje alrededor del mundo que durará cuatro años y durante el cual cartografiará todos los océanos que atraviese y evaluará el impacto de la actividad humana sobre ellos, desarrollando un amplio abanico de programas científicos, socioeducativos y culturales.

El viaje seguirá el recorrido del primero de circunnavegación del globo emprendido hace 500 años por una flota española de cinco barcos al mando del marino portugués Fernando de Magallanes, que sólo pudo finalizar una de las naves, comandada por Juan Sebastián Elcano, con 17 supervivientes. La iniciativa científica es impulsada por la Fondation Pacifique, una entidad sin ánimo de lucro suiza que promociona proyectos de desarrollo sostenible. 

Uno de los proyectos que se llevarán a cabo durante la Ocean Mapping Expedition será el bautizado como 20.000 sonidos bajo el mar, diseñado por el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), y cuyo nombre homenajea a la visionaria novela 20.000 Leguas de Viaje Submarino publicada en 1869 por el francés Jules Verne.

La contaminación sónica llega a dañar los órganos auditivos de los cetáceos

El velero suizo está “equipado con sensores de última tecnología que permitirán realizar una cartografía oceánica acústica a una escala hasta hoy jamás realizada”, un verdadero mapa sonoro de los mares del planeta, explica el director del laboratorio, Michel André.

El Fleur de Passion, botado en 1941 como barco de la armada alemana en plena Segunda Guerra Mundial (lógicamente con otro nombre) y que es hoy el mayor velero que navega bajo pabellón suizo, remolcará un sistema de hidrófonos para la captación continua de sonidos marinos y una cámara que recogerá imágenes de la fauna “y, en particular, de los cetáceos encontrados, propensos a acercarse a jugar alrededor del equipo”.

El velero transporta asimismo sistemas de medición de fuentes de ruido y medios informáticos y de comunicación para la transmisión en tiempo real y continua de datos recogidos, sonidos e imágenes. El equipo detectará y clasificará automáticamente todos los sonidos de origen natural y humano que se registren al paso de la embarcación, así como las imágenes tomadas por la cámara, y los enviará en tiempo real a las instalaciones del laboratorio en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Imágenes y sonidos serán emitidos en directo a través un sitio web especializado abierto al público en general.

Los investigadores de la universidad catalana quieren comprender mejor el impacto que los sonidos de origen humano que se propagan bajo el mar tienen sobre el comportamiento, la fisiología y la ecología de los organismos marinos, y muy especialmente sobre los cetáceos, mamíferos que se comunican mediante lenguajes sonoros sofisticados de los que dependen para mantener su orden social, cazar, delimitar sus territorios y aparearse.

Peces con voz

El problema de la cada vez mayor contaminación sonora de los océanos preocupa desde hace unos años a la comunidad científica que investiga la vida marina. En el caso de los cetáceos, se ha comprobado que el llamado smog sound (ruidos contaminantes, o contaminación sonora) llega a dañar sus capacidades auditivas, y, como señalan los autores del proyecto del mapa sonoro, “los cetáceos juegan un papel esencial en el equilibrio de los océanos, por lo tanto, si éstas especies se ven amenazadas por la actividad humana se puede desequilibrar toda la cadena alimentaria”.

Pero no sólo los cetáceos, o los mamíferos marinos en general, son capaces de emitir y captar sonidos de forma intencionada. Además del canto de las ballenas y los chasquidos de los delfines existen unas “vocalizaciones de los peces que se producen con fines de comunicación, de ecolocalización y quizá también de cartografía acústica del medio”, explica el proyecto.

“Las capacidades auditivas de ciertas especies de peces (teleósteos) son relativamente sofisticadas y numerosas especies no sólo son capaces de detectar los sonidos, sino también de determinar la dirección de la que proceden, de identificar una señal sonora entre ruidos que tenderían a enmascararla y de distinguir entre diferentes sonidos”, desvela la memoria de justificación del proyecto.

La expedición tomará muestras para evaluar la presencia de plásticos en el mar

En los últimos cien años, la actividad humana ha introducido en las profundidades marinas numerosos sonidos que jamás habían existido con anterioridad: el transporte marítimo, las prospecciones y explotaciones de petróleo y gas en el mar, los sónares industriales y militares, las fuentes acústicas experimentales, las explosiones submarinas y otras actividades de ingeniería civil o el ruido de los aviones supersónicos dejan a diario su huella acústica en el océano.

Para los oceanógrafos especialistas en acústica, los sismólogos marinos o incluso los prospectores de energías fósiles (petróleo y gas), el ruido es el medio más eficaz disponible en la actualidad para determinar la estructura de los fondos marinos y descubrir, por ejemplo, reservas nuevas de petróleo o de gas. Ello no deja de causar un impacto que el viaje del velero suizo tratará de establecer en su justa medida.

Otra de las investigaciones que se desarrollarán durante la expedición será el Programa Científico Micromegas, que ha diseñado la organización Oceaneye, para el que se tomarán muestras de agua de forma periódica para evaluar la presencia y el impacto de los contaminantes plásticos.

Las muestras serán analizadas posteriormente en el Laboratorio de Medio Ambiente de la Escuela Politécnica Federal en Lausana (Suiza) y el mapa resultante de la presencia de contaminación por plásticos en los mares del mundo se entregará al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) en un intento de que la comunidad internacional tome medidas para paliar el problema.

"El objetivo global del viaje es revivir el espíritu de las grandes exploraciones y los grandes descubrimientos de los últimos siglos, que siguen alimentando nuestra imaginación. Pero no queremos limitarnos a reproducir un capítulo de la historia humana. Así como Magallanes partió hacia el oeste en busca de las islas de las Especias, ahora la idea es preguntarse cómo son estas islas en la actualidad", afirma Pietro Godenzi, presidente de la Fundacion Pacífique.