Su oficina puede parecer impoluta. Pero no lo está. Y sus compañeros de trabajo pueden parecer gente aseada. Pero muchos no lo son. Algunos elementos del mobiliario de los lugares de trabajo contienen hasta 400 veces más gérmenes que la taza de un inodoro. Esa es la causa de que muchas personas contraigan dolencias contagiosas (que tampoco cunda el pánico, hablamos de constipados, gripes o gastroenteritis) durante su jornada laboral.

Miles de tipos de virus o bacterias campan a sus anchas por los centros de trabajo, debido en buena parte a la ausencia de buenos hábitos higiénicos entre sus ocupantes. Principalmente, porque la gente se lava poco las manos. Algunos, casi nunca. Un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelaba que hacerlo con una frecuencia razonable (al menos unas cinco veces al día, parezcan sucias o no) reduce el riesgo de sufrir la gripe A, transmitida por el virus H1N1, en un 80%.

Algunos objetos de uso cotidiano albergan 400 veces más gérmenes que un inodoro

Asimismo, una higiene adecuada de las manos es la mejor forma de prevenir otras formas de gripe, bronquiolitis, bronquitis, neumonía y dolencias gastrointestinales. En países tropicales o en vías de desarrollo, incluso puede evitar males mucho peores. La OMS, que dedicó el año pasado una campaña mundial a este tema, mantiene que lavarse las manos “salva vidas”. Y advierte de que mucha gente que cree hacerlo correctamente, se equivoca. No basta con ponerlas apenas dos o tres segundos bajo el chorro del grifo. Por ello, ha editado incluso una guía con instrucciones detalladas al respecto.

Volviendo a nuestra oficina, puertas, botones del ascensor, barandillas y máquinas expendedoras son los grandes santuarios de una microfauna que nos puede complicar la salud. El 20% de los franceses ha contraído alguna enfermedad contagiosa en su lugar de trabajo (lo que, en la mitad de esos casos, dio lugar a una baja laboral), según el estudio La gestión del bienestar y de la salud de los asalariados en su trabajo, financiado por la empresa de productos de limpieza Kimberly-Clark. Ello supone para la economía del país unas pérdidas de 1.000 euros por asalariado y año.

El 25% de los varones entrevistados durante la investigación admitieron que no se lavaban las manos antes de comer, y este mínimo hábito higiénico reduciría en un 30% sus posibilidades de enfermar. Por supuesto, pasar por el lavabo a la salida del retrete, o después de estornudar, o de tocar animales, es algo que debería parecer obligado. Pero no todo el mundo lo hace. Consecuencia de todo ello: el 38% de los tiradores, manijas o pomos de las puertas están contaminados (con frecuencia, con bacterias fecales o restos de orina). También lo están un 20% de los botones de los ascensores, un 14,5% de las barandillas o el 10,5% de los botones de las máquinas de café o expendedoras de tentempiés.

Choque de puños

"Si tenemos en cuenta que una persona se mete la mano en la boca una media de dos veces por hora, es fácil entender cómo los gérmenes que están en el ambiente y en los objetos llegan al tubo digestivo", expone el cardiólogo y nutricionista Frédéric Saldmann, asesor del estudio, para quien “está larga y científicamente demostrado que lavarse sistemáticamente las manos tras usar el baño y antes de comer reduce de forma notable el riesgo de afecciones respiratorias y digestivas”.

Charles Gerba, microbiólogo de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), realizó una reciente investigación que puso de manifiesto cómo se propagan estos diminutos compañeros de trabajo. Los científicos contaminaron con un virus (el bacteriófago MS-2, inofensivo para el ser humano pero de una forma, tamaño y características similares a los de la gripe o los gastrointestinales) la puerta de entrada a un edificio de oficinas en el que trabajan unas 80 personas.

Al cabo de tan sólo dos horas, el bichito había colonizado la sala de descanso, su máquina de café, los botones del microondas y los tiradores de la puerta de la nevera. En poco tiempo más ya se le encontraba en los despachos y los aseos, en las mesas, los teléfonos y los teclados de los ordenadores.

Lavarse las manos reduce en un 80% las posibilidades de contraer la gripe A

En cuatro horas, se lo podía detectar en las manos de la mitad de los empleados y la mitad de los escritorios. En algunos teléfonos llega a haber 10 veces más microbios que en un retrete. Pueden apiñarse 25.000 individuos en una pulgada (6,5 centímetros cuadrados). Esparciendo virus y bacterias, “la mano es más rápida que el estornudo”, afirma Gerba.

“Tradicionalmente, se pensaba que estos virus se transmitían solo por el aire, pero cada vez hay más evidencias de que los virus respiratorios también se transmiten por las manos”, explica Juan Pablo Horcajada, de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

"En algunos hospitales estadunidenses se ha llegado a promover el choque amistoso de puños como alternativa a darse la mano, para evitar el contacto con las palmas, la parte que más microorganismos alberga. En una oficina eso igual es algo exagerado, pero da buena idea de la importancia de esa parte del cuerpo como transmisor de infecciones”, añade. Sería todo mucho más fácil si todos nuestros colegas utilizaran más a menudo el grifo y el dispensador de jabón.