Ducharse una y otra vez con la misma agua. A priori, no parece una propuesta muy atractiva. Y se antoja una idea más propia de una nave espacial enviada a un viaje de largos años que de un baño doméstico. Después de varios años de dura sequía en el estado brasileño de Sao Paulo, uno de los más poblados del enorme -y caluroso- país suramericano, el ingeniero mecatrónico Paulo Ricardo Paulino se empeñó en buscar un sistema para que se pudiera seguir disfrutando de la refrescante y necesaria ducha diaria sin agotar el recurso hídrico. Y sin sufrir por el tiempo que se pasa debajo del chorro.

El año pasado, y tras seis meses de trabajo, sus esfuerzos dieron fruto. El inventor, que ya antes había diseñado un dispositivo capaz de generar 20.000 litros diarios de agua procedente de la humedad ambiental, el Waterair, presentaba el Showeair, un sistema de filtración y depuración de gran velocidad capaz de proporcionar una ducha de duración ilimitada empleando solamente diez litros del líquido elemento.

El líquido pasa por cuatro filtros y es desinfectado con ozono y rayos ultravioleta 

Después de escurrirse por el sumidero, el agua pasa por dos filtros sucesivos, en los que se separan las partículas contaminantes con la ayuda de iones, es presurizada por una bomba y pasa por otros dos filtros. Llega entonces a un depósito donde es desinfectada y esterilizada por medio de rayos ultravioleta y ozono, y regresa a la tubería que abastece el mango de la ducha de la que salió hacía apenas unos instantes. 

Según Paulino, ya después del primer ciclo de filtrado, el agua está tan limpia que podría beberse. Y pasa todavía por los restantes para garantizar al cien por cien su salubridad. Y, pese a ello, y debido a que reaprovecha parcialmente el calor del agua, el dispositivo consume un 70 por ciento menos de energía que una ducha convencional. En una ducha de un cuarto de hora se emplea catorce veces menos agua, asegura el padre del invento. Un sistema normal emplea de 5 a 25 litros de agua por minuto. El de Paulino, diez litros, siempre los mismos, se esté el tiempo que se esté bajo el líquido.

No obstante, el inventor aconseja no emplear la misma agua demasiadas veces, y desde luego nunca por parte de personas distintas, para evitar el "riesgo de contaminación", puesto que el sistema de filtrado "tiene un límite de saturación" que se puede alcanzar fácilmente en caso de que junto con el agua entre orina. En caso de que los sensores detecten que se supera ese límite, el aparato puede desviar los diez litros de agua a un depósito que los remite a la cisterna del inodoro, y así se le asigna un nuevo uso antes de desecharla definitivamente.

Equipos de bajo coste

El precio de dispositivo no es de momento asequible: la ducha completa más barata cuesta 8.000 reales -unos 2.237 euros- y el equipo más caro, equipado con luces led y con un acabado de acero inoxidable y policarbonato, por 25.000 -6.992 euros-. Por su parte, los kits de filtros salen a entre 300 y 400 reales -entre unos 80 y unos 110 euros- y permiten hasta 400 duchas.

Pero Paulino espera poder comercializar en un futuro no muy lejano "equipos y kits de bajo coste", mucho más económicos. "El sistema aún es caro porque se trata de un primer prototipo, pero los precios van a caer bastante cuando los produzcamos a gran escala", vaticina. El inventor cree que su invento es idóneo para hoteles y residencias de todo tipo, porque, destaca, "hemos llegado a la conclusión de que el mayor consumo de agua en los mismos se da en el baño".

La empresa sueca Orbital System también ha avanzado en este terreno y ha diseñado una ducha que ahorra un 90 por ciento de agua y un 80 por ciento de electricidad al reaprovechar mediante su purificación y bombear de nuevo al circuito el agua empleada en el uso del dispositivo higiénico.

El creador del aparato dice que, tras el primer filtrado, el agua ya podría beberse

Según sus creadores, el invento sueco, bautizado como Shower of the Future (ducha del futuro, en inglés) permite ahorrar hasta 8.700 dólares (unos 7.900 euros) al año y garantiza una higiene absoluta -al eliminar el 99,9% de los virus y bacterias- con el mismo confort. Si unos sensores detectan un exceso de contaminación del agua, debido a la presencia de orina o de demasiado jabón u otras sustancias químicas- la misma es desviada y sustituida por una cantidad idéntica de agua de la red.

El dispositivo capta cinco litros de agua limpia de la red cada vez y la hace circular mientras dure la ducha, haciéndola pasar por unos filtros dotados de cápsulas de purificación que depuran los contaminantes y los absorben, tras lo cual es enviada de nuevo al calentador. Dos minutos después de terminado el aseo, el dispositivo, que requiere de su conexión a la red eléctrica, libera al desagüe esta cantidad de agua y capta de nuevo otros cinco litros para el próximo uso de la ducha.

Otra empresa, en este caso estadounidense, Nebia, lanzó el año pasado un cabezal de ducha que emplea una tecnología inspirada en la inyección de combustibles de la industria aeroespacial que atomiza el chorro de agua que le llega en millones de diminutas gotas de agua que cubren un área de una superficie mucho mayor, hasta 10 veces, que la de una ducha convencional. Su uso, afirman sus inventores, ahorra hasta un 70% de agua. 

Una ducha de cinco minutos emplea unos 95 litros de agua, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es el equivalente al consumo de agua de boca de una persona en un mes y medio. Según el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Barcelona este relajante e imprescindible gesto diario de aseo puede gastar de 30 a 80 litros de agua. Todo lo que contribuya a ahorrarla debe ser bienvenido. Para que un día no nos tengamos que quedar sin poder lavarnos.